Capítulo 76⚓

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No puedo creer lo que Nick acaba de hacer conmigo. Mi cuerpo aún recuerda lo que Nick me hizo sentir, cada parte de mí sintió fuego y placer, un placer que aún tengo en cada fibra de mi ser.

Aún estoy recuperando la respiración, aún siguo agitada. Mis piernas todavía se sienten como gelatina, y una ligera capa de sudor recorre mi piel.

—Sabes increíble —dice él en mi cuello.

No sé que responder, mi ingenuidad aún está presente. ¿Qué puedo decirle?

—Es la primera vez que alguien hace eso conmigo —digo. Eso fue lo mejor que se me pudo ocurrir.

—Lo sé, cariño—deja un beso en cada una de mis mejillas—, y me agrada ser el primero.

—Te quiero —digo con la voz aguda, de la nada me salieron éstas palabras.

—En menos de una hora la palabra "te quiero" se ha convertido en mi favorita, pero sólo si tú la dices —él me ve a los ojos con dulzura.

No puedo evitar sonreir de una manera embobada. Que él me diga eso, hace que caiga en el típico cliché de las mariposas en el estómago, o peor aún, tengo a Jurassic Park en mí.
Mis sentimientos por fin están a flor de piel, él ha derretido el hielo que estaba en mi corazón. ¡Qué patética me siento! Nunca pensé enamorarme, él no entraba en mis planes. Todo lo mande a la mierda por un beso, por Nick. Espero no arrepentirme de haber dado un paso enorme con la "relación" que tengo con Nicholas. Ojalá que esta historia de amor no se convierta en un cuento de horror.

¡Bien, Ludmila! Ahora hasta piensas en el amor y haces frases absurdas de amor y horror, ambas palabras juntas. Vas de mal a peor.

Odio regañarme mentalmente, pero después de lo que mi padre ha hecho, me hice la promesa de no querer a un hombre. Y ahora, la estaba rompiendo. Qué mal me sale eso de prometerme cosas.

—¿Qué piensas?—me pregunta Nick, él acaricia mi cabeza—.¿Acaso no te gusto?

—No, claro que...quiero decir sí, sí me gusto—balbuceo —. Aunque no pienso en eso.

—Entonces, ¿en qué piensas?—inquiere. Me acerca a su cuerpo, de modo que mi cabeza está en su pecho.

Me concentro en los latidos de su corazón, están acelerados. Me gusta que esté así por mí, porque nunca creí que una chica que se considera un bicho raro y bebé de un ogro, pudiera provocar eso en Nicholas.

—Nada. No pienso en nada—le digo.

Sus dedos hacen círculos en mi espalda y se cuelan entre la tela de mi top.

—¿Segura?

Yo asiento.

Los párpados me comienzan a pesar, creo que en cualquier momento podría quedarme dormida. Me alejo de él, y trato de bajarme de la cama.

—¿A dónde vas?—pregunta.

—A la habitación en la que duermo.—respondo.

—Quédate —me pide, aunque pareció más una súplica que una petición.

—No creo que sea lo correcto.

—Ludmila, deja tu inocencia por un lado. Tú ya has dormido conmigo, te he besado de muchas maneras—juega con el piercing en sus labios—, y en los lugares más íntimos de tu cuerpo.

Lo último que dijo hace que por milésima vez en el día sienta mucha vergüenza.

Mis manos van a mi rostro.

—No lo digas —digo entre mis manos. Nick me quita las manos de mi rostro.

—Nena, es normal. No tienes porqué sentir vergüenza —besa el dorso de mi mano.

Desastre ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora