CAPITULO 6 - Parte 1: PESADILLAS

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Owain sacó de su armario una mochila lo suficientemente amplia como para meter un par de mudas. La misión tendría lugar en un lugar a unas cuantas horas de camino en tren. Si hubieran ido en jet, no hubiera sido necesario, pero debían de pasar la noche en el mismo tren para estar en el puesto a primera hora de la mañana.

Salió de la habitación, dejando atrás a Mina, que seguía guardando cosas en una mochila bastante más grande que la de Owain. Antes de salir, estaban obligados a firmar en recepción, de esa manera registraban las entradas y salidas de cualquier alumno, tanto en misiones oficiales como en salidas personales. 

Así que fue a ver a Glenda en la recepción. Tan solo tuvo que pasar la muñeca en la que tenía la pulsera EX por delante de una máquina, tan pequeña que Glenda podía moverla con soltura y facilidad. Desprendió una luz roja que hizo que la pulsera se activara y parpadeara un par de veces con el mismo tono de la luz de la máquina, acompañado de un pitido.

—¿Listo para la primera misión? —dijo Rinka acercándose por la espalda, sujetando una pequeña maleta con ruedas de color violeta—. Bueno, la segunda para ti en realidad. Había olvidado la del castigo.

—Si. Espero que acabe mejor que aquella vez.

—No te preocupes, esta vez voy yo —ella se acercó y rodeó su brazo—. ¿Nos vamos?

—Aw —algo duro le golpeó en el tobillo. Era la maleta de Mina.

—Perdona —se disculpó, sin mirarle—. Al final he tenido que cambiar la mochila por algo más grande. ¿Y Shiro?

—Se ha adelantado. Dijo que estaría esperando en la estación.

—Tharja y su compañero han hecho lo mismo. Tenía algo que comprar en el centro, así que iría directamente. Hawk se ofreció a acompañarla —explicó Mina mientras firmaba en la máquina de Glenda.

—Entonces estamos todos, ¿no? —preguntó Rinka.

La estación de tren estaba en el centro de Y'thaka, a unos quince minutos andando, pero ellos cogieron el transporte urbano para llegar cuanto antes. Un trozo de chatarra metálica volaba a escasos centímetros de la carretera, con unos siete pasajeros a bordo. 

Durante el trayecto, ninguno de los tres dijo nada. Mina observaba por la ventana en silencio con Scarl en su regazo. Rinka había sacado una piruleta del bolsillo de su chaqueta y jugaba con el palo mientras la saboreaba. Y Owain, se sentía incómodo con tanto silencio. Quería entablar una conversación, pero no sabía de qué hablar con ninguna de ellas.

Hawk estaba acostumbrado al silencio y no le importaría permanecer así durante horas. Pero lo que allí había no era simple silencio, era tensión. Tensión que él podría cortar con una de sus dagas. Shiro se encontraba apoyado en el muro de enfrente, ligeramente inclinado hacia atrás y con los brazos cruzados. Por otro lado, Tharja se apoyaba en la taquilla lista para recibir las entradas del tren en cuanto llegara el resto.

—Lo siento —dijo Hawk.

—¿Qué? —preguntó Shiro, no muy seguro de haberle oído bien. Tharja también pensó lo mismo y giró la cabeza hacia él para oír su respuesta.

—Por lo de la daga en la cabeza.

—Pero si lo pedí yo. De hecho, fuiste el único que me escuchó y confió. Asi que... gracias.

Hawk asintió con la cabeza, aliviado. Cuando se aproximaban Owain y el resto, Tharja pidió automáticamente los tickets en la taquilla para todos. Una vez más, quedó registrado en la pulsera. Realmente era multiusos. Una vez reunidos los seis, se dirigieron al andén y tan solo tuvieron que esperar durante cinco minutos a que llegara el tren.

El Sello de CainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora