CAPITULO 12 -Parte 3: BAJO TIERRA

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El túnel estaba perfectamente iluminado con focos colocados a lo largo de las rocosas paredes. Se notaba que era un lugar frecuentemente visitado por personas porque estaba habilitado para ello. Es decir, que la seguridad del túnel debería de estar garantizada, y el que desapareciera una clase entera de niños no podía traer otra cosa más que una mala sensación.

Mina y Devi iban al frente y, de repente, el suelo bajo ellas se desmoronó haciéndose pedazos. Tharja consiguió agarrar a la pequeña mientras que Owain y Piers sujetaron uno cada uno de los brazos de Mina, elevándola y poniéndola en tierra firme de nuevo.

—Gracias —dijo ella mirando únicamente a Piers.

—¿Qué es eso? —preguntó Devi, inclinando su cuerpo hacia un agujero en el suelo de gran tamaño, cuyo límite se perdía en la más profunda oscuridad.

—No tengo ni idea —murmuró Tharja.

Bordearon el gran agujero y continuaron el túnel, pudiendo ver a lo largo del camino varios de aquellos agujeros, no solo en el suelo, sino también en las paredes o en el techo del túnel, dando la sensación de estar en el interior de un queso emmental.

Llegaron a una cavidad bastante amplia, que se dividia en dos tuneles, y decorada con multitud de focos y objetos útiles de excavación como picos o arneses. Además había varias mochilas de niños amontonadas en el suelo. Tharja se acercó a ellas a buscar la de su hermano y Mina le acompañó.

—Deberíamos separarnos para buscar a los niños —propuso Owain.

—¿Qué? ¿Estás loco? Ni hablar. Permaneceremos juntos —repuso Piers.

—¿Es que crees que no se puede defender ella solita? —Owain no dio nombre alguno, pero ambos sabían que se referían a Mina, la cual giró la cabeza para escuchar.

—Yo no he dicho eso. Solo quiero que nadie resulte herido, y juntos somos más fuertes.

—Si nos separamos tenemos más posibilidades de encontrarlos antes. Si usaras el cerebro alguna vez en lugar de la fuerza lo entenderías —exclamó Owain.

—¿Qué has dicho? —Los dedos de Piers se cerraron con fuerza en su puño.

—Venga, dejadlo ya —suplicó Devi, que les agarraba a ambos de sus respectivas camisetas.

—Owain, déjalo ya —intervino Mina.

—¿Qué es eso? —preguntó Tharja, que dejó de rebuscar pistas entre las mochilas—, ¿Lo habéis oído?

—Si vuelves a llamarme tonto o algo parecido te entierro vivo en este túnel —Piers se acercó amenazante a Owain, mirándolo hacia abajo, ya que le sacaba al menos una cabeza.

Un sonido viscoso mezclado con el remover de las rocas se hacía cada vez más fuerte, al igual que el temblor que comenzó a sacudir el lugar.

—Piers, cálmate o nos enterrarás a todos —dijo Mina.

—Yo no soy.

Un gruñido se escuchó cerca de ellos, haciendo eco a través del túnel. Luego, la tierra bajo los pies de Owain se desmoronó en pedazos y éste dejó de tener contacto con algo sólido. Su cuerpo caia hacia abajo, golpeándose todo el cuerpo con pequeñas rocas que se desprendían del suelo que hace unos segundos pisaba, y que ahora estaba por encima de su cabeza. Se cubrió la cabeza con las manos, cerró los ojos y comenzó a rebotar entre paredes de roca como si de una pelota de un pinball se tratase. Hasta que finalmente golpeó con su costado terreno más o menos llano.

Dolorido, abrió los ojos y miró entre el espacio que había entre sus brazos, que rodeaban su cabeza. No veía nada, todo estaba sumido en la más profunda oscuridad. Escuchó un quejido y se puso en pie, en guardia, cogiendo su espada y amenazando con ella a la misma oscuridad.

El Sello de CainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora