Pasó media hora y yo estaba perdida en mis pensamientos. Le estaba dando vueltas a ese momento casi mágico que tuve con Harry Garfio. Tenía que admitir que era un chico bastante atractivo. No sólo por su ojos cian, su maquillaje negro, sus ropajes o su cresta morena, si no también por su misteriosa personalidad. Sí, era muy mono, pero era un villano. Había secuestrado a mi amigo y se había atrevido a llamarme "princesa". Por muy guapo que fuera, no podía permitirme dejarme engañar. Seguía siendo malo. Espera, ¿a qué venían tantas dudas? Ni que en el fondo hubiera querido saber más de ese piratucho engreído. ¡Para nada...!
De pronto, Mal volvió frustrada a la guarida. En seguida, nos levantamos y fuimos a preguntarle, pero su cara no mostraba mucha felicidad.
- Si queremos de vuelta a Ben, hay que llevarle la varita, soltó realmente seria.
-¿Qué? ¡No podemos darle la varita a Uma!, soltó Evie.
-¡Obvio que no! ¡Nos destruiría a todos!, añadí yo.
- Pero si no se la damos, adiós Ben, dijo Carlos.
Todos empezamos a discutir hasta que Mal puso orden y se le ocurrió una idea fascinante.
-¿Qué tal una varita falsa?, sugirió.
-¡Claro! Con la impresora 3D, chupado, dijo Carlos.
- Pero necesitamos una distracción, dijo Evie.
-¡Bombas de humo!, soltó Jay.
-¡Eso es! ¡Manos a la obra!, dije, emocionada.
-¡Bien, iremos a buscar las bombas al local de Lady Tremaine!, dijo Evie.
- Vale, nos vemos a las doce en la bahía, concluyó Mal.
Mientras Mal e Evie recogían sus cosas, nosotros planeamos nuestra parte del plan. Me imaginaba que íbamos a ir a Áuradon y luego volver juntos a la isla, pero en vez de eso, Carlos dijo algo que me sentó como una punzada en el pecho.
- Vale, Jay, vamos a por la varita, dejamos a Tan y volvemos corriendo antes de las doce sin que nadie nos vea.
Noté como las chicas se miraban mutuamente al escuchar sus palabras. Al igual que yo, se temían que algo no cuadraba.
- Espera, espera - dije achinando los ojos - No he entendido la parte de..."dejamos a Tan".
-¿No es obvio? No puedes arriesgarte a algo tan peligroso, dijo Carlos como si nada.
- A ver si te queda claro - dije soltando una risa irónica para cortar la tensión que se estaba generando entre él y yo - Yo decidí venir a la isla para rescatar a Mal y hasta que no lo consiga, no voy a parar.
- Tan, ya has visto la isla. Ya te has divertido. ¿Qué más quieres, que te secuestren a ti también?
-¡Ah, es por eso! - exclamé con una sonrisa falsa y cada vez, más molesta - Mira, que hayan secuestrado a Ben, no quiere decir que me vayan a hacer daño a mí.
- Pero, ¿y si lo hacen? Tan, si te llega a pasar algo... - dijo mirándome a los ojos y tragándose algo que realmente quería decir para usar otras palabras - me sentiría...culpable, ¿vale?
¿Creéis que eso es bonito? Está bien que le importe y que me diga que si algo me pasara, se sentiría mal. Pero, ¿quién no lo haría? Pues en vez de bonito, eso me pareció decepcionante por su parte. Me estaba llamando débil a la cara, tal cual.
- Pues no deberías porque yo también puedo estar podrida hasta la médula. No les tengo miedo a esos piratas y si han secuestrado a mi amigo, yo no me pienso quedar de brazos cruzados, dije ya con el ceño fruncido.
- Es mejor que te quedes a salvo en Áuradon, dijo ya perdiendo la paciencia.
- Confía en mí y deja que...
-¡He dicho que te quedes!, gritó sin dejarme acabar - Ese tono tan alto me sentó como si me hubieran dado con un mazo en el corazón. Quise evitarlo, pero mi cara empezó a enrojecer automáticamente, de mi ojo derecho salió una sola lágrima y mis labios empezaron a temblar. Mal, Evie y Jay contemplaban la escena con el corazón en la boca - Entiéndelo, por favor...Lo hago por tu bien, dijo Carlos queriendo darme de la mano.
Retrocedí con cara de asombro ante su actuación. Claro, quería que me quedara a salvo como su querida Jane y que los piratas no me hicieran pupa. ¿Quién se creía que era? ¿Mi padre? Respiré hondo y le repetí lo mismo que le dije a Jay cuando no le permitió a Lonnie la entrada al equipo:
- Tú no decides lo que es bueno o malo para mí. Eso sólo lo sé yo.
Suspiré y me marché sin mirar a nadie hacia la limusina. Estaba en la isla, pero si me hubiera soltado algo así en Áuradon, me habría sentido igual de mal. Encima que le estaba dejando el camino libre para que se quedara con Jane, va y me lo agradece con eso. Claro, que él no era consciente de ese pequeño gran detalle...Nunca había discutido con mi mejor amigo y, sin duda, ese fue uno de los peores momentos de mi vida.
Corrí sin importarme que estuviera pisando charcos y chocándome en los callejones, pero estaba tan furiosa que me daba igual todo. Cuando llegué a la limusina, me puse parte de la lona en la cara y grité desahogándome sin que nadie me oyera. Después, recogí unas cuantas piedrecitas y me subí a la capota de la limusina a esperarles. Empecé a tirar las piedras con rabia imaginándome que eran Carlos. En ese momento, sólo en ese momento, le odiaba más que a Chad, y ya es decir.
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La historia de Tania Porter
Roman pour AdolescentsHola, soy Tania Porter y soy la hija de los legendarios Tarzán y Jane. Soy una chica de selva, una loca curiosa, interesada por las aventuras y el riesgo. Os contaré mi historia, las aventuras que viví mientras estudiaba en la Academia Áuradon y cóm...