CAPITULO 11 - Parte 2: NO TANTO COMO ELLA

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—Detenedlo —dijo ella.

Y su orden se acató de inmediato por un grupo de oficiales con uniforme que avanzaban con cuidado portando unas pistolas, hasta que detuvieron al ladron y recuperaron la bolsa con dinero.

—Gracias por vuestra ayuda —dijo la mujer—. Soy Nina Walls, General de La Orden. Hemos estado siguiendo los pasos de este famoso mago ladron durante mucho tiempo. Y vosotros nos habéis ayudado a detenerlo hoy aquí.

Nina llevaba puesta ropa de color blanca, con una capa sobre sus hombros del mismo color y con el logo de La Orden. En su mano, portaba un abanico extrañamente grande, con púas de metal en el borde de la tela.

Entre la multitud, Irina observaba detenidamente a Shiro, sin apartar la mirada de él desde el otro lado de la calle. Sus miradas se cruzaron entre los rastros de humo y cenizas, y Shiro palideció. Una furgo con el mismo emblema que el de la capa de Nina apareció y metieron al ladron dentro en la parte trasera junto con algunos de los oficiales. Nina también se subio a la furgo y se fueron, acompañados de los aplausos de la gente. Cuando la furgoneta se apartó, Shiro ya no podía encontrar a Irina.

Tras el accidente, Shiro fue dejando uno a uno a sus compañeros en sus casas, siendo Owain el último. Cada uno tenía que vestirse para la fiesta que empezaba en unas horas. Tiempo que Owain usó para arreglarse y además, para colocar sobre la mesa diferentes platos con aperitivos y llenar un barreño con hielo para las bebidas. En cuanto a la ropa, decidió ponerse algo más arreglado aunque casual, asi que optó por una camisa blanca con unos vaqueros y unas deportivas negras.

Shiro llegó varios minutos antes de la hora de inicio con una litrona en la mano. El resto, fue llegando poco a poco a partir de las diez de la noche. Pronto Owain tuvo que convertirse en el recepcionista de la casa, abriendo la puerta y acompañando a los invitados a dejar sus pertenencias en una de las habitaciones. Shiro, en cambio, ejercia de camarero sirviéndoles lo que pidieran, que solia ser cerveza o tinto de verano con limón.

No sabía por qué, pero le molestó abrir la puerta y encontrarse a Mina acompañada de Piers, colocando su mano sobre la espalda de ella. La miró de arriba abajo disimuladamente y les hizo pasar. Al pasar por su lado, Mina evitaba el cruce de miradas. Al contrario que Piers, que le miraba desafiante directo a los ojos. Cuando iba a cerrar la puerta, una mano la detuvo. Era otro grupo de invitados entre los que se encontraban Sirsa, Lance y Vito, que parecían ir siempre en grupo. Owain los acompañó hasta la habitacion para dejar la chaqueta de Lance. Éste se detuvo en el pasillo, admirando una lámina con un poster de una mujer. Era una de las pocas cosas que los antiguos inquilinos dejó allí y Owain ni se molestó en quitarlo porque en realidad le gustaba. Era un dibujo abstracto con colores vivos de una mujer morena con la boca abierta, como si estuviera gritando, y medio rostro cubierto de melena oscura.

—¡Eh, es Eva Naoki! —exclamó Lance entusiasmado.

—¿Quién? —preguntó Owain deteniéndose también frente al poster.

—¿No conoces a Eva Naoki? —preguntó Sirsa extrañada.

—Era una diva del pop Herio. Tenia una voz preciosa y muy potente. Además, montaba unos shows a lo grande. Yo tengo todos sus discos —explicó Lance con la mirada brillante.

—Eres su fan boy —dijo Vito entre risas.

—¿Era? ¿Ya no canta? —preguntó Owain—. Perdona, es que no estoy muy metido en el mundillo de la música.

—Desapareció hace unos años sin dejar rastro. Primero dejó de hacer espectáculos y de cantar, y luego simplemente desapareció de los medios públicos. A día de hoy, nadie sabe qué fue de ella. La gente rumorea que se metió en asuntos turbios y la asesinaron.

El Sello de CainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora