Llevaba unos días pensando y replanteándome un tema que me tenía un poco preocupada. Resulta que últimamente, mis notas habían bajado un poco más de lo normal. No eran malas del todo, pero sí que había suspendido alguna vez. Y es que entre el R.O.A.R, el torneo y los entrenamientos, las clases y todos mis problemas personales, se me hacía difícil sacar mejores calificaciones.
Mientras desayunaba en la cafetería, pensativa, removiendo el vaso de leche con la cuchara y perdida en mis pensamientos, Carlos y Jay se sentaron delante mía trayendo sus bandejas del desayuno consigo.
- Hola, número nueve. ¿Qué haces aquí sola?, preguntó Jay.
- Pareces triste, añadió Carlos.
- Sí, estoy un poco desanimada, contesté sin mirarles.
-¿Y eso? ¿Mucho estrés con los exámenes?, preguntó Carlos.
- Más o menos - susurré tratando de contenerme al máximo - Es que...creo que me voy a desapuntar del R.O.A.R.
Al decir esto, Jay se atragantó con la leche que estaba bebiendo, tosió y cuando se había secado, me preguntó histérico:
-¿¡Cómo dices?! ¿Por qué?
- Es que son demasiadas cosas y estoy flojeando en mis notas últimamente... Es a mí a quien más le duele irse, dije tristemente.
- Pero es que ahora Ben no puede ocuparse del R.O.A.R tampoco y si tú te vas...no tiene gracia, dijo Carlos.
Le miré fijamente. Estaba preocupado, a pesar de que se estaba enamorando de Jane, ahí me demostraba que yo le importaba mucho y que era un miembro fuerte de los Caballeros Guerreros. Pero tenían que entenderme. Si seguía suspendiendo, podría repetir curso y eso sería horrible. Había cumplido mi sueño de jugar en el torneo, había vivido los ánimos del público, las piñas que hacíamos al terminar los entrenamientos, los reconocimientos por los pasillos y cuando me pedían fotos para subirlas a las redes... Era casi como ser famoso, y es que lo era, más o menos. Había sido la primera mujer en la Historia del Torneo de todo Áuradon. Eso ya lo había sentido y habían sido experiencias únicas e inolvidables. Pero había más cosas que me preocupaban más que el torneo, por ejemplo, mi futuro. Si quería tener un buen trabajo y ser buena estudiante, dolorosamente tendría que renunciar al R.O.A.R.
- Lo entiendo perfectamente, chicos. Pero ahora mismo no puedo estar en el equipo. Esto es...como un descanso de la número nueve, un parón para solucionar mis asuntos durante un tiempo y, si veo que voy bien, vuelvo a la carga. Pero ahora necesito un respiro para no suspender, ¿entendéis?, expliqué mirándoles a los dos.
- Sí, claro que lo entendemos. Pero esto no será lo mismo sin ti. Recuerda que eres nuestra chica, dijo Jay, cabizbajo.
Le cogí de la mano con una sonrisa y le miré a los ojos tristemente.
- Eso lo seré siempre, esté o no en el equipo. Y el hecho de que rompierais las reglas por mí es algo que no olvidaré jamás. ¿Estarías dispuesto a hacerlo de nuevo algún día, capitán?, pregunté.
- Pues...es una decisión difícil, pero bueno...por ti, lo que sea, contestó, sonriente.
- Gracias a los dos. Sois increíbles.
Los tres nos dimos un abrazo e hicimos el saludo de los Caballeros Guerreros de Áuradon: palma, palma por detrás, puño desde abajo, puño desde arriba, choque de puños, movimiento de dedos hacia atrás y terminamos dándonos la mano como si fuéramos a echar un pulso. Era nuestro saludo para todo y cada vez que lo hacíamos, nos sentíamos familia. Y es que, prácticamente, lo éramos. Ellos eran los hermanos que nunca tuve, junto con mi equipo, Ben y Doug. Jane era mi hermanita a la que le contaba todo (o casi todo) y, por tanto, mi mejor amiga, Audrey era la hermana refunfuñona a la que quería igualmente; Mal, mi hermana rebelde y también casi reina de Áuradon e Evie, la hermana más estilosa y talentosa. No podía sentirme más orgullosa de ellos.
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La historia de Tania Porter
Novela JuvenilHola, soy Tania Porter y soy la hija de los legendarios Tarzán y Jane. Soy una chica de selva, una loca curiosa, interesada por las aventuras y el riesgo. Os contaré mi historia, las aventuras que viví mientras estudiaba en la Academia Áuradon y cóm...