Owain miraba hacia atrás mientras continuaba caminando, pero tan solo veía oscuridad y ya ni siquiera escuchaba los sonidos de sus movimientos.
—¿Creeis que estará bien?
—Hazme caso, es más fuerte de lo que parece —respondió Tharja—. Todo el mundo lo ve como el tímido antisocial y enclenque, pero es mucho más fuerte. Además —continuó—, ha aprendido un nuevo truco.
—Espero que tengas razón —dijo él.
Llegaron a un cruce en el que el canal se dividía en cuatro calles, contando con la que acababan de recorrer. Se detuvieron en seco y comenzaron a mirar de un lado a otro analizando cuál deberían tomar.
—¿Qué dice tu radar? —preguntó Mina.
Owain activó su pulsera y antes de poder acceder a la función de seguimiento de Shiro, una voz le interrumpió:
—Si le estáis buscando a él, no es necesario que continuéis.
Un grupo de personas aparecieron por la calle de enfrente, liderados por Irina, que se adelantaba al resto. A su izquierda, un chaval muy joven con los brazos llenos de extraños zarpullidos, a su derecha una mujer alta y estilizada con el cabello negro muy corto. En su pierna, se enredaba un niño más pequeño con erupciones en la cara, y justo detrás de ella había un chico pelirrojo con la mirada perdida que Owain reconoció enseguida.
—¡Shiro! —gritó Owain, adelantando un paso.
—Es inútil. Ahora está conmigo, como siempre debió estar —dijo Irina.
—Déjalo en paz, zorra —intervino Rinka—. Es mi compañero.
Irina se echó a reír como si Rinka acabara de contar un chiste.
—Vuestro compañero... ya. Eso ha sido gracioso. Ni siquiera le conocéis. Él no podría ser jamás vuestro compañero. Y mi magia no tiene nada que ver con eso. Él nunca sería amigo de unos magos.
—¿Qué quieres decir? ¿Qué estás diciendo? —preguntó Owain.
Shiro emitió un sonido de esfuerzo y avanzó un paso con su pierna derecha y le agarró el brazo derecho a Irina con fuerza. Ella se giró furiosa y el contorno de sus ojos se volvió rosa, al igual que los de Shiro. Después, se acercó a sus labios y los besó. Shiro dejó deslizar su mano por el brazo de Irina sin fuerzas y su mirada se volvió a perder en la nada.
—¿Qué clase de magia es esa? ¿Es magia mental? —preguntó Tharja.
—Magia tóxica. Mi cuerpo libera toxinas que 'enamoran' a cualquier persona que toque o me toque —explicó ella—. Como habéis podido comprobar, con un beso es mucho más potente. Lo suficiente como para domar a una bestia —dijo Irina acariciando la mejilla de Shiro.
—Es imposible. Es evidente que los que te rodean son magos tóxicos —volvió a intervenir Tharja—, pero tú no presentas ningún efecto de dicha magia.
Irina sacó un cuchillo de su bota derecha y se hizo un corte en las muñecas, derramando un rio de sangre que caía en el suelo y se deslizaba hasta desembocar en las aguas verdes. Al poco tiempo, su herida brilló y se regeneró como si nada hubiese pasado. Rinka se quedó boquiabierta al ver en otra persona su mismo tipo de magia.
—Eso es porque también me puedo regenerar. Es decir, que mi cuerpo va curando los efectos tóxicos que se supone que mi magia debería producirme.
—Magia secundaria... —susurró Tharja.
La mujer de su derecha chascó la lengua y miró a Irina con una expresión de desagrado, o de envidia.
—Eva —dijo Irina dirigiéndose a la mujer—. Ve a buscar a Jadel.
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El Sello de Cain
Science FictionEn un mundo en el que la magia ha sido recientemente liberada de la opresión, Owain Harvey, el único superviviente de su familia que porta una maldición en su pecho, ingresa en El Jardín, la academia de magos de Y'thaka. Él, junto a otros alumnos de...