CAPITULO 18 - Parte 1: SIEMPRE ES ÉL

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—Despierta, tronco.

La abertura de ojos fue lenta y pesada, intentando reconocer lo visible entre los parpados que parecía estar borroso. El cansancio apenas le permitía mantener los ojos abiertos. Pronto sintió el dolor que recorría su cuello por haberse quedado dormido en una silla incómoda. Frente a él, Shiro le daba cachetadas en la cara para espabilarle.

—No es el mejor sitio para echar la siesta.

—¿Ya habéis acabado el examen? —preguntó aturdido.

—Acaba de terminar el último.

—¿Qué tal os ha ido a vosotros?

—Vencer a Ari era imposible. Esa mujer no es de este mundo. Pero bueno, en el resto de partes lo hemos clavado.

—¡Atención! —exclamó Ari, dirigiéndose a todos a la vez—. Nos reagrupamos y nos vamos. Tenemos que dejar esto libre para otros alumnos que vienen a hacer el examen igual que vosotros, pero de la academia 'Éxodo'.

Justo fue decirlo y hacer acto de aparición: las puertas del gran ascensor se abrieron de par en par para dejar paso a un grupo de jóvenes. Lo mismo pasó con el ascensor de al lado, pero en esta ocasión la gente era mayor.

—Es el mismísimo Jonathan Baliarte —dijo Tharja sentándose junto a Owain.

—¿Uno de los cuatro generales de la Orden?

—¿Y qué pinta aquí alguien tan importante? —preguntó Shiro extrañado.

No necesitabas saber su nombre para ser consciente de que se trataba de alguien importante. La mirada fija y penetrante analizaba todo y a todos a su alrededor, emitía un aura que desprendía intimidación, pero no en el mal sentido. A Owain le recordó al director Kenzo. Pero la capa blanca con el logo de la Orden era el detalle que le faltaba para delatarle.

Tanto los alumnos de El Jardín como de Éxodo se mezclaban unos con otros mientras cruzaban. Una chica de la otra academia se detuvo junto a Owain y lo miró de arriba abajo.

—Hola —dijo ella con una sonrisa, colocándole a su vez la mano sobre el hombro—. Soy Helena. Helena Braskia.

Sin esperárselo, le dio dos besos en las mejillas a modo de presentación.

—Owain Harvey.

—Helena. Vámonos —dijo un chaval aparentemente enfadado, rodeado de un grupo de gente de su misma edad.

«Todos alumnos» dedujo Owain. De entre ellos se adelantó un chico moreno y se acercó lentamente, sin quitarle el ojo de encima a Lance. Se colocó frente a él y se le quedó mirando sin decir nada, hasta que se le dibujó una sonrisa en la cara.

—¿Lo conoces, Lance? —le preguntó su hermana.

Pero Lance no contestaba, toda su atención estaba en analizar a aquel chico, que se acercó cada vez más hasta pegar su frente con la de Lance mirándole fijamente a los ojos.

—Eh, déjalo —se apresuró a decir Shiro, acercándose para separarlo.

—No te preocupes coleguita —le detuvo otro chico de cabello castaño—. Noah suele actuar así cuando encuentra a uno de su especie.

—¿De su especie?

—Mago mental.

El chico que avisó a Helena se había cansado de esperar, y la sujetó del brazo, pero ella se zafó con furia.

—Déjame Rei, he conocido a mi alma gemela.

—¿Cómo que tu alma gemela?

—Es fuerte. Puedo sentirlo —dijo ella mirándolo tan intensamente que parecía que estuviera mirándole el interior.

Owain no sabía que hacer o decir.

—¿Cómo sabes que es fuerte? ¿Más que yo? —le preguntó Rei.

Owain enseguida supo que ese chaval estaba celoso, aunque no tuviera motivos porque se acababan de conocer.

—Eso lo podemos descubrir ahora mismo.

Sin detenerse un momento le agarró la cara a Owain y le besó con fuerza. Tanta, que le hizo sangre en el labio. Sin poder contenerse, Mina reaccionó:

—¿De qué vas, tía?

Helena la ignoró y se dio la vuelta, mirando a alguien más allá de la muchedumbre. Los alumnos de Éxodo comenzaron a apartarse y al final de aquella mirada había una chica de cabellos ondulados y rojizos. Se sujetaba las manos que parecían temblarle y sus ojos se posaban sobre Owain, llenos de lágrimas que no parecían ser de tristeza o alegría, sino de emoción. Ella comenzó a andar y todos la miraron. Primero, daba pequeños pasos imprecisos, pero luego comenzó a coger velocidad dirigiéndose a Owain con decisión.

—Oh, mierda —dijo Noah, separándose de Lance—. Odín, párala.

El chico que hablaba con Shiro se movió y se dirigió a la chica que seguía caminando. Cuando la alcanzó, la chica lo derribó con tan solo un par de dedos al hacer contacto con su pecho. Y luego, siguió caminando más deprisa. La gente se asustaba y cuchicheaba mientras se alejaban de ella. Y Owain solo podía verla venir hacia él, con Helena sonriendo a su lado. La chica alzaba su mano hacia Owain y de pronto emitió un sonido ahogado y cayó de rodillas, apoyándose en el suelo con su mano izquierda y llevándose la derecha a la garganta. No podía respirar.

Detrás suya, Jonathan apretaba su puño con fuerza y lo dirigía hacia ella.

—Ya basta, la estás asfixiando —exclamó Rei.

—Para eso estoy aquí, chaval. Para controlarla —contestó el general.

—¿Ves como era fuerte? —le dijo Helena a Rei, sonriendo orgullosa.

—Si, quizás demasiado. Nunca había visto a Lana actuar así con tan poca cantidad de sangre.

—¿A qué ha venido todo esto? —preguntó Owain.

—Solo es un juego —contestó Helena mientras Rei se la llevaba finalmente del brazo.

El Sello de CainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora