Al poner un pie fuera de la habitación, sintió que el suelo era más blando de lo normal y oyó un aullido felino proveniente de abajo. Acababa de pisarle la cola a un gato, que salió disparado dando bandazos a lo largo del pasillo, mientras seguía aullando con rabia. Se sintió mal por haberle pisado, pero eso era todo, nunca le habían gustado los animales, y menos los gatos. Le daban alergia.
—¡Scarl! ¡Scarl! —una chica gritaba esa extraña palabra, colocando sus manos estiradas alrededor de su boca.
Era bastante guapa y, aunque no era nada del otro mundo, era una belleza que llamaba mucho la atención. El nacimiento de su melena era de color castaño oscuro, pero se iba aclarando un poco conforme descendía, hasta llegar al centro de la espalda. Sus labios eran carnosos, especialmente el inferior. Pero lo que dejó embobado a Owain fueron sus ojos, pues eran algo que nunca había visto: eran de color verde apagado, preciosos, pero eso no era lo excepcional, sino que sus pupilas tenían forma de espiral.
—Perdona —se dirigió a Owain—. ¿Has visto a un gato negro por aquí? Estaba aquí hace un momento.
—Eh... Sí... —él no sabía cómo decirle que acababa de pisar a su gato y que había huido asustado, así que solamente se ciñó a señalar la dirección en la que el gato había corrido.
—Gracias —respondió ella aliviada.
—Espera, te acompaño a buscarlo. —Owain ni siquiera lo pensó. Simplemente salieron esas palabras de su boca. No sabía si era el sentimiento de culpabilidad por haber espantado a su mascota o si, en cambio, estaba hipnotizado por los exóticos ojos de la chica.
—Genial, gracias... —la chica se quedó en silencio por unos momentos y Owain estaba demasiado sumergido en esas pupilas como para entender qué quería conseguir con ese silencio—. ¿Tu nombre?
—Oh —reaccionó él como si acabara de despertar de un sueño—. Owain.
—Yo soy Mina. Debo darme prisa de encontrar a Scarl antes de que cause algún problema.
«Es un gato, ¿qué clase de problemas va a causar un gato?» pensó Owain, pero obviamente no se lo dijo. Mina se agarró el vestido de color azul que rozaba el suelo, dejando visibles sus sandalias de color marrón con unas tiras que se enredaban en su pierna, y emprendió una marcha rápida en busca del gato, a lo que Owain le siguió. Siguieron caminando por el pasillo gritando a voces el nombre de Scarl, mientras que otros alumnos que circulaban por allí les miraban. O mejor dicho, miraban a Mina, a sus ojos.
Finalmente oyeron un leve maullido, que sonaba lejos y a la vez cerca, como si estuviera maullando desde el interior de las sábanas de una cama. Pero Mina lo entendió rápido, al contrario que Owain, que no entendía qué hacía mirando ella hacia arriba. Ella señaló en esa dirección y Owain pudo entenderlo: estaba en el interior de los tubos de ventilación que circulaban por el pasillo.
—¿Crees que podrías sujetarme mientras le saco de ahí? —preguntó ella con inseguridad, preguntándose si ya era mucho pedirle a un desconocido.
—Claro, ven.
Le hizo un gesto para que se acercara y le rodeó los muslos con los brazos, para elevarla con mayor facilidad, de manera que sus ojos tropezaban directamente con el vientre de la chica. Mina pudo dar un golpecito a la rejilla de la ventilación y aferrarse allí para subir más alto e introducir su cabeza en el tubo, para encontrar allí a Scarl, asustado y hecho un ovillo en el interior del tubo.
—Vamos Scarl, ya estoy aquí. Sal —dijo ella con dulzura.
—Date prisa, pesas mucho y no sé si aguantaré mucho más —dijo con esfuerzo Owain, que seguía sujetándole desde abajo y ya había recibido un rodillazo en la barbilla.
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El Sello de Cain
Science FictionEn un mundo en el que la magia ha sido recientemente liberada de la opresión, Owain Harvey, el único superviviente de su familia que porta una maldición en su pecho, ingresa en El Jardín, la academia de magos de Y'thaka. Él, junto a otros alumnos de...