¿Recordáis que dije que pasaron cosas maravillosas? ¡Pues de mi mente no se irá nunca el día en el que me di cuenta de que estaba enamorada! El amor siempre lo he respetado, adorado e, incluso, admirado. Pero nunca había tenido una oportunidad con él. Estábamos en clase de ciencias forestales mágicas atendiendo a nuestra profesora, Abigail, cuando noté que alguien me miraba debido a mi avanzado sentido de la intuición. No sabía quién era, pero sí dónde estaba. Miré yo hacia allí y era Carlos, que al ver que le devolvía la mirada, se sorprendió y me sonrió, algo incómodo. Al ver que yo le devolví la sonrisa, se relajó. Él siempre tan tierno.
Hasta entonces, todo había sido muy normal. Él seguía siendo tan bromista y amable como siempre y hasta llegué a olvidar la idea de Ally, Jane y Jordan sobre que podría haberse enamorado de mí. Pero aquella vez, todo eso volvió a mi mente. Sobre todo, ese momento tan incómodo que tuvimos en el pasillo.
Unos minutos más tarde, sonó la campana y salí de clase. Esperé a los hijos de los villanos para ir a comer juntos y, después, cuando ya volvíamos a nuestros cuartos, Carlos me preguntó que si tenía algo que hacer esa tarde y le dije que no.
-¡Perfecto! Entonces, ¿te importa si damos una vuelta todos juntos?
Yo sonreí y asentí sin dudarlo. Pasar una tarde con todos mis amigos era un plan maravilloso. Cuando nos despedimos, Carlos me dijo que me recogía a las seis y que seguro que nos lo pasábamos muy bien. De eso estaba segura.
Decidí ponerme un mono corto sin hombros color verde menta bajo una chaqueta vaquera blanca, con un cinturón dorado y unos botines negros con cordones amarillos. Como accesorios, me puse un colgante de una flor dorada y una fina diadema de gemitas verdes en el pelo. Creía que estaban todos esperándome en la puerta, pero cuando abrí la puerta, sólo estaba él, Carlos. Llevaba una chaqueta de cuero negra y una camisa blanca con puntitos negros, unos pantalones cortos rojos y unas zapatillas blancas y rojas. Iba muy mono, como siempre, pero me pareció extraño verle sólo a él.
- Hola, Tan, me saludó con un ligero temblor de voz.
-¡Hola! ¿Y los demás?, pregunté asomándome al pasillo.
- Nos esperan allí. ¡Vamos!
Yo asentí y fui con él. Al salir de la academia, vi un coche negro esperándonos. ¡Era un coche alquilado para nosotros!
- Bueno, ¿dónde hemos quedado?, pregunté una vez que había arrancado.
- Vamos al Edén.
-¿Qué? ¿Al Edén? ¿Es que se celebra algo de lo que no me he enterado?
- Bueno, ha sido idea de Audrey. Quería que pasáramos ma tarde en un sitio especial. Y el Edén lo es, ¿no?, dijo, algo cortado.
-¡Ah, sí sí! Pues vámonos, dije yo entre risas.
Llegamos al Edén y pasamos al lado de un río de piedras que tuvimos que cruzar. Carlos y yo nos ayudamos entre nosotros. Después, atravesamos un paseo lleno de arcos de flores y hojas. Así era el Edén. Un sitio precioso e ideal para ir en pareja. Por eso me pareció tan raro que el grupo decidiera quedar allí. Unos minutos después, llegamos a la entrada de una cueva, donde había un río al lado.
-¡Aquí es! ¡Vamos, extenderé la alfombrilla!, dijo sacando cosas de su mochila.
-¡Espera, Carllos...!- dije mirando alrededor - Has dicho que los demás ya estaban aquí. Yo no les veo por ninguna parte.
- Eso han dicho. Pero...al parecer no han llegado todavía. Tranquila, les esperaremos aquí, dijo haciéndome hueco a su lado.
- Está bien..., dije yo, cada vez más extrañada.
-¡Vamos, ponte cómoda! ¿Quieres tomar algo?, preguntó, algo nervioso.
- Deberíamos esperarles, ¿no crees?, sugerí.
- Bueno, sí...Como quieras, dijo mientras me sentaba a su lado.
Estuvimos mirando toda la naturaleza que había a nuestro alrededor y, a medida que pasaba el tiempo, notaba que Carlos parecía algo cansado. Como si hubiera hecho un esfuerzo y estuviese desanimado. Entonces, fue cuando me di cuenta de que ya tardaban demasiado en venir. No estaba asustada, pero sí confundida. Vi que Carlos me sonreía de vez en cuando y señalaba cosas para que las comentáramos, como las nubes, las plantas, el río...pero algo raro estaba pasando. Finalmente, caí en lo que sucedía.
- Oye Perrito - empecé a decir en confianza - No van a venir, ¿verdad?
- Lo...lo siento...Puede que se les haya olvidado, respondió sin mirarme.
- Yo me refiero a otra cosa - insistí mientras él me miraba a los ojos con cara de perrito asustado - Dime la verdad. ¿Esto es...una cita?
Él me miró fijamente y, al cabo de unos instantes de reflexión, asintió tímidamente. Creía que me iba a parecer mal o algo así. Sin embargo, yo no me enfadé, sino que sonreí.
- Sabía que tarde o temprano te ibas a dar cuenta...Eres muy lista. Y yo, un inútil para estas cosas.
-¿A qué te refieres?, le pregunté.
- En la isla nunca salí en pareja con nadie...Ya sabes, allí no existe el amor - me contó mientras yo le miraba con tristeza - No sabía cómo hacerlo de otra manera.
- Oye, no importa. De verdad - dije dándole vueltas a la palabra "amor" - Pero, ¿por qué no me has dicho que era una cita?
- Me daba vergüenza...
-¿Y has tenido que fingir para eso? Si me hubieras pedido una cita desde el principio, no tendrías que haber sido tan sumamente caballeroso conmigo y molestarte en planear todo esto.
- Lo siento - dijo cerrando con fuerza los ojos - La verdad es que se nota que yo no soy tan romántico como Ben. Además, pensé que tú...te enfadarías o pasarías de mí.
- Yo no haría eso, Perrito. No podría, dije esbozando una sonrisa.
- Tan..., dijo Carlos mirándome a los ojos de nuevo.
-¿Sí?, pregunté sonriendo.
- Desde que te conocí, siempre me ha encantado que fuéramos amigos. Desde que me diste ese abrazo tan especial en el bosque me sentí muy a gusto contigo. Me gustó jugar al croquet contigo en el Día de la Familia y que bailásemos en la coronación. Me encantó que nos defendieras a mis amigos y a mí cuando los demás no nos querían aquí. Y, además, me hizo muy feliz que te unieras a los Caballeros Guerreros. Tienes un corazón enorme y... - yo asentí con cada cosa que decía y vi que, de pronto, él se sonrojaba y se rascaba el pelo, nervioso - En fin, a lo que voy es que...no sé qué es lo que siento porque aún no entiendo bien el amor, pero...¿podríamos ser...algo más que...amigos sin más?
- Algo más - repetí conteniendo la alegría que eso suponía para mí - Pues, ¿sabes qué? Yo me he estado planetando lo mismo.
-¿En serio?, preguntó, emocionado.
- Sí. Tú te has convertido en mi mejor amigo porque siempre estás ahí cuando lo necesito y cuando no. Eres el chico más compasivo y gracioso que he conocido y, además, siento que nunca me siento juzgada cuando te cuento mis problemas.
- Eso...me hace muy feliz, Tan - dijo con una gran sonrisa - Nunca me había sentido así con nadie.
Carlos me ofreció la palma de su mano para que pusiera la mía contea ella. No tenía claro si se refería a que fuésemos algo más en el sentido romántico, pero, desde luego, Carlos y yo no éramos amigos sin más. No sentía lo mismo hablando con Jay o con Ben que cuando estaba a su lado. A los otros los quería mucho, pero Carlos era especial. Ambos lo notábamos el uno con el otro. Fuera como fuera, a partir de ese día, Carlos y yo éramos uña y carne. Junté mi mano con la suya y esa vez, entrelazamos los dedos y nos quedamos agarrados el uno del otro mirando el atardecer. Ahí tenía clarísimo que estaba completamente enamorada de mi mejor amigo. Pero quería que todo fuera tan perfecto que me daba miedo ir muy rápido, por si se fastidiaba. Así que nos quedamos en un pasito más con la intención de hacer las cosas bien. Más tarde, regresamos a la Academia en el carruaje.
Carlos no entendía exactamente qué era el amor, pero yo sí. Y juraría que mi corazón empezó a palpitar de forma distinta cada vez que me juntaba con él. Ya no era un simple amor amistoso. Era algo más.
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La historia de Tania Porter
Novela JuvenilHola, soy Tania Porter y soy la hija de los legendarios Tarzán y Jane. Soy una chica de selva, una loca curiosa, interesada por las aventuras y el riesgo. Os contaré mi historia, las aventuras que viví mientras estudiaba en la Academia Áuradon y cóm...