Capítulo 52: El hijo de Garfio

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-¡Harry!, exclamó Evie, sorprendida.

-¿Qué le has hecho a Ben?, preguntó Jay, amenazante.

- Ah, le hemos secuestrado - dijo mientras Carlos y yo nos mirábamos el uno al otro boquiabiertos - Si le queréis, decidle a Mal que se pase por el Fish and Chips de Úrsula...sola.

Ese pirata despiadado se había atrevido a secuestrar a nuestro amigo y si queríamos recuperarle, Mal tenía que ir sola a buscar a Uma. No pude evitar fruncir el ceño y mirarle con cara de querer dejarle en el suelo, pero decidí quedarme quieta.

-¡Oh, Jay, parece que has perdido tu toque...!, se burló él.

Jay estuvo a punto de pegarle, pero Evie le detuvo. Entonces, Harry miró a Carlos y lanzó una especie de ladrido para asustarlo y este se quedo mirándole en estado de shock. Al parecer, ese piratucho y sus matones solían reírse de Carlos por su miedo a los perros y atemorizándole con ladridos, lo cual me provocó que me entrara una rabia inmensa. Para terminar su espectáculo desafiante, se acercó a mí mirándome con sus ojos azules maquillados con sombras negras.

-¡Hola...! No estés tan seria, princesa. Si hacéis lo que os digo, no tendré que usar mi garfio con tu amiguito, dijo acariciándome con su afilado garfio.

Por un momento, me sentí rara. Estaba frente a otro de los espíritus de mis sueños que al parecer sí que existía y quería hacernos daño a mis amigos y a mí. Me acababa de amenazar y hasta intentaba darme miedo. Pero, no sé por qué, sus ojos color diamante decorados un elegante negro azabache me hipnotizaron. Juraría que también vi un brillo misterioso en los suyos al mirarme fijamente a mis ojos color esmeralda. Fue una conexión extraña, la cual sabía que tenía que romper rápidamente.

Me acarició con el garfio hasta casi llegar a mi barbilla mientras Carlos, Evie y Jay me miraban tensos y preparados para defenderme y, rápidamente, le agarré de la muñeca con la mano, sujetándola con firmeza y le miré seriamente a los ojos.

- No me llames princesa, le amenacé.

-¡Anda, pero si hasta tienes agallas...!, exclamó riéndose a carcajadas.

-¡Cállate! - dije agarrándole del cuello de la camisa con la otra mano - Y devuélvenos a Ben.

- Tan, ya está, olvídalo, dijo Evie poniendo sus manos sobre mis hombros.

- Para que vuestro querido rey vuelva, ya sabéis lo que tenéis que hacer. Ha sido un placer conocerte, dijo soltándose de un empujoncito con una risa de loco.

Me quedé en posición para ir tras él y decirle cuatro cosas, pero Carlos me agarró de la muñeca y me detuvo frente a él posando la mano en mi hombro.

-¡Ni lo intentes! - dijo él mirándome a los ojos seriamente - Tranquila. Deja que se vaya.

Miré a los ojos color chocolate de Carlos de Vil y cualquier energía extraña que me había transmitido Harry hacía unos segundos, se había esfumado. Se me formó un nudo en la garganta por la impotencia y, también, por tener a Carlos tan cerca sin que él supiera lo mucho que le necesitaba para ser feliz. Era mi refugio en carne y hueso.

- Lo siento...Sólo quería poner a este delincuente en su lugar.

Vi cómo el pirata se marchaba por donde había venido y suspiré profundamente en cuanto le perdí de vista. Agaché la cabeza y, cuando Carlos me pasó el brazo por los hombros para calmarme, sin poder evitarlo, me deje caer, sobre él. Mi mejor amigo me abrazó y me sentí en un momento muy agradable. Más bien, necesario después de tantas emociones juntas.

-¿Estás bien, Tan?, preguntó Evie.

- Sí, perdonadme si me he pasado. Pero no soporto que me vacilen y menos, cuando han secuestrado a Ben, respondí mirándola.

- De todas formas, has estado increíble. Has sabido actuar como una chica dura, así que te felicito, dijo Jay.

- Gracias, Jay. Me he sentido bastante bien cuando le estaba poniendo en su lugar, pero creo que me he pasado un poco, dije echando una risita.

- Así sabrá que no se puede meter contigo, dijo Carlos, sonriente.

Le volví a mirar a sus ojos de perrito de siempre y, sinceramente, estábamos muy pegados. Podría haber aprovechado para tener una escena romántica, pero me daba demasiada vergüenza y no estábamos en el mejor momento. Y, por supuesto, no podía romper la ley de las chicas: quitarle el chico que le gusta a mi mejor amiga.

- Gracias - dije con una sonrisa - Y ahora vamos a avisar a Mal.

- Por aquí, dijo Jay subiendo unas escaleras pegadas a la pared.

Subimos todos hasta un largo pasillo. En las paredes, había cuadros de Maléfica, de su inaguantable cuervo, Diablo, de su queridísima Fortaleza Prohibida, incluso, de Mal de pequeña. Muchos estaban arañados y el ambiente era tenebroso. Había muchísimos grafitis y ramas de espino dibujadas por todas partes. Estaba claro que Mal se aburría mucho. Anduvimos hasta una habitación al fondo y accedimos a un gran salón con sofás rasguñados, una nevera con mensajes como "Venganza" y cosas así, una alfombra desgastada y una gran mesa con un par de sillas por ahí tiradas. Y no quiero dar muchos más detalles, pero la cocina estaba bien asquerosa: llena de platos que llevarían sin lavarse años, servilletas tiradas por el suelo e, incluso, un vaso con leche...caducada, por supuesto.

Desde el otro lado del salón, oímos un sonido parecido a un spray de pintura. ¡Allí estaba Mal! Pasamos a su cuarto y la vimos pintándose a Carlos, Evie, Jay y a ella en la pared con un cartel que ponía "Podridos hasta la médula", cosa que me llamó mucho la atención. Además, se había vuelto a teñir el pelo. Ya no era de color rubio oxigenado con unas sutiles mechas moradas en las puntas. Ahora era todo violeta, completamente liso y, encima, llevaba un flequillo que, sinceramente, le daba otro rollo y la favorecía bastante.

-¡Mal, tenemos un problema!, la llamó Carlos.

-¿Qué hacéis todavía aquí? Y, ¿por qué habéis traído a Tania?, preguntó señalándome.

- Insistió en venir con nosotros, dijo Jay.

- Pero bueno, Tan, ¿no ves lo peligrosa que es la isla? Han podido hacerte daño, dijo acercándose a mí.

- Tranquila, Mal, yo estoy perfectamente. He venido aquí por ti, porque quería saber si estabas bien y si ibas a regresar a Áuradon, respondí firme ante la hija de Maléfica.

- Yo...no voy a volver, lo siento mucho, respondió ella.

-¡Mal, por favor! Tienes que ayudarnos. Harry y sus piratas han...secuestrado a Ben, dijo Evie.

Noté como Mal se preocupaba en seguida por Ben y entonces, se giró y seriamente dijo:

- Si no le hubierais traído, esto no habría pasado.

- Iba a venir de todas formas, dijo Jay.

-¿Qué vamos a hacer?, preguntó Carlos.

- Nada, no vamos a hacer nada - respondió Mal enfatizando el "vamos" - Uma ha dicho que vaya sola.

- Es verdad. Ha dicho que vaya sola - dijo Carlos sentándose - Y no pienso moverme de aquí.

Jay también se sentó y, al final, yo hice lo mismo. Me senté en un sofá rojizo y rasgado desde el que me despedí de mi amiga.

- Buena suerte, Mal.

Ella asintió y se marchó hacia el Fish and Chips de Úrsula. Evie se quedó de pie un rato más mirando a la puerta preocupada hasta que la pedí que se tranquilizara.

La historia de Tania PorterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora