CAPITULO 15 - Parte 1: LIBERADO

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El aire golpeaba con fuerza en la cara de Owain y, pese a viajar en un coche descapotable, se sentía agobiado por la presión al viajar en el asiento del centro. El coche era de diseño, prácticamente nuevo y muy rápido, pero no era especialmente ancho, y tras una hora y media de carretera, comenzaba a resultar tedioso.

—Sigo sin entender cómo me habéis convencido —dijo Jero.

—Échales las culpas a Owain, es demasiado convincente, ¿verdad? —contestó Shiro mirando a Jero por el espejo retrovisor.

—Presta atención a la carretera, por favor —intervino Lance dando un golpecito en el respaldo de Shiro—. Y ve más despacio.

—¿Estás mareado comecocos? —preguntó Shiro, con una extraña sonrisa de disfrute en su rostro.

—Lo siento Lance, pero tenemos que hacer esto antes de que amanezca o nos descubrirán —dijo Rinka desde el asiento de copiloto.

—No sé si será peor el castigo de habernos escapado o de haberle mangado el coche a Zack —comentó Owain.

—Quiero recordaros que me habéis dicho que no era necesario que yo entrase ahí —advirtió Jero con la voz temblorosa.

—Estás acojonado —dijo Owain.

—¿Tú no?

—Repasemos el plan —dijo Rinka, girándose hacia los asientos traseros para mirarles las caras—. Jero se queda fuera de la prisión, a cubierto, para transmitir la información sobre la ubicación de cada guardia para poder evitarlos. Información que recibirá Lance con su magia mental y que, a su vez, neutralizará las cámaras de seguridad. En caso de que nos descubran, tenemos que encargarnos de ellos antes de que den la alarma. Owain, ¿has traído las cazadoras con capucha?

—Si. Están en el maletero.

—Genial —dijo Rinka volviendo a colocarse bien en el asiento.

—Que los Dioses nos guíen —susurró Jero.

La prisión 'Alabarda' estaba de camino a Crysalia, situada en lo alto de un peñón bordeando el mar, así que Shiro aparcó el coche en el terreno llano justo antes de comenzar la pendiente del peñón y se detuvieron en la zona boscosa que había alrededor de la prisión.

—Mírame —le dijo Lance a Jero.

Colocó sus manos extendidas alrededor de su cabeza y cerró los ojos, concentrándose.

—¿Qué está haciendo? —preguntó un Owain curioso.

—He creado un vínculo mental con Jero, ahora estamos conectados mentalmente.

—Eh —advirtió Rinka—, hay dos tíos en la entrada.

—Jero, ¿Hay alguno más tras la puerta?

Jero se concentró y un mapa sensorial se dibujó en su mente percibiendo los espacios ocupados por personas.

—No, el más próximo a la entrada está al girar el pasillo de la entrada. Justo en la esquina, tanto a la derecha como a la izquierda.

—La cuestión es... ¿Cómo nos deshacemos de esos dos de la entrada sin llamar la atención? —preguntó Owain—. No podemos acercarnos y derribarlos sin más.

—¿Es que lo tengo que hacer yo todo? —intervino Lance con una sonrisa.

Estiró los brazos en dirección a los guardas desde la maleza, para luego juntarlos de golpe y haciendo que las cabezas de ambos guardas se estrellasen la una con la otra dejándolos a ambos inconscientes. Owain no dijo nada, solo le dio un par de amistosos golpes en el hombro.

—¿Qué hay de las cámaras?

—Misteriosamente inoperativas —contestó orgulloso.

—La magia mental es una maravilla —dijo Shiro fascinado.

—No tanto...

Avanzaron y cruzaron la puerta. Rápidamente, Owain y Lance se pegaron a la pared de la derecha y Rinka y Shiro hicieron lo mismo en la de la izquierda. Avanzaron hasta llegar a la esquina. Lance hizo un gesto para indicar que ahí estaban los dos guardas de los que había hablado Jero. Contando con los dedos de la mano, a la señal de tres, tanto Shiro como Owain cruzaron la esquina y golpearon a ambos guardas al mismo tiempo, sin dejarles tiempo para pedir ayuda. Lance y Rinka los arrastraron hasta la entrada y los sacaron fuera, dejándolos junto a los dos de afuera ya noqueados.

Jero, por su parte, continuaba con la otra parte de su misión, que era encontrar la celda de Aizen Cobalion. Le resultó muy fácil porque desprendía cierta aura oscura que resaltaba del resto. Le resultó incluso inquietante y por un momento dudó de si era buena idea liberar a semejante mago. Finalmente se lo comunicó a Lance y les aconsejó tomar el camino de la derecha, que era un poco más corto que el otro.

Los cuatro se desplazaban pegados a la pared de piedra y Owain podía sentir en su espalda el frio de la piedra empapada de la brisa marina en la noche. Incluso podía percibir cierta corriente entre algunos huecos de la pared. A pesar de la tecnología de la que se disponía en el interior de la prisión, la estructura del edificio era antigua. Le recordaba en ese sentido a Jardín.

Más adelante, Lance, que iba el primero, se detuvo al acercarse a un arco que servía de entrada en una estancia de la que procedían voces. Lance escuchó a Jero en su mente, que le avisaba de que había cinco personas y que no se estaban moviendo. Lance levantó los cinco dedos de su mano izquierda y se la mostró a sus compañeros.

Owain se adelantó a Lance, se colocó junto al arco y colocó a Oblivion de manera que el reflejo de la luz en su hoja le mostraba el interior de la sala. Así pudo comprobar que esas cinco personas eran guardas que estaban alrededor de una mesa jugando a las cartas. Owain iba indicando al resto cuando debían de cruzar el arco, agachados y sin hacer ruidos, hasta que pasaron todos de largo y pudieron continuar.

Fueron avanzando y cruzando pasillos mientras esquivaban a los guardas, algunos incluso que daban paseos fueron simplemente evitados, hasta llegar a una sala redonda y grande con unas escaleras que llevaban al piso inferior y que estaban protegidas por otros dos guardas.

—Ayudadme a subirme ahí —susurró Rinka señalando una viga que recorría el techo y pasaba justo por encima de los dos guardas.

Owain se subió en los hombros de Shiro y éste a su vez cargó con Rinka, formando una torre. Rinka apenas llegó a la viga pero pudo subirse a ella y colgarse como un koala. Se fue arrastrando por ella hasta llegar al centro de la sala redonda, y entonces se dejó caer sobre ambos guardas, derribándolos.

Uno de ellos, que era una mujer, seguía consciente e intentó gritar, pero Rinka rápidamente le cortó la respiración momentáneamente golpeando en su cuello, y luego la noqueó.

Junto a la escalera había una especie de máquina que transmitía una luz roja que apuntaba hacia la escalera y se iba moviendo de arriba abajo, muy similar a la luz de las Pulseras EX.

—Es un escáner —dijo Shiro.

Owain colocó la mano sobre la superficie de la máquina, que era de la forma de un poste, recubierto de un metal blanco, y calentó su mano lo suficientemente caliente como para derretir el metal y provocando un cortocircuito en la maquinaria que hizo que la luz se apagase.

—Un truco muy bueno —añadió Lance.

—Me he inspirado en tu hermana.

El Sello de CainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora