CAPITULO 18 - Parte 2: SIEMPRE ES ÉL

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Sentado en el jet, Owain no podía dejar de darle vueltas a aquellos alumnos tan extravagantes de la academia 'Éxodo'. Pero la chica pelirroja, Lana, se llevaba casi toda su atención. Cuando la miró a los ojos mientras permanecía ahogada en el suelo era tan intensa... como si ella acabara de encontrar algo que llevaba mucho tiempo buscando.

—¿Estás pensando en esa chica? —le preguntó Mina.

Owain negó con la cabeza.

—Estaba pensando en todos ellos, en general. ¿Viste como reaccionaron cuando la pelirroja comenzó a avanzar?

—Esa gente es muy rara. No me gustan —intervino Shiro—. Menos mal que no los volveremos a ver. 'Éxodo' está en el distrito agua.

—Pero... en realidad, siento curiosidad —dijo Owain pensativo—. Cuando miré directamente a la pelirroja, sentí como mi sangre hervía.

—¿Seguro que no era el efecto del beso de Helena? —preguntó Shiro con retintín guiñándole un ojo.

—No —contestó tajante el profesor Zack, que hasta ahora se había mantenido al margen de la conversación—. Era el efecto de la magia de sangre.

—¿Magia de sangre? —preguntaron todos.

—Es solo un rumor, pero después de haber visto a esa alumna, creo que es verídico. Dicen que los magos de sangre son atraídos e influenciados por la sangre, aumentando su magia si entran en contacto con ella. Al percibir sangre con propiedades mágicas entran en un estado que llaman 'éxtasis' y los hace imparables. Por supuesto, cuanto más fuerte es la magia de la sangre que perciben más fuertes se vuelven ellos.

Zack centró su mirada en Owain, examinándolo.

—Me recuerda un poco a la magia oscura.

—Bingo. Es por eso que los magos de sangre se ocultan. Piensan que su destino es el mismo que el de los magos oscuros.

—Está claro que queda mucho por descubrir en lo referente a la magia.

En otro de los jets, Lance jugaba con un papel blanco entre sus dedos, hasta que su hermana se lo arrebató rápidamente de las manos.

—Eh, dame eso.

—¿Qué es esto? —preguntó ella mirando el contenido del papel—. ¿Es un número de teléfono?

—Sí, bueno...

—Es del alumno de Éxodo —se adelantó ella, sonriendo.

Lance asintió y ella le devolvió el papel sostenido por sus dos dedos.

—Deberías llamarlo.

—No es lo que piensas. Me dio su número por si quería hablar de la magia mental. Está en la misma situación que yo.

—¿Quieres decir que tiene la 'cerebraxia'?

Lance dio un suspiro y luego asintió.

—Creo que deberías llamarlo. Además, es guapo.

—Sirsa, no...

—Oye —le interrumpió ella—. No puedes seguir detrás de Shiro. No es como tú. Siento ser así de directa pero creo que es lo mejor.

Sirsa sintió una punzada de culpabilidad y desvió la mirada hacia la ventana del jet. Pudo ver otro de los jets de la academia junto a ellos, y al mirar abajo, vio la academia. De pronto, escuchó los quejidos de Lance y se giró hacia él. Se quitó la bandana rápidamente y se apretó las sienes con los dedos, y luego puso la cabeza entre las rodillas, como si fuera a vomitar.

—¡Lance! Aquí no, por favor.

El jet comenzó a sacudirse y los alumnos comenzaron a gritar.

—¡Los mandos no responden! —se oyó gritar al piloto.

—¡Es su culpa! —gritó uno de los alumnos señalando a Lance—. ¡Nos vamos a estrellar por su culpa!

—Hay que mantener la calma —intervino Tharja, levantándose de su asiento de un salto.

El jet comenzó a inclinarse y a caer en picado, mientras los alumnos se sujetaban a algo.

—¡Si le tiramos por la compuerta estaremos a salvo! —exclamó otra alumna.

Sirsa se adelantó y se colocó delante de Lance, agarrada a una barra de acero mientras su cuerpo se volvía incandescente.

—Ni se os ocurra acercaros a él —amenazó ella con furia.

Tharja y Hawk se miraban sin saber qué hacer, sintiéndose en parte culpables por pensar que la única manera de salvar a una docena de personas seria sacrificando a un compañero.

El profesor Damien se acercó a Sirsa y la miró a los ojos con serenidad. Tras unos segundos, le dejó el paso hasta Lance, donde se agachó junto a él.

Lance había comenzado a llorar, las venas de la frente se le marcaban con claridad y la tonalidad de su piel se había vuelto rojiza del esfuerzo.

—Lance, ¿me oyes? Soy Damien Berkis, tu profesor de religión y política. Tienes que relajarte. Tu poder te está sobrepasando. Tienes que ser más fuerte.

Sirsa, aun posicionada a modo de protección, giraba la cabeza de vez en cuando hacia su hermano, y en una de estas, vio por la ventana el otro jet, en cuyas ventanas pudo ver a algunos rostros conocidos asomados a ella, como Mina, el profesor Summers o Shiro, evidentemente preocupados.

Lance podía oír a su profesor, pero no lo escuchaba. No podía. Estaba sumergido en su propia mente, en un escenario imaginario en el que unas zarzas con espinas le rodeaban el cuerpo y le apretaban con fuerza, mientras él se dedicaba a gritar. El resto, era pura oscuridad.

Frente a él, de repente apareció sin explicación alguna el cuerpo de un chico rubio, sujetando una espada, de pie, mirando alrededor sin entender nada.

—¿Qué hago aquí? —preguntó Owain.

Lance dejó de gritar por la sorpresa, aunque el dolor no se había detenido.

—¡Lance! ¿Estás bien?

Owain intentó acercarse a él, pero las zarzas comenzaron a brotar de la nada para cortarle el paso, como si tuvieran vida propia.

—No te va a dejar acercarte.

—¿Quién?

—Mi... mente.

—¿Estamos en tu mente?

—Si. O no. Ya no lo sé. Me estoy volviendo loco.

—Vamos, tienes que volver. El jet está cayendo, y se dirije a la academia. Tienes que salir de aquí y volver a la realidad para arreglarlo todo.

—No puedo —dijo apenado—. Mi mente quiere que el jet se estrelle.

—Tu mente no es una tercera persona. Tu mente es parte de ti. Tú eres quien la controla.

Owain alzó la mano e intentó prender fuego a las zarzas, pero en lugar de eso, comenzaron a decrecer, desapareciendo en la oscuridad. Avanzó hasta la hilera de zarzas que envolvía a Lance y se detuvo a un par de metros.

—¿A qué esperas? —preguntó Lance desesperado—. Sácame de aquí.

—Tienes que ser tú quien salga de ahí. Vamos, dame la mano.

Owain le ofreció la mano, pero Lance no se movía.

—No puedo —dijo entre lágrimas.

—Si puedes. ¿O quieres que tu hermana se estrelle contigo?

Lance abrió los ojos y comenzó a moverse, haciendo que las zarzas se clavasen más en su cuerpo, provocándole ríos de sangre. Entre sollozos de dolor, estiró la mano y alcanzó la de Owain.

El jet estaba a punto de estrellarse. Mientras, el profesor Damien le gritaba a Lance, Sirsa lo abrazaba con fuerza, Tharja y Hawk se agarraban de las manos con los ojos cerrados y el resto de alumnos chillaban aterrorizados.

Lance abrió los ojos de golpe, se levantó y junto con un gesto de su mano temblorosa, el jet se elevó unos metros por encima del tejado de la academia.

El Sello de CainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora