63. El monte y el gradual huracán

1.1K 175 111
                                    


Pov Alice


No puede ser...

Me quedé sin habla. Ni siquiera podía balbucear o pronunciar una pizca de todo lo que se me pasaba por la consciencia. Sólo pude permanecer quieta, observadora y anonadada por los pasos que ese pelinaranja daba hacia nosotros. 

Esto está pasando de verdad.

Giré con parsimonia mi cuello para examinar a los chicos de la aldea de la lluvia, atisbando al mismo y preocupante instante, el desconsuelo en sus miradas. 

Sus interiores tendrían una mezcla de amargura y desconcierto. Probablemente no querrían pensar que aquello era real. 

Pero lo era. 

Tragué en seco por aquellos dos, con la vaga idea de lo que sentían. 

No me imagino por lo que tendrían que estar pasando. Debe de ser tremendamente horrible reavivar unas cenizas y unas heridas tan grandes, que jamás habían sido enterradas del todo en sus corazones. 

El sannin colocó una mano frente a mí, para llamar mi atención. Lo cual, la consiguió gratamente.

— Será mejor que os marchéis...— Susurró Jiraiya. De reojo, lo miré dejándole saber que no lo iba a hacer. Pero él sólo suspiró— Yuki...No podéis hacer nada contra esto. 

— Podemos quedarnos para ayudaros, esto será demasiado para ellos. 

No quería dejarlos. Y menos en un momento como éste. 

— No, tenéis otras cosas que sólo podéis resolver vosotras— Dijo—. Nosotros podemos con...

— Yahiko...— Murmuró Nagato, acercándose lentamente a él. El susodicho, no hizo más que estirar su mano para querer tocar a su amigo. 

Me acongojé ante tal imagen; Apreté el puño por la impotencia que sentía al que hubiera ocurrido algo semejante.

No obstante, el compañero recién revivido dejó salir una pequeña lágrima, sólo para comenzar a atacar sin razón aparente. 

Pudimos esquivarlo a tiempo, mas ya me imaginaba que al ser el creador de Akatsuki, él iba a ser un contrincante bastante fuerte. 

— ¡Para, por favor!— Pronunció Konan como pudo. Se elevó al aire, con sus características alas de papel— ¡Detente! 

Pero él no lo hacía. 

No era voluntad propia. No deseaba dañar a sus camaradas...Mas ese controlador impulso le obligaba seguir haciéndolo.

Llegó un momento en que no sólo lanzaba su fuerza contra sus antiguos compañeros, si no también, contra nosotros. 

En cuanto se dio cuenta de nuestras presencias, no tardó en querer doblegarnos con todo lo que podía. 

Era difícil querer hacerle frente, sobretodo porque el Uzumaki, estaba en estado de shock.  

Arañé la tierra al aterrizar en ella por eludir un jutsu de agua, con un ilegible murmuro para mí misma.

— ¡Id!— Exclamó Jiraiya, parándose, a espaldas, frente a mí. 

— ¡No puedo dejar a Nagato así, está en estado de conmoción!

— ¡Yo me ocuparé de ellos, Yuki...Te lo prometo!— Dio voces. Me quedé callada al ver su esperanzadora sonrisa. La misma que a veces, me dedicaba Naruto— ¡Ahora márchate! 

Única esperanza | Segunda temporada de Mundo Deseado |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora