48. Contraria conciencia

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...


Leo recordó estar en medio de la roca, con el agua meciéndose levemente en su entorno. 

Al final, siguió el consejo de los demás y se metió dentro de la cascada para enfrentarse con su verdadero yo. 

No lo admitiría, pero sentía cierta curiosidad por saber qué era lo que le diría; Aunque se hacía una vaga idea. 

Aprovechando que no había nadie alrededor, estando solo...Esperó seriamente a que algo apareciera por detrás de la cascada. Estuvo así por dos minutos, cuando al fin vio algo moviéndose. 

Una sombra acercándose. 

Agudizando su mirada, el azabache entornó sus ojos con suspicacia. 

— Mira quién decide visitarme por fin...— Murmuró una voz masculina, maliciosa. Con impasibilidad, el chico observó cómo alguien idéntico a él, se asomaba por el agua— Hola, yo. 

El agua que caía le mojaba el cabello largo que ahora tenía, hasta que con una sonrisa, decidió salir de ahí y aproximarse lentamente. 

El verdadero ojiverde lo analizó sin decir nada todavía, atisbando todo el parecido en él. 

Exceptuando ciertos matices. 

Su otra versión tenía un deje de crueldad en sus ojos, y no sabía por qué, pero manchas de sangre dispersadas por su cuerpo. Sumando, una sonrisa vil. 

— No sé cómo narices se hace esto, así que dime lo que tengas que decirme— Proclamó. Su gemelo río en cuanto se acercó a él. 

Frunciendo el ceño, el de hierro esperó pacientemente.

No le sorprendía para nada ver a esa versión de él, mas la única pregunta que surcó por su mente al verlo, fue la de el líquido carmesí.

¿Por qué estaba así?

—¿Qué se supone que haces aquí, huh?— Le dijo el sangriento, sonriente.

— ¿Ya deberías de saberlo, no?— Se burló Yukine, cruzándose de brazos— Somos lo mismo. 

— No me refiero en la cascada...— Murmuró, con maldad. La frialdad era más fuerte en él, se notaba en cada poro de su piel  — Si no, en esta isla. Ayudando a ese rubio y a los de la hoja. ¿Eres su niñero ahora?

Incordiado, Leo alzó el mentón para observarlo con desinterés.

— Lo hago por mi hermana, no por nadie más. 

— Ah...— Suspiró. La sonrisa no se le iba— Nuestra querida y bonita hermana. ¿Estás seguro de que eso es lo que tú quieres? Lo dudo...

El muchacho que estaba parado en la roca ojeó cómo su ajeno lo rodeaba. Lo inspeccionaba y se mantenía impertérrito, porque sabía que tenía que estar calmado para pasar esto.

Arrugó la nariz, ante su comentario. Ahí fue cuando se preguntó por qué había hecho caso a los demás. 

Esto no le iba a gustar.

— No me hagas psicología inversa, estoy aquí por voluntad propia— Respondió—. Nadie me ha obligado.

— Di la verdad, hombre...— Habló. Ahora, sus pasos se fueron acercando más, y los ojos de Leo apreciaron con aumento la oscuridad de su otra persona— Si fuera por ti, no estarías aquí. 

Cogió aire, sin decir nada. El de rojo, sonrió a lo grande al ver su emoción.

— Tú estás aquí, jugando...Cuando nuestra hermana está sola, aguantando todo por ella misma— Su voz no dejaba de ser tóxica, mas al verdadero no le cambiaba el rostro de hostilidad y severidad—. Con varios hombres detrás de ella.

Única esperanza | Segunda temporada de Mundo Deseado |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora