CAPITULO 17 - Parte 3: LA PRUEBA

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Owain miraba a su alrededor sin dejar de prestarle demasiada atención a su profesor, intentando buscar una salida. Una alternativa a tener que enfrentarse a ese hombre que con solo mirarlo, parecía invencible. Sin embargo, no había puerta alguna o cualquier otro tipo de salida. La habitación parecía un bunker carente de color. Parecía el escenario de un sueño.

—Si no iniciáis el ataque, lo haré yo —advirtió Zack.

Mina no esperó a ese momento y se agachó para crear el círculo de invocación, por el cual apareció Scarl, primero en su forma de gato. Pero pronto adquirió su forma de bestia y gruñó amenazante. Asimismo, Owain prendió la Oblivion en llamas.

Scarl saltó sobre él y sus zarpas se encontraron con el frio metal de su espada, y con dificultad pudo resistir la fuerza de la bestia haciéndole doblar las rodillas. Un brillo plateado refulgió y Scarl salió disparado, desapareciendo en el aire en una luz etérea.

—¿Qué... qué ha sido eso? —preguntó Mina sorprendida.

—No uses más magia, Mina —le advirtió. Su mirada era incisiva—. No estamos solos.

Esta vez, susurró de manera que apenas movió los labios, mientras que miraba de reojo una de las esquinas de la habitación. Mina siguió su mirada con disimulo y pudo ver una cámara de seguridad enfocándoles. Entonces recordó el consejo que le dio en el callejón, aquello de que usara la magia lo menos posible. ¿Acaso había alguien detrás de esa cámara relacionada con el ataque en el callejón? No estaba segura, pero su profesor parecía convincente.

—Deja que se encargue él.

Zack se acercó con una sonrisa a Owain mientras hacía girar la espada con agilidad. Owain estiró el brazo y apartó a Mina suavemente, para luego emplear su magia de fuego en la Oblivion.

Las espadas chocaron y el brillo resplandeciente que bañaba la espada de Zack penetraba en la llama de Oblivion, haciéndola desaparecer en un humo blanco. La sorpresa hizo que Owain perdiera fuerza y Zack lo desarmó y lo golpeó con su empuñadura, tirándolo al suelo y llevándose la mano a la oreja.

—¿Cómo has apagado el fuego?

—Ha sido igual que con Scarl —dijo Mina desde cierta distancia—. Ese brillo.

—Esto os lo habrá explicado Hermes ya: al igual que la oscuridad consume otros tipos de magia, la luz las rechaza para permanecer pura.

En ese momento, la espada de Zack comenzó a brillar como una luz artificial y se la mostraba a sus alumnos.

—¿Eres un mago de luz? —preguntó Owain impresionado.

—El director no es el único.

—No somos rivales para un mago de luz.

—¿Ya te rindes? Recuerda que se puede ganar a cualquiera si se usa el cerebro. Ahora, levanta.

Owain se irguió y las llamas rodearon su brazo. Luego las lanzó con furia y Zack las desvió con un leve toque de su refulgente espada.

De pronto, su pecho comenzó a dolerle. Era el mismo dolor que le surgia cuando forzaba demasiado la magia, solo que en esta ocasión no había sido así. Apenas había usado un poco de ella. Su visión ahora había cambiado y todo había adquirido un toque dorado difuminado.

—Veo que controlas mucho mejor el fuego. Me alegro. Pero sigues estando muy verde como mago y como espadachín.

Zack se movió con rapidez hacia él, dio un pequeño salto y le pateó, impulsándolo un poco hacia atrás. Dio una rápida vuelta sobre si mismo y la brillante espada se paseó desde el hombro izquierdo hasta la costilla derecha, provocando una herida poco profunda.

Cuando quiso darse cuenta, su visión volvía ahora a ser normal. Todo había adquirido el mismo tono de color de siempre, pero Zack ya no estaba justo frente a él con la espada llena de sangre, y además no sentía dolor en la herida. Se llevó la mano al lugar que había recibido el tajo, pero estaba intacto.

—Veo que controlas mucho mejor el fuego. Me alegro. Pero sigues estando muy verde como mago y como espadachín.

Owain reconoció esas palabras. Eran las mismas que acababa de decir hace un momento, justo antes de que se lanzara sobre él y le hiriera. No entendía nada, hasta que Zack se lanzó y supo lo que vendría a continuación. Sin embargo, no fue capaz de evitar la patada, y cuando la espada se desplazaba amenazante hacia él, el cuerpo de Mina se interpuso, estática, frente a él.

Zack se detuvo en seco y la espada ahora se posaba inerte sobre la frente de Mina. Zack estaba tan sorprendido como Owain y no reaccionaba. Mina aprovechó y le dio una patada entre las piernas, haciendo que se encogiera y se llevara las manos hacia esa parte, en un grito ahogado de dolor. El puño de Mina hizo que Zack cayera al suelo.

—Eso ha sido muy sucio —dijo Zack con esfuerzo desde el suelo, inmóvil.

—Bueno, dijiste que usáramos el cerebro. Pues fue lo único que se me ocurrió para ganarte. Sabía que no nos harías daño realmente así que era obvio que detendrías tu ataque.

«Sabía que no nos harías daño» se repitió Owain en su cabeza. ¿Era eso cierto? Hace un momento y sin saber cómo o por qué había visto como su profesor le hería sin dudar. Sin embargo, se había detenido. ¿Qué había cambiado de lo que había visto él? La única diferencia había sido la intervención de Mina. ¿Se habría detenido si Mina no hubiera interferido? Probablemente no. ¿Cuál era la diferencia entre atacarle a él o a ella? ¿Por qué ese favoritismo con ella?

Cuando salió de sus pensamientos vio como Mina le devolvía la Oblivion.

—No sé por qué tenías esa cara de susto cuando iba a por ti. Ni que fuera a herirte un profesor como él...

—Creo que tú has... —Se detuvo—. Es igual.

Al fondo de la habitación surgió una luz verde en la pared con forma de puerta, y al atravesarla y volver a sentir esa horrible sensación de teletransporte, estaban de vuelta en el edificio del examen.

El Sello de CainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora