CAPITULO 13 - Parte 3: EL CLAN DE LOS REPUDIADOS

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En el centro de la ciudad, Owain y los demás se movían por las calles utilizando la señal de rastreo de la pulsera de Owain.

—¿Cómo sabias que veníamos aquí? ¿Y por qué has venido? —preguntó Mina.

—Llegaba tarde a clase y me crucé con Lance —explicó Rinka—, me lo contó todo y decidí venir. Al fin y al cabo, es mi compañero.

—Es aquí —dijo Owain, deteniéndose en el centro del pavimento de un estrecho callejón—. Según esto, debería estar por aquí.

—No creo que esté por aquí —dijo Mina—, quiero decir, lo veríamos. Esta calle es muy pequeña y solo están esos contenedores.

—¿Estará estropeado? —preguntó Hawk señalando la pulsera de Owain.

—No puede ser. Algo se nos tiene que escapar.

Se dividieron y buscaron por los alrededores, incluso fueron a mirar en las calles contiguas que eran del mismo tamaño que esa, pero sin éxito. Tampoco había casas a las que llamar o locales a los que visitar. Estaba todo desierto.

—¡Claro! —exclamó Tharja—. Hemos estado buscando en el nivel equivocado.

—¿Qué quieres decir?

Los chicos siguieron a Tharja, que se movía entre las calles buscando algo por el suelo, decidida. Hasta que finalmente se detuvo sobre una tapadera metálica de alcantarilla y le dio un par de golpecitos con el pie.

—¿Dices que Shiro está en las alcantarillas? —preguntó Mina.

—No es muy de su estilo —añadió Owain.

—Pensadlo —dijo Tharja—: la tecnología de la academia es infalible y la única explicación que encuentro a que no esté donde nos indica es que está o por arriba o por abajo. Y teniendo en cuenta que arriba no hay nada...

Hawk, sin decir nada, se acercó a la tapadera, metió el dedo por el agujero del centro y la abrió tirando con fuerza, produciendo un ruido metálico que sonó con eco en el interior de la alcantarilla. Con la tapadera en la mano, Hawk cedió el paso a los demás con la otra mano. Rinka hizo una pequeña reverencia y comenzó a bajar por la escalera.

—¿Habláis en serio? —preguntó Mina—, ¿vais a bajar ahí?

—¿Tú no? —preguntó Owain al pasar por su lado para ser el siguiente en bajar,

Mina se tomó esto como un reto y mordiéndose el labio, se dirigió a la escalera. Al pisar Owain el suelo, observó el interior de la alcantarilla con asco. Él era un chico de bien y había pasado toda su vida entre sábanas de seda y mansiones perfectamente cuidadas y limpias, pero era algo a lo que estaba dispuesto a abandonar.

Dos caminos de cemento se extendían a los laterales del canal, separados por un rio de aguas residuales que, a simple vista, no parecían estar muy sucios. No tanto como Owain se esperaba, al menos. Una rata pasó entre los pies de Mina y ésta chilló y saltó encima de Owain, que la agarró nervioso.

—Lo siento —dijo ella aún en sus brazos.

Owain la soltó con cuidado y comenzaron a adentrarse en el alcantarillado. El sonido del fluir del agua se mezclaba con los chillidos de las ratas. Mina no paraba de mirar al suelo evitando todo tipo de seres vivos como ratas o cucarachas.

—¿Puedes enfrentarte a un goblin alfa pero no puedes con unas ratillas? —preguntó Rinka burlándose de ella.

Mina no respondió, pero se sintió ofendida por el comentario aunque llevara razón.

El Sello de CainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora