CAPITULO 13 - Parte 1: EL CLAN DE LOS REPUDIADOS

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—¿Cómo que ha desaparecido? —preguntó Owain—. Está en una misión con otros compañeros.

—No, qué va. Sus compañeros volvieron ayer. Pero lo hicieron sin él, y desde entonces no lo han vuelto a ver.

—Eso no es posible, Shiro no se iría así sin más.

—Lo que dice la chica es verdad —dijo Hawk, acercándose al grupo—. Tu amigo nunca volvió con nosotros. Aunque la misión era aquí en Y'thaka. No deberías preocuparte demasiado, ya volverá.

—Se habrá quedado dormido en la cama de alguna chica —añadió Mei que estaba medio camuflada—. Ya sabes cómo es: primero el romance, luego el deber. Curiosamente —continuó—, es el caso contrario al de tu amiga la del pelo plateado. Os habéis juntado unos especímenes de lo más extraños.

—No es momento para tus bromas, Mei —dijo Owain realmente serio—. ¿Habéis avisado a los profesores o al director de que ha desaparecido?

—Si se ha ido por su cuenta, no hay mucho que hacer. Igual se agobió por el extraño complejo con su magia.

—Me habría avisado.

—A lo mejor sobrevaloras su amistad.

Las palabras de Mei sembraron la duda en Owain. ¿Habría sido capaz de irse sin despedirse o darle una explicación? Él no lo creía así. Lance se acercó en una pequeña carrera al ver a Owain.

—Ey —lo llamó—. Te he estado buscando.

—¿Es que no te das cuenta de que tú serias el primer beneficiado si ese inútil se fuera? —volvió a decir Mei, en esta ocasión a Lance, que la ignoró completamente.

—Cuando estábamos en la misión por la ciudad, Shiro empezó a actuar de una manera extraña, así que...

—Así que... —repitió Owain nervioso.

—Ya sé que no le gusta, pero estaba preocupado, así que le leí la mente. No pude sacar mucho, pero un nombre no paraba de repetirse en su cabeza: Irina Lombar.

—No puede ser casualidad —dijo Owain—. Esa mujer es peligrosa. Lo pude notar cuando irrumpió en mi casa. Cuando me acerqué a ella sentí algo... extraño, como si ella fuera mi dueña.

Tharja y Mina se acercaban acompañadas de Sirsa, que se iba junto a su hermano nada más llegar. La alarma sonaba y el resto de alumnos se dispersaron dejando un grupo reducido de personas buscando una solución a la desaparición de Shiro.

—Esa chica está involucrada en la desaparición de Shiro, estoy completamente seguro —dijo Owain.

—Yo también lo creo —agregó Lance—. Deberíamos hacer algo. Buscarle por algún sitio.

—¿Qué quieres que hagamos? —repuso Sirsa—, seguramente ha vuelto con su ex. Yo la vi poca cosa. Mágicamente hablando.

—Tú no te acercaste a ella. Era una magia extraña —dijo Owain.

—¿Y cómo lo encontramos? —preguntó en esta ocasión Mina.

Los chicos se callaron pensando en el lugar al que podría haber ido Shiro junto con Irina, pero no se les ocurría nada. Mientras, le recepción había quedado completamente vacía, todos los alumnos habían entrado ya a clase.

—Se me ha ocurrido algo, pero es arriesgado —dijo finalmente Tharja—. Podríamos colarnos en el sistema de seguridad para usar el rastreo de la pulsera.

—Tharja, eres una genio. —Owain le agarró la cabeza y le dio un beso en la frente.

—¿Estáis locos? —protestó Sirsa—. Ni en broma. No voy a jugarme mi plaza en la academia por ese cabeza de chorlito. ¿Por qué no le decís a algún profesor que os lo enseñe legalmente?

—Ya se lo pedí a mamá —intervino Lance—, pero dice que tienen que pasar cuarenta y ocho horas tras la desaparición de un alumno para poder usarlo.

—Bueno, yo no quiero saber nada. Me voy a clase y tú te vienes conmigo.

Sirsa agarró a su hermano de la muñeca y se lo llevó por el pasillo en dirección a la clase. A los pocos metros, Lance se soltó y Sirsa se giró sorprendida.

—Yo no voy, hermana.

—¿Cómo que no? A papá no le va a hacer gracia si te saltas una clase, lo sabes.

—Si, pero tengo que ayudar a los demás.

—¿Por qué? —preguntó ella con firmeza, esperando una respuesta concreta.

—¿Por qué? —repitió él—, porque es lo correcto.

—Lance, me parece muy bien que te guste Shiro, pero no puedes arriesgarlo todo por él —dijo Sirsa algo alterada.

—¿Qué... qué has dicho? —preguntó Lance nervioso—. No me...

—Lance —interrumpió ella—. Soy tu hermana. Esas cosas se saben. Además, me gusta la idea de tener un hermano gay, pero Shiro...

Lance se ruborizó y se toqueteaba uno de los piercing de la oreja como método para relajarse.

—Está bien, haz lo que quieras... —dijo Sirsa con cansancio en su voz—. Pero no te arriesgues demasiado. O meterás en líos a papá y mamá también.

Lance asintió, sin decir una sola palabra. Aún estaba avergonzado por las palabras de su hermana. Y, tras marcharse ella a clase, volvió con los demás, que seguían planeando algo.

—Lance, necesitamos tu ayuda —dijo Owain al verle aparecer de nuevo.

—Claro —respondió—, decidme que tengo que hacer.

—El sistema de rastreo está bloqueado por una contraseña que solo los profesores conocen —indicó Tharja—. Si pudieras leerle la mente a uno de los profesores...

—Eso es, eso funcionaría.

El Sello de CainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora