Capítulo 7: ¿Eres tú, Jane?

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Salí de las clases y, como siempre, fui hacia las pistas, pero esa vez no tenía deberes e iba a ver a los chicos por diversión. Me sorprendí bastante al ver que Carlos y Jay se habían unido al equipo del torneo. ¡Y vaya dos! Jay hizo una jugada alucinante, derribando a todos los jugadores y haciendo piruetas impresionantes y Carlos...bueno, lo intentó. Pero le sentaba muy bien su uniforme del número ciento uno. Oí que esa tarde Ben ayudaría a Carlos a entrenar y lo guardé en mi buena memoria. No es que fuera cotilla, pero quería conocer más acerca de Carlos...o sea, de esos chicos. Sin que ellos se dieran cuenta y muy contenta e ilusionada por mis planes de esa tarde, volví a mi habitación.

Estaba tan a gusto sentada en mi cama mientras repasaba un álbum de fotos mías junto a mis padres y los gorilas en la selva. Lo necesitaba para recordar de dónde venía de vez en cuando. De repente, llamaron a la puerta de mi habitación con muchas ansias. Fui rápidamente por si era una emergencia, pero al abrir la puerta sólo estaba Jane. Aunque me costó reconocerla. Ya no tenía su pelito corto por los hombros con su bonita diadema con su característico lacito celeste, sino que tenía una melena bien larga y ondulada con una fina cinta de la que brotaba un flequillo lateral que resaltaba su rostro. Por un momento, me quedé paralizada, ya que me costó reconocerla.

-  Hola, Tan. ¿Te gusta mi nuevo look?

-¡Jane...! Estás...preciosa. Pero, ¿cómo te has peinado así? ¿De dónde has sacado esas extensiones?

- Ahora mismo te lo cuento todo. Pero, ¿te importa esconderme en tu habitación? No quiero que mi madre me vea así.

En ese momento, sentí más curiosidad, pero sobre todo, algo de preocupación. Esas palabras significaban que Jane se había peinado así sin el consentimiento de su madre, lo cual me parecía de lo más extraño porque el Hada Madrina era una madre estricta con ella, en el buen sentido, y Jane siempre le estaba pidiendo permiso para todo. Aunque esa vez, parecía ser que no fue así.

- Tarde o temprano te va a ver. Pero vale, adelante, dije cerrando la puerta tras de mí.

-¡Gracias! Y atenta porque no te vas a creer lo que ha pasado.

- Cuéntame, dije mientras nos sentábamos en mi cama.

- Mal, la hija de Maléfica, me ha lanzado un hechizo. Con su libro. Y mira qué guapa me ha dejado. ¡Este es mi pelo de verdad, te lo juro! ¡Mira qué largo y suave está!

-¿Qué? Espera, ¿ha usado magia en Áuradon? ¿Y encima, contigo?

- Sí, y ahora la gente me habla más. ¡Es increíble!, dijo, emocionada.

- Pero Jane, tú sabes mejor que nadie que la magia está prohibida en Áuradon. Como te pille tu madre, te va a castigar.

- Lo sé. Pero así la gente dejara de tratarme como la niña buena que siempre hace todo bien.

-¿Qué quieres decir...?

- Pues que la gente no me toma en serio y ahora que soy guapa de verdad, lo empezarán a hacer.

-¡Venga ya! ¡Tienes muchos amigos que sí lo hacen! - dije con el ceño fruncido - Y deja de decir que no eres guapa. Claro que lo eres, da igual lo largo que tengas el pelo.

- Yo no lo veo así, Tania, dijo, cabizbaja y con la voz algo quebrada.

Le miré fijamente a los ojos, que empezaban a humedecerse poco a poco y suspiré hondo para calmar mi enfado. Al final, Jane sólo era una chica con inseguridades que merecía que le recordaran lo mucho que valía.

- Mira, Jane. Tú vales mucho y no quiero que te menosprecies. No te lo mereces, ¿me oyes? No quiero que esto - dije tomando uno de sus mechones rizados - cambie su forma de ser.

- No lo hará, tranquila, dijo con una sonrisa.

- Vale. Espero que así sea - dije dedicándole una breve sonrisa mientras me levantaba de la cama - Disfruta de tu nuevo look, entonces. Yo tengo que irme.

-¿A dónde?

- Pues...a buscar a Lonnie. No la he visto en todo el día, dije evitando decirla que iba a ver a los chicos.

-¡Pero no me dejes aquí sola! Si me pilla mi madre me la voy a cargar.

- Jane, esto es cosa tuya. Dile a tu madre que has decidido cambiar el look para un nuevo curso.

- No puedo mentir a mi madre, no soy capaz.

- Jane, mira, yo te quiero mucho. Ya lo sabes, eres mi mejor amiga - dije posando mis manos en sus hombros - Pero de esta sólo puedes salir tú. Puedes hacerlo, ¿vale? ¡Buena suerte!

Salí de mi cuarto rápidamente y la dejé allí, en el pasillo.

- Tan...¡espera!, me llamó mientras me alejaba.

-¡Oh! ¿Jane? Pero, ¿qué te has hecho en el pelo...?, preguntó el Hada Madrina apareciendo detrás de ella.

-¡Mamá! Em...sólo quería un cambio de look para el nuevo curso y...

-¡Ah, ah, ah! ¡Ni me interesa! - la interrumpió ella y milagrosamente también salvó a Mal de ser castigada por usar magia - Ya estás pensando en cómo volver a tener el pelo que tenías antes. O al menos, no te hagas ningún cambio más sin mi permiso. Y espero, señorita, que esto no tenga que ver con magia.

Tras un par de segundos de silencio, Jane agachó la cabeza y respondió:

- Sí, mamá.

Aunque ellas no lo supieran, yo había escuchado toda la conversación mientras me iba y, sinceramente, me daba mucha pena Jane. Así que me prometí a mí misma que pasaría un buen rato con ella consolándola. Pero antes, tenía que conocer a Carlos de Vil. Quería saber cómo era en realidad ese chico de la Isla de los Perdidos.

La historia de Tania PorterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora