CAPITULO 3 - Parte 2: LA NATURALEZA DEL FUEGO

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Era la segunda vez en tan solo dos días que Owain pisaba un despacho. A este paso, no duraría mucho más en la Academia. En esta ocasión, no estaba el profesor Zack para salvarle el pellejo, sino que estaba solo ante el peligro. Dalia y Kenzo se mantenían cruzados de brazos frente a él.

—¿Has destruido la mesa del profesor con tu magia? —preguntó Dalia, a pesar de haber escuchado la historia hace tan solo un minuto, como si no terminara de dar crédito.

—Me dijo que hiciera una demostración de mi magia, así que eso hice.

—Una demostración no es una destrucción —comentó ella, separando los brazos.

—Bueno, él nos había explicado que la magia de fuego era agresiva y destructiva, así que solo intenté reflejar la naturaleza de mi magia de la manera más eficaz: destruyendo. Seguro que a mis compañeros no se les olvida eso. —En ningún momento Owain pensó que esa estúpida excusa funcionaria, pero lo hizo.

—Tiene sentido —intervino el director, acariciándose la barba y mirando a Dalia, que le devolvía una mirada incrédula—. ¿Se lo has explicado a Hermes?

—No me dio opción. Me expulsó antes de que pudiera decir nada —Owain puso su mejor cara de cordero degollado.

—Está bien, ya se lo explicaré yo. Pero Owain, aun asi, tengo que imponerte un castigo—. La cara de Dalia expresó satisfacción y Owain entendió por qué Shiro la llamó Rottenmeier: la disciplina era su filosofía y los castigos, su recompensa.

—Creo que ésta le iria bien —dijo ella, dándole una ficha que había sacado de un archivador.

—¿Qué es eso? —preguntó con algo de miedo.

—Aunque entiendo la intención de tu jugada y me parece incluso inteligente, tienes que pagar los daños. Asi que esta tarde, en lugar de disfrutar del tiempo libre, irás a una de las misiones que tenemos pendientes. Ésta en concreto —dijo alzando la ficha que acababa de darle Dalia—. Pero tranquilo, no irás solo. Tu compañera Wilomina irá contigo y estaréis acompañados de vuestro tutor, que deberíais de conocer esta tarde en un pequeño acto. Pero como ha surgido esto, lo conoceréis allí.

—¿Wilomina también? No creo que Mina esté muy contenta con esto. Ella no ha hecho nada.

—Sois un dúo en la Academia señor Harvey, pagáis juntos las consecuencias de vuestros actos —añadió Dalia, que señaló a Owain varias veces con la punta de su archivador.

«Estoy muerto» pensó al imaginarse la reacción de Mina al saber que será castigada por un error suyo. Owain salió del despacho y casi le cae Shiro encima, que estaba apoyado en la puerta intentando escuchar. Detrás, apoyada en la pared estaba Tharja, jugando con su pelo, que lo tenía sobre el hombro.

—¿Qué te han dicho? —preguntó su amigo, interesado.

—Me han puesto un castigo. Una misión, por lo visto. —sus pies comenzaron a andar y tanto Shiro como Tharja le siguieron.

—¿Una misión? ¿El primer día? ¿Y sólo? —Tharja aceleró el ritmo hasta situarse por delante de Owain, caminando hacia atrás.

—No solo, con mi compañera. —Soltó un suspiro—. ¿Creeis que me matará?

—No. Sólo te dará una paliza.

—O peor. Lo hará su gato —bromeó Shiro, imitando el gesto de unas garras sobre la cara de Owain.

—No, por favor. El gato no.

—No te rias de él —dijo Tharja en tono serio, deteniéndose en seco, haciendo que ambos también se detuviesen—. Es culpa tuya que los hayan castigado.

El Sello de CainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora