35. Eléctrico

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Pov Maica


Me reí al observar el peluche de Alice, en mis manos. 

Siempre me había hecho gracia que tuviera un peluche de Sasuke aún de que no lo soportaba, y lo seguía guardándolo. Ella tenía la costumbre de no tirar ningún regalo, pero aún así me moría de risa cada vez que lo veía.

Sobretodo sabiendo cómo se llevaban de mal esos dos azabaches idiotas que tengo en mi vida.

Lo elevé un poco, con gracia. 

— Tiene la cabeza como una cebolla— Estallé en risas—. Sasuke en la vida real es más...

— ¿Más qué? 

Con miedo me giré sobre mis espaldas, ocultando el muñeco en mi pecho para que no se notase. 

Ahí estaba el recién nombrado. 

Pero qué clase de magia es esta. 

— Sasuke, tenemos que hablar seriamente de tu empeño en querer matarme con sustos. 

Apoyándose en el remarco de la puerta, me ojeó de arriba a abajo.

— ¿Qué haces aquí? 

— ¡Eso debería de preguntarte yo!— Exclamé. Maldita sea, ¿Ahora dónde escondo a su mini yo?— ¡Vete, vete! ¡Tengo que desvestirme! 

— ¿En el cuarto de Yuki?— Preguntó con una alzada. 

Asentí repetidas veces. 

Pero él, todo desconfiado e inteligente que era, no se lo creyó y fue acercándose lentamente hacia a mí. 

Sin saber qué hacer y en un estado de desesperación profundo, me metí el peluche por dentro de la camiseta. 

— ¿Qué estás escondiendo?

— No escondo nada...

— Enséñamelo— Dijo ahora más serio. 

— ¡Nada de nada, de verdad! ¡Sólo estoy...Esperando a Yuki!

— Misaki...— Murmuró, ya cerca de mí. 

Pero seguía de espaldas, sin mirarle.

No pensaba girarme ni un momento. Eso significaría la muerte máxima de todas las formas posibles.

— Me quitaré los pantalones como no te vayas— Amenacé.

— Date la vuelta— Me ignoró por completo. 

Negué muchas, muchas veces.

— ¡Jamás! 

Posó una de sus manos en mi hombro, intentando girarme. Pero yo me negaba con todas mis fuerzas, iba a ser una roca estancada en el suelo.

— ¿Qué tienes guardado que no quieres que lo vea?

— Mi ropa interior...— Contesté.

Lo miré de soslayo con una sonrisa, atisbando su mirada silenciosa con aquel ceño fruncido. 

De repente, me agarró de la cintura y me obligó a girarme del todo.

— ¡Nooooo!— Gritaba. Con mis manos en mi barriga, protegía al peluche como si fuera mi propio hijo— ¡No te dejaré que lo veas!

— ¡No seas una cría y enséñame lo que escondes en la camiseta! 

Única esperanza | Segunda temporada de Mundo Deseado |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora