CAPITULO 20 - Parte 2: ISLA GÁLAMA

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Por la mañana y durante el desayuno, Owain no paraba de darle vueltas a lo sucedido la noche anterior. No sabía si contarlo o no. Creía que hacerlo solo serviría para preocupar al resto, sobretodo a las chicas. Sin embargo, aquel hombre ya estaba muerto, no debería de haber peligro.

Los párpados de Rinka se cerraban automáticamente una y otra vez. Shiro la observaba sonriente y llamó a Owain de un codazo para indicarle que la mirara. Ambos rieron en silencio. Su cabeza iba cayendo lentamente con los ojos cerrados y su pelo, que lo tenia recogido en una cola colocada por delante del hombro, se estaba metiendo en el plato lleno de aceite. Entonces Owain detuvo su risa y le echó la cola hacia atrás. Gesto que la despertó.

—¿No has dormido nada o qué?

—Si... bueno, no mucho. Me desperté en mitad de la noche porque me empezó a doler la cicatriz, y pensé... —dijo bajando el tono de voz y mirando a Owain con una mirada cómplice—, ya sabes, que ella estaba aquí. Ya sé que es imposible, pero solo pensarlo me produjo insomnio.

—Si te sirve de consuelo, yo tampoco dormí demasiado.

—Ya lo veo —dijo tocándose los parpados inferiores—, pareces un panda.

—¡Eh! —exclamó Vito desde la entrada de la puerta—, ya casi estamos en la isla. Se puede ver el puerto con claridad.

—Quiero verlo —dijo Tharja levantándose de la silla y dirigiéndose a la salida.

Casi todos la siguieron, quedando en la estancia Hawk, que permanecía inquieto en la esquina de la mesa golpeando un tenedor contra la madera, Owain y Mina, que permanecía en silencio.

—Mina, ¿no vienes? —le preguntó Piers.

—Sí, ahora voy.

Piers se detuvo un momento a mirar a Owain y luego siguió al resto de sus compañeros.

Owain la miraba. De nuevo esa expresión triste. Quería decirle algo. Quería decirle que él la entendía y que no tenía que fingir estar bien y que él la apoyaría. Pero sería una mentira. Si quería alejarse de ella, lo primero era evitar cruzar palabras innecesarias.

Los golpes incesantes que Hawk hacia contra la madera incrementaron su ritmo, lo cual comenzaba a molestar a Owain de verdad. Era irritante.

—¿Quieres parar? —exclamó Owain en un tono más fuerte de lo que pretendía.

Pudo ver por el rabillo del ojo que Mina se había asustado, pues había saltado levemente de su asiento. «Me ha cogido miedo», pensó.

—Owain —contestó Hawk—, tengo un mal presentimiento.

—¿Un mal presentimiento? Quieres decir... como en el tren...

Hawk asintió preocupado, se levantó y agarró de la mano a Owain, para llevárselo afuera. A un ritmo acelerado lo sacó a la cubierta, donde le soltó la mano y se dirigió rápidamente a la barandilla, asomándose al agua.

La cubierta estaba llena de gente mirando el puerto de Gálama, al igual que sus compañeros. Todos estaban felices admirando la belleza de aquel nuevo lugar. Sin embargo, Hawk buscaba desesperadamente algo bajo el agua. Owain se acercó y sin preguntarle nada, hizo lo mismo. Se fiaba de su instinto, ya le había demostrado que era especial para eso.

—Bajo el barco —murmuró Hawk.

De pronto, el barco sufrió una fuerte sacudida. El cuerpo de Owain pasó por encima de la barandilla y hubiera caído si no fuera porque Hawk le sostenía de la mano. Estando ahora colgado, miró hacia abajo y vio en el agua una gran sombra negra.

El Sello de CainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora