Todo ocurrió hacía ya dos años, en diciembre. Era el final del primer trimestre de mi segundo año de carrera y, esa misma noche, se iba a celebrar una fiesta antes de las vacaciones de Navidad. Nuestro profesor se despidió de todos nosotros y, cuando sonó el timbre, gritamos de felicidad y salimos de las aulas, sintiéndonos libres.
-¡Qué ganas del baile!, exclamó Carlos, emocionado.
-¡Ya te digo! No sé cómo no me ha explotado la cabeza con estos últimos exámenes.
- Tranqui, Tan. Sólo nos quedan dos añitos más para terminar la carrera y podremos abrir nuestras propias clínicas. Ya estamos justo en el ecuador, dijo pasándome el brazo por los hombros.
- Sí, es pan comido, dije con una sonrisa.
Al final del pasillo, estaba esperando Jane, que acababa de salir de la última clase de Bondad curativa. Ella quería ser profesora, como su madre, así que, para entonces, estaba de prácticas en las clases del Hada Madrina. Al verla, Carlos fue corriendo a abrazarla, separándose de mí. Tal vez, antes eso me habría afectado un poco, pero, en ese momento, ya tenía otro chico en mi cabeza y ese era Harry Garfio. Dejé a los tortolitos contarse qué tal les había ido el día con la timidez que tenían siempre y salí del edificio. Allí, me estaba esperando ese apuesto pirata que había conquistado mi corazón. Desde el momento en el que me pidió salir, siempre había estado pendiente de mí, haciéndome reír, cuidándome y consolándome cuando me sentía mal. Era atento, respetuoso, gracioso y, no vamos a negarlo, muy guapo. Seguía pintándose los párpados con esas sombras negras que resaltaban sus ojos azules brillantes como un diamante y que tan bien le quedaban. Mientras yo estudiaba en la universidad, él trabajaba en el puerto vendiendo barcos y equipos de buceo, bañadores y artículos de pesca para la gente que vivía en la zona costera de Áuradon, y además, también llevaba pedidos de su tienda a la Isla de los Perdidos. Así se ganaba la vida.
Llegué hasta él, nos saludamos con un cálido beso y me pasó el brazo por los hombros para que cogiera su mano. Fuimos caminando hacia su tienda, en la que vivíamos los dos, ya que en la planta de arriba estaba nuestra casa. Tardábamos unos quince minutos en llegar y, mientras tanto, nos contábamos lo que habíamos hecho en clase y hablábamos de lo bien que estaba avanzando en sus lecciones de Bondad curativa. Después de dos años, tanto él, como Uma y Gil, sacaban sobresalientes. Cuando llegamos a nuestra casa, comimos y descansamos toda la tarde hasta que se acercó la hora de arreglarnos para ir al baile.
Evie estaba teniendo un gran triunfo con su taller, "Los cuatro corazones de Evie", y, como ya sabéis que era mi Hada Madrina de confianza, pero sin magia, ella me hizo un vestido para el baile, al igual que hacía siempre para todos los eventos especiales. Me confeccionó un vestido lila que dejaba uno de mis hombros al descubierto con un torso con peregrinas doradas y una falda que me llegaba por las rodillas. Me puse unos tacones gruesos negros con detalles doradas y me hice dos trenzas de espiga que me llegaba casi hasta la cintura. Para entonces, ya me había quitado las dos rastas y las trencitas que llevé en el baile del compromiso de Mal y Ben. Harry llevaba puesto un traje rojo granate rasgado por las mangas, sobre un camisa blanca, pantalones negros y unos botines del mismo color. Íbamos ideales.
- Estás increíble, dijo Harry al verme.
- Tú también, dije con una sonrisa.
Los dos salimos de casa y fuimos en un carruaje hacia el palacio, donde nos esperaban todos nuestros amigos. Al llegar allí, entramos por las grandes puertas y caminamos hasta donde nos estaban esperando los reyes de Áuradon, Ben y Mal, para darnos la bienvenida.
- Tania, Harry, bienvenidos, dijo Ben dándonos un cariñoso abrazo.
- Gracias, Ben, dije con una sonrisa.
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La historia de Tania Porter
Novela JuvenilHola, soy Tania Porter y soy la hija de los legendarios Tarzán y Jane. Soy una chica de selva, una loca curiosa, interesada por las aventuras y el riesgo. Os contaré mi historia, las aventuras que viví mientras estudiaba en la Academia Áuradon y cóm...