Barrer y fregar los suelos de la academia en principio parecía un castigo bastante suave para el hecho de haberse colado en el sistema de la academia sin permiso y saltarse las clases. Aunque les habían explicado lo sucedido, sin demasiados detalles, dijeron que habían actuado por impulso y que había sido algo muy irresponsable por su parte y que podría haber acabado mucho peor.
Sin embargo, al quinto día consecutivo de fregar los suelos, empezaban a sentirse cansados. El resto de alumnos se reían de cada uno de ellos cada vez que pasaban por su lado y los veian pasando la escoba y la fregona por el mármol. Algunos, como Kino, se dedicaban a pisarle el suelo fregado, lo cual en una ocasión casi provoca una pelea entre él y Shiro.
La alarma sonó, lo cual indicaba el final de las clases de la semana y también del castigo. Al oírla, Shiro estrelló la escoba con euforia contra el suelo y Owain se apoyaba cansado sobre la fregona. Marco Alessio se acercaba rápidamente a ellos. Parecía enfurecido.
—Acabo de llegar de viaje y lo primero que oigo es que mi hijo ha sido castigado por robar telepáticamente la contraseña del sistema de Jardín. Por supuesto —continuó—, ha sido por culpa suya, Shiro Monroe.
—Oiga —intentó explicar Shiro.
—No —interrumpió—, aléjate de mi hijo Lance. Eres una mala influencia para todo el que se acerca a ti. Solo hay que ver a tu amigo —dijo mirando a Owain—. El hijo de una de las familias más importantes fregando suelos por tu culpa.
El doctor Alessio se giró y se marchó aún más enfadado que cuando vino.
—Me estoy empezando a cansar de que todo el mundo me diga que soy una mala influencia.
—¡Shiro! —exclamó Lance acercándose en una rápida carrera—, ¿qué te ha dicho mi padre?
—Déjame en paz.
—Déjalo —le dijo Owain a Lance una vez que Shiro ya se había ido—, está teniendo una mala semana.
—Ya... —murmuró Lance con empatía—. Solo venía a deciros que mi madre me ha avisado de que hay reunión ahora en la sala de actos.
—¿Reunión? ¿Para qué?
Lance se encogió de hombros y Owain se dirigió a la sala de actos.
En el escenario, varios profesores junto con Dalia Hopkins y el director Whitewall se mantenían erguidos con la cabeza alta, esperando la entrada de alguien que se encontraba al otro lado de la cortina.
Mientras esa persona entraba o no, Owain buscó con la mirada a sus compañeros. Shiro estaba en la parte de atrás con Liara, acurrucada en su brazo. Mina y Tharja se habían sentado juntas más adelante, junto a Piers, que le agarraba la mano a Mina como si estuviesen en una cita romántica.
Finalmente, una mujer apareció apartando las cortinas rojas, seguida de un hombre fornido y alto. Algunos de los alumnos comenzaron a susurrar entre ellos y hasta que Owain no se fijó bien en la cara de la mujer, no lo entendió.
—Hola —dijo ella hablando por el micrófono—. Muchos de vosotros ya me conoceréis, pero para los que no sepan quién soy, me presento: Soy Hilda Castleback, presidenta de Heria. Os preguntareis para qué estoy aquí. Es muy sencillo: me han comentado que algunos de los alumnos de esta academia han tenido algún que otro encuentro con magos exiliados. Magos tóxicos —aclaró—. Quería dejaros claro que esa gente son mucho más peligrosa de lo que creéis. Se les exilió por alguna razón. Son el cáncer de la magia. Así que, por favor, si veis alguno, ya sea mago tóxico, oscuro o de muerte, lo denunciéis al gobierno y nosotros nos haremos cargo.
Owain miró a Shiro disimuladamente y se encontró de lleno con sus ojos mirándole también muy serio. Solo negó suavemente con la cabeza, y Owain decidió callar.
—¿Si, querida? —dijo Hilda mirando a una chica que levantaba la mano—. ¿Cuál es tu nombre?
—Rinka Steel —respondió ella poniéndose en pie.
Automáticamente Shiro hizo el amago de levantarse, apartando a Liara de un empujón, y agarró el respaldo del asiento de delante con fuerza, nervioso. «No lo hagas, Rinka», susurró.
—Quería denunciar a una persona —continuó Rinka—. Se llama Katrina Spark.
Shiro se relajó y volvió a pegar la espalda al asiento.
—Es una...
—Maga oscura —interrumpió Hilda—. Lo sé. Estamos investigándola. Pero no tenemos pruebas contra ella, de momento. Hace mucho tiempo que se le vio usar magia oscura por última vez y ella alega haber abandonado el uso de la magia.
—Miente —repuso Rinka.
—También lo sé. Por eso vamos a ejecutar a su aprendiz la semana que viene.
—¿Qué? —La cara de Rinka se descompuso.
—Aizen Cobalion, mago oscuro aprendiz de Katrina Spark, será ejecutado la semana que viene —dijo la presidenta alzando la voz, hablando esta vez para todo el público—. No solo servirá para probar si Katrina es una maga oscura, sino para escarmentar a todos los magos que se atreven a usar magia prohibida.
Rinka se dejó caer sobre su asiento y se llevó la mano al pecho, como si le costara respirar.
—Pero ese no es el objetivo principal de mi visita —continuó—. Estoy aquí también para informaros que a partir de ahora necesitareis ser más aplicados. Tendréis que mejorar mucho más. Hay fuerzas enemigas que se están empezando a mover y si acaba en guerra como hace diez años, necesitaremos todos los soldados que podamos. Asi pues, vuestra academia os pondrá a prueba el mes que viene en una serie de exámenes que deberéis de aprobar si queréis continuar estudiando magia aquí. Exámenes mucho más duros que los normales. Buena suerte.
Las quejas empezaron a sonar como un eco en la sala mientras Hilda Castleback se perdía de nuevo entre las cortinas, seguida de su guardaespaldas. El director les seguía de cerca y Dalia se acercó al micrófono para anunciar el final del acto.
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El Sello de Cain
Science FictionEn un mundo en el que la magia ha sido recientemente liberada de la opresión, Owain Harvey, el único superviviente de su familia que porta una maldición en su pecho, ingresa en El Jardín, la academia de magos de Y'thaka. Él, junto a otros alumnos de...