CAPITULO 9 - Parte 1: KATRINA SPARK

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Sirsa estaba apoyada sobre la parte de al lado de la puerta del jet, con los brazos cruzados dándose golpecitos con el dedo, y con cara de pocos amigos. Cuando vio a Owain salir del ascensor le hizo un gesto con la mano y entró dentro del jet, subiendo las pequeñas escaleras rápidamente. Una vez dentro, le dijo algo al piloto que Owain no pudo entender, pero el motor del jet se puso en marcha y en seguida supo que le dio indicaciones de despegar. De una carrera, llegó al jet cuando empezaba a moverse.

La puerta se cerró detrás de él, que se detuvo a coger aire, mientras observaba como Sirsa se sentaba en uno de los asientos laterales y se colocaba el cinturón de seguridad. El piloto miraba la escena a través de un espejo elevado que tenia al frente. Y Devi, que ya estaba sentada y con el cinturón puesto, balanceaba sus piernas que caían colgantes en el asiento, rozando el suelo.

—Llegas tarde —dijo Sirsa al terminar de ponerse el cinturón.

—Lo sé. Lo siento. Estaba en la sesión de mejora con el profesor Summers —explicó Owain, pero no pareció convencer a Sirsa.

El despegue del jet fue igual de brusco que la primera vez que se subió para la misión de los trasgos, pero en esta ocasión ya sabía a qué se enfrentaba y no le pilló por sorpresa. Se sujetó fuerte al cinturón con ambas manos y apenas notó nada. Por el contrario, Devi cerró los ojos y dio un par de bandazos de un lado a otro en el asiento. Así que Owain la agarró con un brazo para reducir los bruscos movimientos, y ella le recompensó con una dulce sonrisa y un «gracias».

—¿Dónde vamos exactamente? Explícame los detalles.

Sirsa activó la pulsera y apareció el mapa de Heria. En concreto, el Distrito Viento. Aunque un holograma bastante grande se apareció ante ella, Devi seguía mirando cada rincón del jet fascinada. Estaba acostumbrada a los mapeados holográficos de las clases con Carla, pero nunca había estado en el interior de un jet. Y eso, para una niña de su edad, era extremadamente emocionante.

—Tenemos que ir aquí, a Buyhera, junto al Bosque Génesis—dijo ella señalando sobre el mapa una zona repleta de árboles a la izquierda del Jardin—. Tenemos que hablar con una tal Kalie, que es la mujer que solicitó la misión de mi hermano. Cuando nos explique qué tenía que hacer, podremos ir a ese mismo lugar a buscarlo.

—Espero que estén bien —dijo Devi con su característica dulzura.

—Está bien —exclamó Sirsa, apagando la pulsera y desactivando el mapa que los separaba—. Tiene que estarlo.

Tan solo tardaron una media hora en llegar allí. La distancia entre El Jardin y Buyhera era la misma que entre El Jardin y El Cubil, solo que en dirección opuesta. Pero el medio de transporte en este caso marcaba una diferencia de tiempo abismal. Por no hablar del retraso que supusieron las pesadillas en el anterior viaje. Como fuere, para cuando Owain quiso darse cuenta, ya estaban descendiendo sobre Buyhera.

Desde arriba, Owain miraba por la ventana delantera el aspecto del pueblo sobre el que estaban aterrizando: el suelo era totalmente verde, cubierto por un manto de hierbas naturales, pero bien cuidadas, como si alguien se encargara diariamente de recortarlas y cuidarlas. Habría un máximo de veinte casas, todas hechas con ladrillos y pintadas de color blanco, que hacia sobresaltar el verde intenso que les rodeaba por todos lados. Parecía que una muralla de árboles se había levantado alrededor del pueblo para protegerlo, aunque la realidad es que construyeron sobre la zona con esa intención.

Cuando el jet tocó tierra, y bajó la puerta de salida, Owain fue el primero en ver la pequeña multitud que se agrupaba alrededor del jet. En su mayoría niños de la edad de Devi, que sujetaban balones y todo tipo de juguetes. La máquina voladora que acababa de aterrizar en sus tierras debía de ser lo más moderno que tenían por allí.

El Sello de CainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora