UN CONCURSO PARA VOLVER AMAR

CAPÌTULO 50 SEATTLE

Vivir en un nuevo hogar fue un poco difícil, no sabía de las costumbres que existen en esta casa, por lo que le preguntaba a Christian que se debía y no hacer, él se empezó a carcajear, Christian me dice que esta es mi casa y puedo hacer lo que yo quiera, sus padres están felices con mi presencia porque somos felices. Antes de ir a la academia mis suegros nos despidieron con una bendición, porque Christian les informó que estaremos de comisión por algùn tiempo.

A partir de hoy seré una borracha callejera, Christian y otros compañeros estarán monitoreando mis pasos, me están colocando unos audífonos que incrustaron en un par de aretes, mi ropa está hecha un desastre, apestoso a alcohol, lo rocían con un aerosol especial, igual mi aliento se tornará aguardientoso. Vago por las calles que he repasado durante días en forma incógnita, estamos buscando una red de trata de personas, últimamente han desaparecido mujeres de entre 14 y 30 años, por lo que se busca quienes son los contactos para llevárselas. Llevo varias semanas durmiendo en la calle para que me ubiquen las personas callejeras, bajo puentes, parques, bancos, establecimientos.

Un chico se acerca a pedirme de mi botella, la cual no se la niego, me pregunta cómo me llamo, contesto que ya no recuerdo mi nombre, me pregunta si tengo familia y le digo que no, me invita a su casa y le digo que me agrada más estar al aire libre, me jala fuertemente mi brazo y le estrello la botella en la cabeza, cae y sigo caminando como si nada, otro hombre llega al auxilio del patán que me lastimó, me siento muy segura porque sé que no estoy totalmente sola.

Sigo deambulando por las calles, me siento en un parque y recojo algunos periódicos para acostarme, jamás pensé en mi vida llegar hacer esto en mis cinco sentidos, de momento un policía se me acerca y me dice que no debo dormir en las bancas del parque, me levanto malhumorada y camino unos pasos y me molesta cuando me dice que en su cama no pasaré frío, me estoy imaginado los corajes que está pasando mi marido, tan celoso que es y se tiene que aguantar todo las barbaries de las que escucha. Lo ignoro y me toma del brazo torciendo hacia atrás de mi espalda, llama a la patrulla y me suben a ella, como no respondo a sus preguntas me abofetea, pero veo que no me lleva a ninguna delegación policial.

Hace una llamada por el radio y empieza a sobarme las piernas, le digo que me deje, desafortunadamente no puedo mostrar mis habilidades de defensa personal, a menos que en verdad esté en un riesgo total, me golpea con el tolete en la cabeza, se me nubla de momento la vista pero no dejo que me toquetee más, llega otro auto que no es patrulla y el policía baja, habla con los del auto negro y me suben a él. Alcanzo escuchar que el hombre que viene en el otro auto, le dice que ya le había mencionado al policía que no golpee la mercancía, espero que esta vez estemos sobre lo que estamos buscando, al subirme al auto que llegó, el hombre que viene dentro del vehìculo, me dice que no me hará nada, simplemente que me dará la oportunidad de salir de la miseria en la que vivo, siempre y cuando coopere con él.

Voy en silencio y llegamos a las afueras de Seattle, es una casa moderna con alberca y hay muchas chicas en bikini, me informa que baje y que lo siga, me envían a una habitación con una cama y me dicen que me bañe, que vendrá una persona por mí en cuanto esté lista, cuando salgo del baño, veo un hermoso vestido color champán stretch, unas zapatillas que no pienso usar y vean que nunca he utilizado alguna vez unas zapatillas de ese tipo, me peino mi cabello en una coleta, cuando entra una mujer muy arreglada se me queda viendo.

_ Mira nada más que tenemos aquí, no estás nada mal, tendremos buen dinero por ti, tienes que atender bien a los clientes.

_ ¿Qué tipo de trabajo es este? De sirvienta, no me agrada, me voy, además deje decirle que jamás he utilizado ese tipo de zapatos espantosos, siempre he utilizado mis jeans y tenis.

_ Pues aquí aprenderás a usarlas y no es de sirvienta tu trabajo, tienes que consentir en todos los sentidos a nuestros clientes, dan buen dinero cuando los atienden bien.

_ A ver, barájemelo más despacio, que eso de consentir en todos los sentidos al cliente.

_ No te hagas la mosca muerta ¿Qué? ¿Nunca has estado con un hombre y han tenido relaciones?

_ Claro que sí, pero yo lo escojo no me lo escogen.

_ Pues aquí te amuelas, el que te toque lo atiendes bien o lamentarás no hacerlo.

_ ¿Qué me va hacer? ¿Me va a correr?

_ Niña estúpida, esto no es un juego y no me caes nada bien con esos aires, luego se ve que eres un pobretona con aires de grandeza.

_ Yo no pedí venir aquí, me trajeron forzada y además necesito mi botella de vino, para poder quitarme mis nervios, cuando no tomo me dan ataques, asì que quiero una botella de cerveza o aguardiente muy fuerte.

_ Si te portas bien con el cliente te daremos la bebida que quieras, hasta las que nunca en tu vida has tomado como el Champán.