Colega nos llevó por un camino entre los árboles, pero, por más que llamábamos a Ben, seguía sin contestar. De pronto, oímos un rugido detrás de nosotros y, al girarnos, vimos aparecer, de entre los matorrales, a una auténtica bestia. Era exactamente igual que el rey Bestia cuando aquella bruja lo hechizó hace muchísimo tiempo, pero era imposible que fuera él. Colega salió corriendo y yo lo cogí en brazos para que la bestia no le alcanzara, Carlos sujetó a Gil para que se echara hacia atrás y, así, no le arañara, y Jay cubrió a Harry antes de que la bestia se le tirara encima.
-¡Cuidado! ¡Aparta!, gritó Jay tirándole del brazo.
La bestia cayó al suelo rodando y se levantó de un salto. Mientras seguía rugiéndonos, dobló el brazo, como si le doliera algo, y escaló por una pequeña pendiente.
-¡Necesitas trabajar ese olfato!, dijo Harry a Colega.
- No estoy tan seguro, le defendió Carlos.
La bestia rugió una vez más y todos le miramos, paralizados.
- Esperad - dije achinando los ojos - Ese uniforme...
La bestia llevaba puesto un conjunto azul eléctrico con detalles dorados, es decir, los colores de Áuradon. Esa no era una bestia cualquiera. Se trataba de nuestro amigo al que estábamos buscando. Colega sí que había dado con él.
-¿Ben?, preguntó Carlos entendiendo a lo que me refería.
-¿Ha hecho eso Audrey? ¡Hm! Conocería esos pantalones, dijo Jay.
La bestia rugía, pero cada vez con menos fuerza, y se miraba la palma de su pata derecha con dolor.
-¡Oh, se ha hecho pupa! - adivinó Gil - Mi padre decía que su padre aguantaba el dolor fatal.
La bestia frunció el ceño y le sacó los dientes afilados.
- Y, ¿ahora qué hacemos?, pregunté mientras sostenía a Colega en mis brazos.
- Se os dan bien los animales. ¿No queríais ser veterinarios? Haced algo, nos sugirió Jay a Carlos y a mí.
- Eh... Bueno, parece ser que tiene una astilla clavada en la mano. Carlos, ¿haces tú los honores?, le pregunté con una sonrisa forzada.
-¿Yo? ¿No eras la tú la que curaba animales en la selva?
- Bueno, pues vamos los dos. Jay, cuida a Colega, dije entregándole el perrito en los brazos.
- Esto... vale, sí... allá voy - dijo subiendo la pendiente, poco a poco, mientras me escondía tras él - Hola, Ben. Soy yo, Carlos, ¿vale?
De pronto, la bestia hizo el amago de darle un zarpazo, pero, como estaba tan débil, no llegó a darle, y Carlos consiguió esquivarlo. Le agarré de los hombros para que no se cayera encima mío y ambos nos mantuviéramos firmes. Colega se sobresaltó y Jay le tapó los ojos mientras observaba la escena atentamente.
-¡Eh, Ben! Soy Carlos. Me conoces. Y ella es Tania.
- Somos amigos, ¿recuerdas? Venga, confía en nosotros.
La bestia rugió haciéndose la fuerte, pero luego gimió de dolor mirándose la astilla clavada.
- Deja que te ayude. Deja que te vea la mano. Eso es, chico, digo...bestia...rey...¡lo que sea!
-¡Vamos, aguanta! Creo que te va a doler un poquito...
- ¡Oh, sí, es enorme! Voy a contar, ¿de acuerdo?
- Uno, dos..., contamos al unísono.
A la de tres, Carlos tiró de la astilla y Ben rugió de dolor, pero sintiéndose aliviado, y los demás sonreímos, satisfechos.
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La historia de Tania Porter
Ficção AdolescenteHola, soy Tania Porter y soy la hija de los legendarios Tarzán y Jane. Soy una chica de selva, una loca curiosa, interesada por las aventuras y el riesgo. Os contaré mi historia, las aventuras que viví mientras estudiaba en la Academia Áuradon y cóm...