Al día siguiente, los Caballeros Guerreros nos reunimos para entrenar un buen rato. Tras muchos pases y saltos, Carlos metió gol y celebramos la victoria haciendo piña, como siempre. ¡Me sentía tan bien celebrando los goles con mi equipo! Cuando nos separamos y todos hicimos nuestro choque de puños, fui a felicitar a Carlos.
-¡Perrito!, grité llamándole por su apodo.
-¡Tan, hemos ganado!, soltó, entusiasmado.
- Sí, gracias a ti. Has mejorado muchísimo desde la primera vez.
- Es que la primera vez se dejó aplastar por mí, literalmente, se regodeó Jay.
Carlos se burló con una risa y nos fuimos hacia los vestuarios. Mientras recogía mis cosas, se acercó Jay.
-¡Eh, Tan! ¿Vas a presentarte a las pruebas de R.O.A.R?, me preguntó.
- Pasé las pruebas hace unos días. Chad me retó y no pude resistirme. Aún tengo mucho que mejorar, pero al final conseguí aprobar, respondí recordando lo orgullosa que me sentí de mí misma.
El R.O.A.R era un segundo nivel dentro del deporte del torneo. Era una competición de lucha con espadas y, tras unos meses preparándome para ello, conseguí superar las pruebas de acceso. El entrenador Jenkins había sido trasladado a otro equipo como castigo por haberme incluido en el equipo. Y todo porque era una chica. ¡Maldito reglamento! Me aseguré personalmente de que aquel hombre recibiera mi carta de eterno agradecimiento por haberme cambiado la vida, a mí y a los fans del torneo.
Y es que él no se arrepentía de nada porque, desde que yo entré, los Caballeros Guerreros habían mejorado mucho. Cuando le conté que superé las pruebas del R.O.A.R, se sintió muy orgulloso de mí y prometió ir a vernos al próximo partido. Al trasladarle, nos quedamos sin entrenador y uno del equipo tuvo que pasar a ser, a parte de jugador, nuestro entrenador. Esa responsabilidad le tocó a Jay, ya que era el jugador que más resaltaba del equipo. Además, Ben dejó el equipo debido a sus asuntos reales y tuvimos que incluir a algún chico más. Las cosas habían cambiado mucho en el equipo del Torneo durante aquel curso.
-¡Ah, es verdad! Siento no haber podido ir, dijo Jay, apenado.
- No pasa nada, era la época de exámenes. Y mira, has sacado el notable que te merecías.
- Sí, ¡menos mal! Seguro que estuviste increíble. ¿Te resultó muy difícil?, preguntó, dudoso.
- Si no estrenas, sí. Tienes que estar muy alerta y conocer bien los movimientos. Y, sobre todo, tener buenos ojos para esquivar bien los ataques. Es cuestión de concentración, agilidad y no dejar de practicar, le expliqué.
-¡Buen consejo! Gracias, Tan.
- De nada. ¡Y mucha suerte! - respondí con una sonrisa - Por cierto, ¿sabes dónde está Carlos?
Desde que habíamos dicho de volver a los vestuarios, no le había visto, y me apetecía volver a la habitación junto a él, como hacíamos siempre después de entrenar.
- Puede que esté fuera, en la pista, respondió Jay.
- Vale, gracias, dije yéndome.
Paseé por alrededor de los vestuarios, llamé a la puerta de los baños y ojeé el campo. No había ni rastro de él. Como no le veía por ninguna parte, decidí buscarle a mi manera: subiéndome a los árboles.
-¡Carlos! ¡Eh, Carlos! Nos tenemos que ir, le llamé.
Llegué a un hueco entre varias ramas que me dejaba ver una parte de la pista que no podía ver antes. Y allí estaba Carlos, pero...no estaba solo. Estaba con Jane haciendo piruetas y riéndose.
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La historia de Tania Porter
Roman pour AdolescentsHola, soy Tania Porter y soy la hija de los legendarios Tarzán y Jane. Soy una chica de selva, una loca curiosa, interesada por las aventuras y el riesgo. Os contaré mi historia, las aventuras que viví mientras estudiaba en la Academia Áuradon y cóm...