Le dije a Eliana que se pasara la tarde con Tania, y obviamente acepto. Pase recogiendo algunas cosas de mi casillero para irme a la casa de Ashley, ir a su casa me parece de lo más raro, sabiendo que ella y yo no somos amigas ni por error.
Antes de ir a la casa Ashley, pase al baño de chicas, a ver como seguían mis heridas. La herida de la sien sigue con costra y tiene rojo a su alrededor, la de las comisuras no se ve gracias al maquillaje que compre, aunque de cerca tal vez se vea lo morado. Creo que soy tan masoquista al ir a ver mis heridas cada vez que puedo, o tal vez lo hago para que nadie mas lo note y no haga preguntas que para mi, son demasiado incomodas. Después de que terminé de ver la herida de la sien, me volví a ponerme el mechón de cabello, tratando como siempre de cubrir la final línea de costra.
—¿Nos vamos?— pregunta Anthony, sacándome de mis pensamientos.
—Sí—asiento.
—Últimamente has estado demasiado callada, es decir, sí, eres así, una mujer de pocas palabras. Pero siempre estás hablando aunque sea algo—dice Anthony viendo hacía el frente, y con las manos en el volante.
—Simplemente hay días en los que quiero hablar y otros días en los que simplemente prefiero no decir nada—veo por la ventanilla hacia la carretera.
De repente, algo me sorprendió del todo, Anthony toma mi mano entre las suyas. Espero que sea un gesto como amigo.
—Sea, lo que sea que te esté pasando, sabes que siempre puedes contar conmigo.—aprieta mi mano entre la suya.
Literalmente no se que decir, prefiero quedarme callada y seguir viendo el camino hacia la casa de Ashley. Anthony aún no deja de agarrar mi mano, creo que esto se está poniendo incómodo para mí.
Anthony nota la incomodidad en mí, pero sólo se límita a sonreir. Enciende la radio del auto y escucho una canción de Queen, y eso me relaja. Escucho casi todo tipo de música, pero yo me inclino más por el rock, así que al parecer a Anthony le he contagiado mis gustos musicales.
Llegamos a la Residencial dónde esta la casa-mansión de Ashley. Ya había estado en esta Residencial algunas veces, porque aquí esta también la mansión de Abby y Mónica, creo que la mayoría de las personas del St. Dominique, viven aquí, aunque hay unas cuantas residenciales más similares a esta en otras partes de la ciudad.
La mansión de Ashley es muy linda, es de un color blanco, como casi todas la mansiones, tiene dos pisos pero a pesar de todo es muy grande y es de un estilo moderno. Las ventanas son de cristal y está finamente pulido.
Anthony deja estacionado el automóvil donde al parecer es como un parqueo exclusivamente para invitados. Caminamos hasta llegar a la puerta.
Anthony toca el timbre, y una mujer de no más treinta y cinco años nos abre la puerta. La mujer que nos abre la puerta tiene puesto un uniforme como el de personal de servicio.
—Buena tarde, ¿en qué puedo ayudarles, jóvenes?.—pregunta la mujer.
—Buena tarde, ¿se encuentra Ashley?—le digo igual de amable.
—Sí, por supuesto—nos dice y se voltea a hablarle a alguien—señorita Evans, quieren hablar con usted.
—Diles que pasen, por favor—escucho la voz de Ashley a lo lejos.
—Pasen, por favor—dice la mujer del servicio.
—Gracias—decimos al unísono Anthony y yo.
El recibidor de la Mansión es muy elegante, veo finas decoraciones a mi alrededor. El piso tiene una alfombra elegante y fina. Veo que Ashley se acerca a nosotros, vestida con una falda y una blusa de Tommy Hilfiger a juego. Su cabello castallo esta totalmente lacio, recogido en una cola de caballo.
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Desastre Colateral
Подростковая литератураLudmila, ella se definía como un desastre colatetal. Sus problemas son la mayor carga sobre sus hombros. Pero ella tiene un ancla a la vida, su hermana, Eliana. Nicholas, egocéntrico y la competencia intelectual de Ludmila. Un chico que vive entre...