Capítulo 41: Adiós a los talismanes

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- Bienvenidos. ¿Qué tal en el Festival del Reino de los Mares? ¿Saludásteis al Rey Tritón de mi parte?, preguntó el Hada Madrina.

- Sí. El Festival, maravilloso, como siempre. Excepto por la tormenta del final, dijo Ben.

- Lo he visto en las noticias. Es una lástima.

- Hada Madrina, ¿usted sabe a qué se debe una tormenta así tan de repente?, pregunté con curiosidad.

- La verdad, no lo sé, querida - respondió la mujer - Pero he de admitir que es bastante extraño.

Todos estábamos de acuerdo, aunque no había ninguna respuesta sobrenatural que nos diera una explicación a lo sucedido.

Entonces, los hijos de los villanos sacaron sus talismanes y se los mostraron a la directora.

- Bueno, aquí están, ¿eh? Evidentemente, deben ser destruidos.

- Cuanto antes mejor, Hada Madrina, dijo Ben.

- ¿Podemos destruirlos ya?, preguntó Carlos, ansioso por deshacerse del Anillo de la Envidia.

- ¿Por qué tanta prisa?, preguntó Jay pensando lo contrario.

- La verdad, yo también quiero deshacerme del mío, dijo Evie mirando a su translúcida manzana seriamente.

Ben y yo miramos a Mal con la intención de que diera su opinión, pero sólo bastaba con mirarla para saber que por una parte quería hacerlo y por otra no quería perder su única "herencia", por así decirlo.

- Está bien. Vamos al Museo. Si los talismanes son destruidos aquí y hay que usar la magia de la varita, se podría producir una explosión de magia salvaje y repentina, advirtió el Hada Madrina.

Al cabo de unos minutos, llegamos al Museo de Historia Cultural. Fuimos todos juntos a una gran sala, lo bastante amplia para que en ella se produjera una explosión de magia. El Hada Madrina cogió su varita y ordenó a los hijos de los villanos que levantaran sus talismanes. Los cuatro estaban muy nerviosos e, incluso, preocupados. Temía que en cualquier momento, alguno de ellos o, directamente, los cuatro se arrepintieran y salieran corriendo de allí. Pero no fue así. Hicieron lo correcto.

-¿Estáis listos, chicos?, pregunté mirándoles con serenidad.

Ellos asintieron, aunque aún podía percibir cómo temblaban por dentro. Entonces, el hechizo comenzó.

-¡Bididi Bodidi Bú!, gritó el Hada Madrina antes de pronunciar un conjuro en voz alta que fue destruyendo los talismanes uno a uno.

Estos se juntaron y explotaron. Los talismanes produjeron una gigantesca luz blanca que nos cegó a todos y que nos empujó bruscamente. Esta subió hasta el techo y luego se dirigió hacia las ventanas. Tras unos instantes, el Hada Madrina levantó la varita y la bola gigante de luz se esfumó sin dejar rastro de los talismanes.

- Ha sido...¡una auténtica pasada!, exclamé, emocionada.

Sí, ya sabéis que me gustan las emociones fuertes. Mientras recuperaba el aliento, miré a mi alrededor para asegurarme de que los demás se encontraban en buen estado.

-¿Os gusta mi nuevo peinado?, bromeó Evie.

La chica tenía los pelos de loca, Carlos parecía que llevara una cresta y yo tenía el pelo todo enredado. Sacudí la cabeza y este volvió a su estado normal, más o menos, ya que permanecía un tanto alborotado. Entonces, nos levantamos poco a poco.

-¿Estáis todos bien?, preguntó Ben repeinándose.

- Creo que estamos bien, en general, contestó Carlos.

- Mal, ¿estás bien? Pareces un poco mareada, pregunté yo.

- Sí, no te preocupes. Todo bien - respondió ella - ¿Evie?

La hija de la Reina Malvada asintió con una sonrisa forzada. Finalmente, había conseguido lo que quería: deshacerse de la manzana de su madre, pero, en el fondo, se sentía algo afectada. Ella y los demás hijos de los villanos.

- Bueno, esperemos que el único daño hayan sido el techo y las ventanas, dijo el Hada Madrina rompiendo el hielo.

Ordenamos todo como pudimos y, al terminar, salimos en orden del museo.

- Al fin nos hemos librado de esos chismes, dijo Jay, pensativo.

- Sí, pero aún os quedan varios exámenes, contestó el Hada Madrina con una sonrisa simpática.

Hubo una queja general. Tras la gran aventura que acabábamos de vivir, aquel recordatorio no nos sentó muy bien.

- Sinceramente, enfrentarnos a un dragón morado con peluca fue más divertido, susurré refiriéndome a Madam Mim y su cómica transformación.

Todos rieron y nos dirigimos a nuestros cuartos. Haciendo reír conseguí que los hijos de los villanos se sintieran mejor. Y, para mejorarlo aún más, esa noche nos juntamos toda la pandilla para cenar al aire libre. Por fin estábamos libres de villanos entre nosotros, sin preocupaciones, sin problemas provenientes de la Isla de los Perdidos y sin talismanes malignos...de momento.

La historia de Tania PorterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora