50. Paraíso oscuro

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Pov Alice


Caminé a paso vigoroso y decidido por el pasadizo de la organización, llegando al recibidor que tanto reconocía.

Habían pasado varios días desde que permanecía sin moverme de la base Uchiha por quedarme junto a Leo, pero todo seguía igual.

En solitario, logré divisar cómo algunas personas comenzaban a aparecer ante la curiosidad e incertidumbre de escuchar más que sus sonidos llegando a sus oídos.

— ¡Yuki, al fin apareces!—Exclamó Suigetsu. Parecía más que asombrado de verme ahí parada, mirnando de un lado a otro— ¡Todos nos preguntábamos dónde estabas!

— ¿Y él?

— ¿Él?— Interrogó, con una ceja alzada.

— Está en su habitación—Itachi acababa de aparecer, con una sonrisa leve y débil. Lo miré en seriedad por unos segundos, para después poner mis ojos hacia el pasillo de mi costado—. Me alegra ver que estás bien, estaba preocupado.

— Gracias por cuidar de la organización mientras no estábamos...—Dije. Suspiré, con algo de desazón porque él tuviera que lidar con esto también.

— No es nada— Contestó—. Deidara está ahora durmiendo, así que Sasori sigue en su cuarto.

Asentí dedicándole una ligera sonrisa, agradeciéndole con la mirada en un instante que me sonrió de nuevo. No esperé a más, y fui directamente hacia la habitación del marionetista.

Mis pies volvían a adelantarse con rapidez,  como si ya ansiasen llegar ellos mismos hacia donde mi mente tenía imaginado. Y una vez llegué a su puerta, agarré el pomo la fui abriendo lentamente para atisbar si estaba consciente.

Suspiré al ver que seguía con sus párpados bajados, cerrando la puerta detrás de mí.

Me fui acercando poco a poco hacia su cama, sin hacer ruido un mínimo ruido. Casi parecía que no estaba ahí. Con delicadeza, me senté a un lado de su colchón.

Lo miré, detenidamente.

No sabía cómo estaba, porque no parecía respirar nunca por su constitución no-humana.

— Inconsciente— Gruñí. Le agradecía de sobremanera lo que hizo por mí, pero me dolía verlo así—. Idiota.

Su rostro parecía relajado, digno de un muñeco bien diseñado.

Coloqué mi cabeza en su pecho, cerrando los ojos por la impotencia que sentía dentro de mí.

— Luego soy yo la tonta que hace cosas sólo pensando en los demás... Ojalá te despiertes para poder pegarte.

Cuando todavía estaba en esa posición, con todas mis emociones entremezcladas en una y provocando que yo misma me contradijera, fue en el instante donde, repentinamene, sentí el sonido de las sábanas moverse.

Sólo abrí los ojos en el momento en que sentí su mano posarse en mi cabeza.

— Entonces no sé para qué quieres que me despierte...

Me levanté de golpe, mirándolo con los ojos abiertos.

Me mordí el labio, al verlo tan lúcido y observante de mi persona.

— Tú...Pedazo de idiota...

— Ya veo que me has echado de menos...—Murmuró con una sonrisa cínica.

Única esperanza | Segunda temporada de Mundo Deseado |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora