CAPITULO 4 - Parte 1: EL CASTIGO

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Owain entró en la habitación haciendo uso de su pulsera, pasándola como un escáner por delante de la puerta. Pensaba que sería el mismo tipo de habitación, pero era totalmente diferente: bastante más amplia, con espacio entre una cama y otra. Dos mesas de algún tipo de material metálico de color gris oscuro, con unas cajoneras del mismo metal bajo ellas. Las paredes estaban pintadas de color gris, tan claro que parecía que era un blanco sucio. Un armario empotrado con puertas correderas. Las colchas de las camas eran de color verde, siendo lo más llamativo de la habitación. Un par de ventanas como las de su anterior habitación y, lo más novedoso, una puerta de madera blanca. Al abrirla, vio que era un pequeño aseo: un váter, un lavabo con un espejo rectangular enfrente y una estrecha ducha con mamparas de cristal traslúcido. Se acabó el tener que esconder su marca de toda la academia. Ahora solo tenía que esconderse de una sola persona.

El ruido mecánico de la puerta al abrirse le sacó del baño, para ver la entrada de su compañera, sosteniendo una maleta bastante más grande que la suya, de color morado, y Scarl pasando entre sus pies con agilidad, hasta saltar en una de las camas, en la cual se acomoda.

—Vale, esa será tu cama —afirmó Owain señalando directamente al gato, en vez de a la cama, con cierta expresión de repulsión en su rostro. Ella no se pronunció, sólo levantó su maleta con esfuerzo sobre la cama, con cuidado de no aplastar a su mascota, y la abrió. Empezó a sacar todo tipo de ropa, a doblarla y a meterla en el armario. Ella se detuvo, sosteniendo una prenda negra en su mano y giró la cabeza hacia atrás.

—Espero que hayas traído ropa cómoda para las misiones de exploración. Si no, yo podría prestarte algo —dijo Mina con burla. Él se giró extrañado—. Era una broma. ¿Te cambias tú ahí dentro mientras yo me cambio aquí? —añadió señalando el baño con los ojos, mientras cerraba la cremallera de la maleta.

—Claro.

Owain se puso unos pantalones negros ajustados y unas botas, una camiseta de mangas cortas blanca y una chaqueta negra. Esperó unos segundos para darle tiempo a su compañera a terminar de vestirse. Una de las pocas cosas que entendía de las chicas era que necesitaban su tiempo para arreglarse, aunque en este caso fue menos de lo esperado. Un leve toque en la puerta le indicó que ya estaba lista. Al salir, la vio preparada: ella también vestía unos pantalones negros y botas, una camiseta de tirantes negra y en la mano llevaba una chaqueta de cuero negra.

—El negro te queda bien —le dijo, obligándose a mantener la boca cerrada.

—A ti tampoco te queda mal. —Y ella le miró de arriba abajo.

Ambos salieron de la habitación y se encontraron a Zack Summers apoyado en la pared, presionando con un dedo su muñeca, señalando el reloj digital.

—Hace dos minutos que tendríais que estar listos —dijo con el ceño fruncido—. Suerte que no soy Elderwood —Su expresión corporal cambió completamente, la piel de su cara se estiró y sus hombros bajaron un poco, relajado—, vamos.

—¿Eres nuestro tutor? —preguntó Owain, que le seguía los pasos de cerca.

—Correcto. A partir de ahora me haré cargo de vuestras misiones y de vuestras acumulaciones de Puntos EX. Si tenéis algún problema, me tenéis que avisar a mí. Pero por supuesto, no sois los únicos alumnos que tengo que tutelar, así que dadme cuartelillo. —Apretó el botón del ascensor y tras esperar a que salieran los alumnos que venían de la segunda planta, entraron—. ¿Qué? ¿Decepcionados?

—Para nada —exclamó Owain, que se dejó llevar por la emoción. Realmente le caia bien ese profesor—. Hemos tenido suerte, ¿verdad? —giró la cabeza hacia Mina, que le arqueó una ceja como respuesta.

El Sello de CainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora