Capítulo 39: ¿Quiénes sois?

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Creía que esa maldita pesadilla no iba a volver jamás, pero no. Aquella noche, justo después de hacerme un nuevo cambio de imagen, volví a aparecer dormida en el camarote de un barco abandonado en la Isla de los Perdidos. Lo que no sabía era si de verdad estaba abandonado o los seres extraños que me encontraba siempre eran sus dueños. Desperté y, temblorosa, salí a la cubierta.

-¡Oh, genial...! - exclamé irónicamente - Otra vez aquí.

Ya empezaba a cansarme de esa serie de sueños. Sabía que, tarde o temprano, esos tres aparecerían de nuevo. Así que ya no les tenía ningún miedo, a pesar de que siempre iban a por mí. ¿Por qué lo harían? Mientras caminaba mirando a todas partes, escuché una voz masculina que me hizo mirar a mi derecha.

- Hola, princesa, dijo un chico con una camisa gris rasgada, una espada y un sombrero de pirata.

-¡Tú!

- Sí...yo, dijo con una sonrisa maligna.

-¡Detente! - dije señalándole - ¡Y dime de una vez quién eres!

-¿Y si no quiero?

-¿De qué vas?, le pregunté con el ceño fruncido.

- Déjale, no tiene remedio, interrumpió otro muchacho de prendas anaranjadas y un pañuelo en la cabeza.

-¿Qué dices tú ahora?, preguntó el primer pirata.

-¡Silencio! Ahora que estáis los dos decidme quiénes sois y qué queréis de mí.

- Podríamos ser alguien - dijo el pirata de naranja - O tal vez, nadie.

- Oye, ¿podéis decirme al menos qué tramáis, por favor?, dije empezando a desesperarme.

-¡Oh, qué mona! Si hasta pide por favor, dijo una voz femenina.

-¡Ah, la que faltaba! Tú eres la que más intriga me da. Acércate.

- Hola de nuevo, querida, dijo la pirata de prendas azules.

- Ya que tus colegas no me responden, al menos hazlo tú. A ver, ¿cuál es tu nombre?

- Oh, ¿que cuál es mi nombre? ¡Me encanta esa pregunta! Pero odio responderla. Prefiero que otros lo hagan por mí, dijo sonriendo a sus compinches.

- Pues si no vais a decir ni quiénes sois, ni qué queréis hacer conmigo, no volváis a aparecer en mis sueños nunca más, dije, seria.

- Oh, venga, tampoco es para ponerse así, dijo ella.

- No te diremos nuestros nombres, pero sí te avisaremos de algo - empezó diciendo el pirata de rojo - Tus amigos y tú tendréis que cuidaros mucho porque si no vais a tener serios problemas.

-¡A mis amigos les dejáis en paz!, solté en voz alta.

- Capitana, ya me estoy hartando de esta chica, dijo el pirata de naranja.

- Sí, será mejor que desaparezca, dijo ella sacando su espada.

- Eh, no os tengo miedo, ¿sabéis? No sois reales, sólo sois fruto de mi imaginación, dije retrocediendo.

-¿Tú crees?

Los tres se rieron y fue entonces cuando desperté en mi cama. Respiré hondo hasta calmarme un poco, pero era imposible y lancé con fuerza mi almohada hasta el armario.

-¡Malditos piratas! Ni siquiera se presentan...

Estaba más confusa que nunca. ¿Desde cuándo tres villanos desconocidos aparecían en mis sueños para amenazarme? Me levanté para lavarme la cara. Me miré al espejo y me pregunté a mí misma en voz baja:

-¿Quiénes serán esos tres? ¿Por qué aparezco siempre en la Isla de los Perdidos si no sé ni cómo es? Y, ¿qué quieren de mí y mis amigos? ¡Decidido! Mañana pregunto a los hijos de los villanos si conocen a esos piratas, me dije a mí misma, preocupada.

Al día siguiente, fui a buscar a Mal a la biblioteca.

- Hola, Mal, dije sentándome en una silla a su lado.

- Hola, Tan. ¿Todo bien?

 - No, tengo algo muy urgente que preguntarte.

- Sí, dime, dijo cerrando el libro de Ciencias forestales mágicas que estaba estudiando.

- A ver, ¿recuerdas el sueño que tuve hace un tiempo?

- Creo que sí. Era ese...en el que estabas en la isla, ¿no?

- Sí, ese mismo. Pues anoche lo volví a tener.

-¿Qué? ¿Soñaste exactamente lo mismo?, preguntó, estupefacta.

- Más o menos. Sí que volvía a estar en la Isla de los Perdidos y también volví a ver a esas tres siluetas.

-¿Siluetas?

- Sí, eran tres personas, pero en el sueño salían muy borrosas y no podía distinguir bien sus rostros. Pero sí sus voces.

-¡Vaya...! Y, ¿qué pasaba?

- No me querían decir sus nombres, pero me dijeron que tuviéramos cuidado. Todos nosotros.

-¿En serio? ¿Por qué?

- Ni idea, pero te los voy a intentar describir. Por si te suenan de tu pasado en la isla.

- Está bien.

- Uno de los chicos era un pirata de pies a cabeza. Llevaba una camisa rasgada, una chaqueta roja y un sombrero - dije recordando toda su vestimenta - El otro, llevaba un pañuelo en la cabeza y vestía con ropa anaranjada y sucia. ¡Ah! Y era muy musculoso.

- Interesante, dijo Mal asintiendo.

- Y, por último, la chica. No podía ver su cara, pero su piel era de un tono oscuro. Tenía el pelo largo de color azul claro y llevaba una espada.

Mal tragó saliva. Parecía nerviosa.

-¿Te suena alguno de ellos?

- Em...había muchos piratas en la isla. Por si acaso, se lo diré a Evie, Carlos y Jay. Tú...intenta no preocuparte por eso.

- Lo intentaré, pero yo no puedo controlar mis sueños. Y esta pesadilla es continua.

- Está bien, escúchame. Si vuelves a tener ese sueño, intenta sacarles más información y fíjate en los detalles, dijo Mal mirándome fijamente.

Al salir de la biblioteca, me encontraba en estado de shock. Detalles... Mal quería detalles. Y sí que logré fichar algo de cada uno. El pirata de rojo tenía un garfio; el de naranja, músculos y la chica llevaba puesto un collar que me sonaba haberlo visto en alguna parte. Pero, ¿dónde?

La historia de Tania PorterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora