Capítulo 23: La escama de la serpiente

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El Gran Duque nos abrió la puerta y nos permitió pasar a su despacho amablemente. Nos dejó sentarnos en un sofá comodísimo y al lado de la ventana. Entonces, Ben comenzó a hablar:

-¿Recibió mi mensaje anoche? Le pido disculpas por las prisas.

- Oh, sí, señor. Tal y como solicitó, envié mensajes por todo el reino para ver si alguien se había topado con esa criatura. Mis hombres son muy meticulosos y comprenden que este tema tiene una prioridad tan alta como la Operación Zapato de Cristal. Según vuestra nota, estamos buscando cualquier señal de un dragón morado, ¿correcto? Ejem...¿como Maléfica?, dijo el Gran Duque.

- Sin confirmar de momento. Que sepamos, ella sigue encerrada en la biblioteca sin suponer peligro alguno.

- Cuando la convirtieron en lagarto, parecía bastante inofensiva, incluso, mona, si me permite, señor. Dicen que los lagartos son fantásticos como mascotas.

Yo no pude evitar echar una pequeña risita y Ben me miró con una sonrisa y una ceja elevada tratando de contenerse.

-¡Oh! He recibido esto justo antes de su llegada. Además del informe que recibió Merlín de una criatura en el valle de Charmington, parece que no ha habido daños por incendio, ni ganado, nada. Sin embargo, esta mañana hubo otro incidente en Cenicientaburgo.

-¿Qué tipo de incidente?, pregunté, interesada.

- Esta mañana temprano se vio una criatura en un gallinero. Sin embargo, el granjero afirma que el animal no parecía un dragón, si no una serpiente morada.

- Podría estar relacionado con lo que buscamos. Vayamos a echar un vistazo, dijo Ben.

Tras un breve viaje en coche, llegamos a Cenicientaburgo, un pueblecito cercano a Charmington y muy diferente a la ciudad de Áuradon. Yo me sentía más cómoda sobre un terreno más rural, aunque se notaba que Ben y el Gran Duque no estaban precisamente acostumbrados a andar por aquellos caminos de piedras y tierra húmeda.

- Majestad, gracias por venir, dijeron los granjeros.

- Hola. Soy Tania, la hija de Tarzán. Encantada. Estoy aquí para ayudar con la investigación, dije presentándome ante ellos.

- Un placer, querida, dijeron ellos con una sonrisa.

- Me han dicho que esta mañana han visto una serpiente extraña en su granja, dijo Ben.

- Sí, señor. ¡Apareció de repente y se llevó tres huevos del corral! Es la serpiente más grande que he visto en mi vida, sin duda, y muy morada. Grité muchísimo, respondió la señora.

- También tenía unos colmillos grandes. Hemos tenido suerte de que no se haya llevado una oveja...o una vaca, comentó el señor.

-¿Sería posible ver el gallinero?, preguntó Ben.

- Por supuesto, señor. Por aquí.

El matrimonio nos guío hasta su corral, que estaba todo patas arriba. Ben se arrodilló para rebuscar entre la paja y el interior del lugar.

-¿Qué busca? Puedo enviar lacayos para que lo hagan, dijo el Gran Duque.

A mí me pareció demasiado exagerado que se necesitaran hombres para buscar una simple pista. Ben no era el tipo de rey que se angustiaría si se le manchara el traje durante una misión.

- No es necesario. Creo que he encontrado lo que buscábamos.

-¿Qué es?, preguntó el Gran Duque.

-¡Es una escama de la serpiente! ¡Buen trabajo, Ben!, exclamé al ver lo que había encontrado.

- Gracias. Han sido de gran ayuda. Mi personal les enviará una docena de huevos por las molestias, dijo Ben dirigiéndose a los señores.

- Gracias de todo corazón, señor, respondieron ellos.

- Sí, muy bien, muy bien, de verdad, gracias por su rápida respuesta. Y no duden en avisarnos si la vuelven a ver.

El Gran Duque, Ben y yo nos íbamos a ir de vuelta al coche para volver a Charmington cuando la mujer se acercó a nosotros.

- Por favor, señor, corre el rumor de que Maléfica no está vigilada como pensábamos. Dicen que ha estado atacando Áuradon. ¿Podría tener algo que ver con la serpiente que he visto hoy?

-¿Dónde ha oído eso?, pregunté, sorprendida.

- Mi primo vive en los Altos de Camelot, y dijo que por esa zona hay un dragón morado que causa estragos y lo arrasa todo.

Ben asintió, pues era cierto lo que decía la señora.

-¿Es Maléfica?

Ben cogió su móvil y, a modo de respuesta, le enseñó un vídeo en directo del pequeño lagarto, que estaba durmiendo tranquilamente en su jaula.

-¿Qué le parece?

- Quizá se transforma y sale y luego vuelve a convertirse en lagarto. Es astuta, insistió la mujer.

- Avísenos si ven de nuevo a la serpiente, pero, por favor, no se preocupen. He enviado soldados imperiales para que protejan Charmington, dijo Ben.

Después de eso, Ben y yo volvimos al Castillo Majestuoso, donde nos esperaba Chad para volver a Áuradon.

-¿Todo listo?

- Sí. Vamos. Te dejaremos en la Academia, nos va de paso.

-¿A dónde vais? Quizá vaya con vosotros. Hoy no tengo nada mejor que hacer, sólo deberes. Ahora ya no me los hace Evie. Ni Doug.

- Como debe ser, comenté dedicándole una sonrisa arrugando la nariz.

- Vamos al País de Nunca Jamás.

- Vale. Me quedaré en la Academia Áuradon, si no os importa. Uno de los Niños Perdidos todavía está enfadado porque le robé el disfraz de osezno la última vez que jugamos contra ellos. Volvió a sacar el tema del partido ayer, pero, ¿fue culpa mía que no lo recuperara?

- Fue culpa tuya que alguien lo encontrara y lo convirtiera en una alfombra, le reprochó Ben.

- Sí, puede que tengas razón...

La historia de Tania PorterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora