Capítulo 17 ⚓

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Recuerdo que en primer grado de secundaria Jennifer puso un pie, para que yo pudiese tropezar. Y así fue.

Caí de bruces y bote todo mi almuerzo. Me manche el uniforme del colegio y casi todos los presentes se burlaron de mí.

—Fíjate por donde caminas—había dicho Nick, muriéndose de la risa.

—Que idiota eres.—le había respondido.

—Cuidado, niña. No te creas tan importante.—había dicho Jennifer dándome una sonrisa cínica.

Después de eso, me quede sin almuerzo, estaba tan molesta por ese par de imbéciles.

Nunca habían llegado a golpearme, pero a veces tenía miedo de que algún día lo hicieran. Nick nunca lo ha hecho pero sigue haciéndome la vida imposible.

Después de que mis amigas y yo terminamos de comprar, nos fuimos a tomar un café, charlamos casi toda la tarde.

Mónica y Abby no paraban de hablar de la fiesta, y para ser sincera ese tema ya me tenía un poco cansada. Trate de tener una conversación "de chicas" con ellas, pero de me es difícil ya que siempre que hablan de chicos o cosas así, me siento excluida del tema, porque, para empezar yo nunca he besado a un chico, y mucho menos he salido con chicos.

                            ⚓⚓⚓⚓

No tarde más de cuarenta minutos en llegar a mi casa. Eliana ya estaba en casa cuando yo llegue.

—¿Qué tal te fue?—dice Eli, apagando la pequeña televisión que tenemos en casa.

—Pues bien. Las chicas fueron muy amables y me compraron esto.—digo y levanto las bolsas con la ropa aún dentro.

—¡Quiero ver!—Eliana camina hacia mí.

—Ok, pequeña. Vamos a mi habitación.—subimos los escalones y abro la puerta. Dejo las bolsas en mi cama.

Voy al baño a lavarme la cara. El contacto con el agua hace que se me despeje completamente la mente.

—¿Ahora si vas a enseñarme lo que te regalaron?—dice Eli con las manos en la cintura.

—Claro que sí.

Comienzo a sacar las prendas de vestir de las bolsas y se las comienzo a enseñar a Eliana.

—Ponte los vestidos, y la falda también, quiero verte vestida con la ropa nueva.—Eli agarra un vestido y me lo da.

—¿Sabes lo cansada que estoy de ir a cada momento a probarme la ropa?.—le digo recordando todo lo que las chicas me hicieron ir a probarme.

Me voy a cambiar para ponerme el vestido rojo con flores blancas, creo que por eso las chicas y yo pensamos que era de estilo hawaiano.

—Me gusta ese, ¿supongo que es para la fiesta de Mónica?.

—¿Qué comes, qué adivinas?.

Las noches son frías en la ciudad, así que no entiendo como le hará Mónica con su fiesta de estilo Hawaiano, aunque algunas noches no son lo suficientemente frías para hacer una fiesta de ese tipo.

Decido ponerme la falda de talle alto negra y el crop top de encaje blanco con manga larga. No recuerdo haber usado algo tan femenino como esto. Me siento algo incómoda, es como que quizás no fuera yo.

—Que linda. Me encanta todo el conjunto—dice mi hermana menor. Ella me ve de pies a cabeza.

—Dices que soy linda porque soy tu hermana, boba. Y sí, la ropa está muy linda pero me siento rara usándola.—encojo los hombros.

—Pueda que diga que eres linda, porque soy tu hermana. Pero sabes que eres la mejor hermana mayor que alguien pudiese tener.

—Gracias, tú también eres la mejor hermana menor que alguien pudiese tener. Pero no volvamos este momento muy emocional, por favor—le guiño antes de salir a cambiarme otra vez.

Me vuelvo a quitar la ropa y me pongo el vestido blanco que tanto les gusto a las chicas. A mi me encantaba.

—¡Me gusta cómo te ves!—ella exclama.

—Sabía que dirías algo como eso.

—Es que el blanco te queda bien. Realza más tu tono de piel.—ella se encoge te hombros y esboza una sonrisa.

—También sabía que dirías algo como eso.—muevo un dedo de un lado a otro.

—Lástima que yo no puedo comprar algo así.—dice ella, en tono triste.

Algo que no me gustaba en la vida, es ver a Eliana triste. Eso me hacía sentir mal. Pero tenía algo que la animaría.

—De hecho te traje algo. Sé que aún faltan unos meses para tu cumpleaños pero quería darte algo.—reviso la mochila, la tuve que llevar al centro comercial porque fuimos inmediatamente después de clases.

Encuentro la caja adornada con una moña dorada. La caja es pequeña pero lo que tiene adentro le gustará mucho a Eliana.

—Toma.—le digo dando la caja pequeña.

—Gracias.—ella dice y agarra la caja.

Comienza a abrirla y yo sabía que le iba a encantar lo que hay dentro. Era una pulsera de tréboles. No era de plata y mucho menos oro, pero tenía un significado para nosotras.

—Yo sé que el brazalete no es gran cosa, pero tiene significado para ti y para mí—comienzo a decir y me acerco a ella—La vi y pensé en ti, tal vez te traiga mucha suerte para tener la vida que siempre has querido.

—Gracias, Ludmila. Pero no quiero suerte, te quiero a ti—Eliana me da un tierno abrazo.

—También te quiero.

—Siempre la llevaré conmigo, al igual que tú llevas el collar que te regale—dice tocando el collar que llevaba una ancla en plateado. En si el collar era una especie de cinta negra delgada que me llegaba un poco abajo del cuello. Nunca me le quitaba.

—Tú tampoco te quitas el collar que te regale.—le dije tocando la pequeña infinito. Es similar al mío, tiene una delgada cinta negra, y su infinito en plateado.

—Y yo nunca me quito el mío.—dice mientras vuelve a abrazarme más fuerte.

Mi hermana siempre será lo mejor de mi vida. No se lo decía muy seguido, pero sí se lo demostraba.

Más tarde me llegó un mensaje a mi teléfono celular.

Siempre te estoy vigilando.

El número es desconocido. No tenía enemigos, por lo que yo recuerde.

Miro por la ventana para ver si alguien esta fuera...nada.

¿Quién podría ser?

No, trataré de no ser paranoica.




Hola desastrosos, espero estén muy bien. Aquí les dejo otro cap. Gracias por leerme.

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Besos derivados e integrados.

 

     

Desastre ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora