CAPITULO 10 - Parte 1: OBLIVION

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Lo ocurrido con Rinka marcaba el inicio del fin de semana. No era la mejor manera de empezarlo, pero Owain rápidamente buscó la mejor manera de aprovechar esos dos días libres que El Jardin les otorgaban. Elegir entre quedarse esos dos días durmiendo y viviendo en la academia, o regresar a casa fue fácil. Era el momento perfecto para volver a ver a Nana y sentir el aroma de su hogar.

Cogió una pequeña maleta, la misma que usó para viajar a El Cubil, y la rellenó de algunas prendas de ropa. Tampoco necesitaba mucha, porque su intención era regresar a la mañana siguiente, pero pensó que podía aprovechar y traer más ropa que dejó allí. Asi que la maleta iba medio vacia. Se despidió de algunos de sus compañeros y dejó la academia, rumbo a su hogar.

Para ir hasta Crysalia, La Capital, donde allí residia anteriormente, la mejor manera de ir era en tren. Pero debido a su última experiencia en tren, no estaba muy entusiasmado con la idea. Sin embargo, decidió que aprovecharía al máximo el poco tiempo que iba a pasar en casa junto con Nana, y se dirigió a la estación.

Caminando por las calles de Y'thaka, tuvo la sensación de que estaba siendo observado o perseguido. Pero aunque mirara disimuladamente a su alrededor, no veía nada sospechoso, asi que borró esa idea de su mente.

Finalmente, llegó a la estación y allí pidió en la ventanilla un ticket hacia Crysalia. Y cuando se dirigía hacia la entrada del tren, una chica le paró. Era joven, de unos dieciséis o diecisiete años más o menos, muy guapa. Tenía la piel pálida y suave. Y, por su color de pelo morado que se movía entre ondas, pudo saber que se trataba de una maga.

—Perdona, ¿conoces a Shiro Monroe? —preguntó la chica.

—Eh... —Owain se quedó bloqueado, tanto por la apariencia de la chica como por su pregunta—. Sí, es amigo mío. ¿Por qué lo preguntas?

—Fuimos... amigos, hace un año y medio más o menos. Solo quería que le dijeses cuando lo vieras que Irina Lombar le echa de menos. —La chica se alejaba de Owain, en dirección a la salida de la estación—. ¡Irina soy yo, por cierto!

Owain entendió perfectamente la clase de relación que les unía a Shiro y ella. En cierto modo, tenía mucho sentido, teniendo en cuenta la actitud de la tal Irina. Directa, despreocupada y coqueta. Como Shiro, pero en mujer. «Debían de haber sido buena pareja», pensó él.

El tren no era tan grande como el anterior. El de aquella vez lo había pagado la academia. Y, aunque Owain no tuviera problemas de dinero precisamente y se lo pudiera permitir, el tener aún diecisiete años requería que Nana le administrase el dinero. «Otro motivo más para volver a casa».

Eligió un asiento, junto a la ventanilla, por supuesto, y se dedicó a observar el paisaje de la ciudad en movimiento frente a él. Solo serían un par de horas de camino, así que sería un viaje rápido. Aun así, acabó quedándose dormido. Aunque tan solo hacia una hora que se había despertado, el uso de la magia en la sesión de mejora con Zack y en el Bosque Génesis todavía hacía mella en él.

—Jinny, cálmate —dijo una voz que le despertó.

Se reincorporó rápidamente, ya que estaba con el trasero en el borde del asiento, y miró alrededor. No tardó en espabilarse al ver cómo el interior del tren se sacudía ligeramente. Su maleta, en el asiento contiguo, temblaba hasta el punto de tener que agarrarla para que no cayera. Miró por la ventana para ver qué clase de ruta estaban tomando para que el tren se moviera de aquella forma, pero el terreno era completamente liso.

—¡Es ella! ¡Es esa niña! —exclamó un hombre señalando a dicha niña.

—Jinny, nos van a echar del tren si no lo paras ahora —dijo un hombre que estaba sentado junto a ella, su padre quizás.

El Sello de CainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora