Carlos era un bailarín estupendo. Y eso que era hijo de la espantosa Cruella de Vil. Bailábamos con Jane y los demás cuando paramos a descansar un poco. Estábamos agotados por el torneo y de tanto bailar. ¡Menuda tarde llevábamos! Los dos nos pusimos a comentar el peinado de Jane. Ambos estábamos de acuerdo en que estaba perfectamente con su pelo corto y que no le hacía más guapa o menos sosa el tener pelo largo. Le dábamos vueltas al tema cuando vino Jay.
- Eh, tío - dijo dirigiéndose a Carlos - Me encuentro un poco mal, ¿y tú?
Carlos dudó un poco y, al final, habló.
- Ah, sí, yo también me encuentro mal. Perdonad, chicas, dijo mirándonos a Jane y a mí.
En ese momento, levanté una ceja. Me parecía raro su comportamiento después de haber estado perfectamente durante todo el rato.
-¿Qué os pasa? Hace un momento, estabais tan normales.
- Me duele la cabeza, será mejor que vayamos a las habitaciones, respondió Jay.
- Sí, a mí también. Debe ser por el cúmulo de emociones de hoy, añadió Carlos convenciéndome un poco más.
-¡Oh! ¿Estás bien?, preguntó Jane acercándose.
- Sí, pero creo que tendré que tumbarme. Gracias por el baile.
-No, ¡gracias a ti!, dijo yéndose a la pista de nuevo.
Carlos y Jay se dieron la vuelta y cuando se iban a ir, agarré de la mano a Carlos.
-¡Espera!
-¿Sí? Dime, Tania...
- Esto...¿quieres que me pase luego?, pregunté sin soltarle.
- Oh, no hace falta, gracias. Voy a estar en mi cuarto y creo que apagaré el móvil.
-¿Seguro? Bueno, pues cuídate mucho - dije mirándoles a los dos - Cuidaos mucho.
Se quedaron mirándome de una manera extraña. Era como si ocultaran algo y creyeran que yo sospechaba algo. No sé, intuiciones mías. Para no entretenerles, les seguí el rollo y les sonreí. Ellos me devolvieron la sonrisa mostrando un cierto alivio.
- Gracias, Tan. Disfruta del baile, dijo Carlos.
- Hasta mañana, Tan, dijo Jay.
- Adiós, chicos...
Les vi marchar y, de repente, vino Jane y me llamó para que bailara con ella. Y así fue, fuimos a la pista. Pero me quedó algo pendiente. Esa noche, quisiera Carlos o no, iba a ir a verles. Me daba pena que se hubieran puesto enfermos. Y rabia al no poder seguir bailando con ellos.
Por fin acabó el baile. ¡Había sido una pasada! Me despedí de Jane y me fui hacia la cafetería a por una bebida para Carlos y Jay. Fui hacia su habitación, pero antes me pasé a preguntar a mis amigas si se encontraban bien y me di cuenta de que Mal e Evie no estaban por ninguna parte. ¡Qué raro! Fue entonces cuando llegué a la puerta de Carlos y Jay y llamé.
- Hola, chicos...¿Estáis durmiendo? - pregunté en voz baja - Soy Tan. Os traigo un refresco.
Pero nadie respondió. Pensé que estarían durmiendo, así que decidí volver hacia mi cuarto con las bebidas en las manos. De repente, oí ladrar a un perro dentro de la habitación y no escuché ni a Carlos ni a Jay mandarle callar.
-¿Colega? ¿Estás solo?, pregunté intentando forzar la puerta.
Carlos y Jay estaban fuera y habían cerrado con llave. Era como si nunca hubieran ido a la habitación. Me empecé a poner nerviosa y, tras rebuscar en mi mochila, saqué una horquilla para abrirla. Al entrar, comprobé que sólo estaba Colega.
-¡Pero bueno! ¿Dónde están estos dos?, pregunté con el ceño fruncido.
Me senté en la cama de Carlos con Colega en mi regazo y, preocupada, cogí mi móvil para llamar a Ben.
-¿Sí?, contestó Ben con una voz cansada.
- Hola, Ben. ¿Qué tal? ¿Ya has vuelto del viaje a Camelot?
-¡Ah, hola Tan! Sí, por fin en casa. Por cierto, enhorabuena por el partido. Lo he seguido a través del canal de Jordan.
- Gracias. Te hemos echado de menos, lo sabes, ¿no?
- Siento no haber podido estar presente. Intentaré jugar en el siguiente, si no me surge ningún otro asunto - se disculpó él - Bueno, ¿en qué puedo ayudarte a estas horas?
- Em...¿sabes dónde están?
Ben no contestó en seguida y supe que me ocultaba algo. Algo que los hijos de los villanos le habían dicho a él y no a mí.
- Eh...¿a qué te refieres?, preguntó aclarándose la garganta.
-¡Vamos, Ben! Sabes perfectamente que me refiero a Mal, Evie, Carlos y Jay.
- Se pusieron enfermos. Estarán...en sus cuartos, lógicamente. ¿No has visto su InstaRoyal?
- Ben, no intentes ocultarme nada. No va a salir bien. Me he pasado para traerles un refresco y en el cuarto de los chicos sólo está Colega - insistí oyendo cómo Ben tragaba saliva. ¡Le había pillado! Y me tenía que contar qué pasaba - ¿Dónde están?
- Em...no puedo decírtelo, Tan. Lo siento.
-¡Por favor! - le rogué - Prometo no decírselo a nadie. Sólo quiero ayudar. ¡Ben, porfa, porfa!
- Bueno, está bien - cedió mi amigo unos segundos después - Pero no digas nada, ¿vale? No quiero alarmar a nadie.
-¡Te lo prometo! Y ahora, por favor, te suplico que me lo cuentes todo.
Ben empezó a decirme lo que no me contaron. Supuestamente, a Mal, Evie, Carlos y Jay les habían llegado unos mensajes amenazadores sobre que volvieran a la isla antes del sábado por la noche. Carlos había descubierto que esos mensajes venían de un grupo de villanos de la isla llamados: los Antihéroes, los cuales habían preparado una reunión en una red social privada de la isla conocida como la Red Oscura. Así que los hijos de los villanos habían vuelto a su isla natal para averiguar qué quería esa gente. Y además, en el espejo mágico de Evie no salían ni Jafar, ni la Reina Malvada, ni Cruella de Vil, o sea que también fueron a la isla para saber qué había pasado con sus padres. Y eso no fue lo único que me contó Ben. También me dijo que en su viaje a Camelot había visto un dragón. Un dragón grande, morado y de ojos verdes. Eso me impactó muchísimo. Me puse a pensar en todos los dragones que había visto, que era sólo uno. Y ese único dragón tenía los ojos verdes y también era morado. ¡Todos conocíamos a ese dragón porque todos le vimos en la coronación de Ben! Nos convirtió en estatuas y casi nos asa vivos.
-¿Un dragón, dices?, pregunté con un hilo de voz.
- Sí...morado y de ojos verdes.
-¿Entonces es...Maléfica?
- No lo sabemos todavía. Pero no se me ocurre nada más.
- Mejor obtener pruebas primero.
- Sí, eso haré, me aseguró él.
- Y en cuanto a los hijos de los villanos, espero que se encuentren bien en la Isla de los Perdidos.
- Yo también...estoy un poco preocupado.
- Tranqui, todo saldrá bien. Ah, y gracias por decírmelo, Ben. Ahora me siento más a gusto.
- De nada, Tan. Mantenlo en secreto, ¿vale?
- Sí, lo haré. ¡Hasta mañana, Ben!, dije despidiéndome.
- Adiós, Tan, respondió él.
Colgué y miré a Colega. El animal empezó a mover la cola y a gemir con tristeza. Entonces, le cogí en brazos y le dije:
- Y para que hoy no te sientas tan solito, tú vendrás a dormir conmigo. ¿Te parece, Colega? ¿Sí? - le dije mientras me daba unos lametazos en la mejilla - ¡Vamos, pequeño!
Entonces, salí de la habitación de los chicos y volví a mi cuarto, me cambié y me desplomé en la cama. Estaba agotadísima por el torneo, el baile y el susto que me habían dado los hijos de los villanos. Sólo esperaba que no lo pasaran mal en esa dichosa isla.
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La historia de Tania Porter
Roman pour AdolescentsHola, soy Tania Porter y soy la hija de los legendarios Tarzán y Jane. Soy una chica de selva, una loca curiosa, interesada por las aventuras y el riesgo. Os contaré mi historia, las aventuras que viví mientras estudiaba en la Academia Áuradon y cóm...