Capítulo 51: El hijo de Gastón

82 1 0
                                    

-¡Eh, chaval! - dije haciéndome la dura - No te cruces en mi camino.

-¡Oh, lo siento, guapa, no te había visto! Soy Gil, dijo dedicándome una amplia sonrisa - El pirata se acercó a mí para enseñarme sus increíbles músculos, pero yo me aparté antes de que pudiera tocarme. Jamás me acercaría a él y menos, si estaba en la obligación de no ser amable con nadie de la Isla de los Perdidos. Entonces, me crucé de brazos y le miré seriamente intentando ser rebelde. Mis amigos parecían sentirse orgullosos de mi actuación y vi cómo se miraban entre sí asintiendo - ¡Oh, una chica dura! Me gusta. Oye, ¿no eres demasiado guapa para ser de aquí?, preguntó con tono ligón.

-¿Es que...las villanas tenemos que ser feas?, dije disimulando.

-¡Muy buena!

- Mira, tío, no puedo seguir perdiendo el tiempo contigo. ¡Adiós!, dije andando en otra dirección.

Todo había salido genial. El chico no había sospechado casi de mí y ya estábamos a punto de quitárnoslo del medio. Pero entonces, el pirata llamó a Ben y lo detuvo donde estaba.

-¡Eh, hola! Tío, yo te conozco, dijo mirando al rey de arriba a abajo.

- Nah, tío, no te conozco de nada, respondió Ben con un disimulado tono rebelde.

-¡Claro que me conoces!, dijo mientras describía a su supuesto padre, pero lo hizo de una manera tan extraña que todos nos miramos mutuamente sin entender nada de lo que decía.

- "Ya casi está. Ahora vámonos", pensé cuando Gil empezó a señalar un cartel garabateado que estaba en una pared detrás nuestra.

En él estaban Mal y Ben con un mensaje positivo hacia los hijos de los villanos: "Tú también puedes". El pirata lo miró fijamente y luego se fijó en Ben hasta que se dio cuenta de que era él a quien tenía en frente.

-¡Oh, tú eres el rey Ben!, soltó.

-¡Chitón!, dije intentando cerrarle la boca.

- Y, ¿tú quién eres? No eres de la isla, ¿verdad? No me suenas de nada, dijo echándome un vistazo rápido.

- Vale, suficiente..., dije corriendo a toda pastilla.

Los hijos de los villanos, Ben y yo nos escapamos de él entre unos callejones empujando cestas, puestos y habitantes de la isla que se ponían en medio hasta llegar a un lugar seguro. Si ese chico nos había descubierto, ¿le diría al resto de la tripulación que estábamos en la isla? O peor, ¿y si se lo decía a Uma, la hija de Úrsula?

Se me estaban quitando esos pensamientos negativos cuando llegamos a la casa de Mal. Jay lanzó una piedra a un cartel de metal que era la llave para abrir la puerta a la casa. Ben respiró hondo y todos le deseamos suerte antes de que subiera a hablar con Mal. Tenía que convencerla para que volviera a Áuradon con nosotros, con Ben y con todos nuestros otros amigos porque aunque no fuera como la Reina Aurora, Blancanieves u otra bellas y delicadas princesas, era lo que Ben necesitaba. Pero ella aún no sabía verlo.

Mientras le esperábamos, me quedé pensativa y recordé al chico de antes. Empecé a visualizar de nuevo cada uno de los detalles para comprobar que era el mismo que el de mis pesadillas: sus guantes sin dedos amarillos, sus botas piratas, su cinturón, su chaleco de cuero anaranjado y sucio, su desgastado pañuelo que llevaba en la cabeza y, por supuesto, sus musculosos brazos de fortachón. También repasé mentalmente todo lo que había dicho y me acordé de las palabras que usó para describir a su padre: fuerte, elegante y cuello grueso. Me vinieron a la cabeza muchas imágenes de villanos así, pero sólo uno de ellos tenía esa forma de presumir ante las mujeres usando sus músculos de exposición y su gran estructura corporal. Y sin darme cuenta susurré su nombre con un tono en el que los hijos de los villanos consiguieron oírme:

- Gastón...

-¿Has...dicho algo, Tan?, preguntó Jay.

- Estaba pensando en el pirata de antes, respondí.

-¡Ah, sí, nos ha pillado! Pero tengo que felicitarte, has actuado muy bien ante él, dijo Evie con una sonrisa.

- Gracias, Evie. Pero ahora que me doy cuenta, ese chico es una de las siluetas que aparecían en las pesadillas que he tenido últimamente.

-¿Qué? ¿En serio? ¿Cómo sabes que era él?, preguntó Carlos, sorprendido.

- Su voz es clavadita y su aspecto también. Y recordando todo lo que nos ha dicho, he caído en que tal vez sea el hijo de Gastón, dije mirándoles a todos.

-¡Sí que lo es! Si su nombre era Gil y era hijo de Gastón, tenemos un problema, dijo Jay.

-¿Por qué...?, pregunté, tensa.

- Porque uno de los mayores compinches de Uma es él, Gil, el hijo de Gastón, respondió.

-¡Oh, no! Entonces la hemos fastidiado, dije llevándome una mano a la cabeza.

-¡Que no cunda el pánico! Aún no sabemos qué habrá hecho ese chico...No parecía muy listo, empezó a decir Evie cuando vimos bajar a Ben escaleras abajo.

Estaba encorvado, cabizbajo y, nada más preguntarle si Mal iba a venir, respondió con una voz ronca unas palabras que no nos gustaron nada:

-¡No va a volver!, dijo mientras se alejaba.

-¿Qué? ¡No puede ser! Hablaré con ella - dijo Evie acercándose a un megáfono que estaba colgado en la pared - ¿Mal? Mal, soy yo. ¡Vamos!

-¡Vete de aquí!, contestó Mal desde arriba.

Parecía estar bastante ofuscada en ese momento y decidimos darla un tiempo hasta que se le pasara. Entonces, pensábamos reunirnos con Ben hasta que Carlos se dio cuenta de que no estaba por ninguna parte.

-¡Eh, chicos! - nos llamó - ¿Dónde está Ben?

-¿Ben? ¡Ben! - le llamó Evie - Vamos, no nos des esos sustos.

-¿Que no os de sustos? Si es mi especialidad, dijo un extraño acercándose con una voz aguda en tono burlesco.

En ese instante, un escalofrío me recorrió el cuerpo entero. Vi a un muchacho musculoso con una camiseta blanca de tirantes rasgada y una de esas chaquetas que llevan los piratas de color rojo, y sobre su alborotado pelo castaño y sus ojos de color azul brillante, llevaba un sombrero negro que iba a juego con sus botines. Me dio muy mala espina desde el primer momento porque me di cuenta de que ese era el otro compinche amigo de Uma. Algo me decía que algo muy malo estaba pasando en este momento.

La historia de Tania PorterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora