Capítulo 25⚓

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No sé cuantos minutos pasé con los auriculares puestos, sumida entre cada canción que escuchaba. Ya no me quedaba nada de mi bebida con vodka y de mi pizza. Vuelvo a ver la hora en mi celular: 11:20pm. Ya será hora de irme para mi casa, le escribo un mensaje a Sofía.

Yo:
¿Sofía, dónde estás? Necesito sacar mis cosas de tu automóvil.

No hay respuesta inmediata, pero responde pasado cinco minutos.

Sofía:
Estoy ocupada, tú sabes el por qué. Pero le diré a Abby que te lleve las llaves.

Yo:
¿Dónde rayos está Abby?

Sofía:
No sé, pero la última vez que la vi, le entregue mis llaves del carro, para que te las diera. Así que se las puedes pedir.

Yo:
Ok, gracias. Te veo el lunes, suerte esta noche.

Yo sé que ella ya tiene demasiada suerte con el tema de los chicos, aunque a veces Sofía es un poco dramática. Tengo un mensaje otra vez.

Sofía:
Gracias, cariño. Te amo, amiga. Muack.

Sé que Sofía en este momento está más que feliz. Antes de salir a buscar a Abby, me coloco nuevamente los auriculares y le doy Play nuevamente a la canción Asleep. Necesitaba escucharla nuevamente, quería creer cada palabra, cada frase, cada verso de esa canción. Esa canción tenía un efecto en mí, cada que la escuchaba recordaba el desastre que yo soy, y eso me hace que mis sentimientos salgan a flor de piel. No me gusta demostrar mis sentimientos en público, soy de las personas que piensan que si te ven enamorada o llorando, alguien puede ver nuestras debilidades, y eso no trae nada bueno.

¿Será que para mí habría un mundo mejor? ¿Una vida mejor? No lo sé. La tristeza me invade al recordar los malos momentos ¿Alguien podrá salvarme? ¿o yo tengo que salvar a alguien? Es muy confuso, triste y estresante, casi nunca dejo que las emociones se adueñen de mis pensamientos o traten de hundirme hasta tocar fondo, llorar no me hacia debil, pero realmente no me gustaba llorar, a pesar de eso, me hacia sentir débil e impotente. Sentirme así era una mierda, definitivamente lo era. Tantas emociones me abruman, que no las puedo controlar. Pero quizás a veces merecía sacar lo que llevaba por dentro, la tristeza, enoja e ira. Todo, todo mezclado para hacer estragos en mí.

Lagrimas silenciosas ruedan por mis mejillas sin que me de cuenta. Me siento en la cama, y apoyo mi espalda, nuevamente en la almohada. Cierro los ojos, y las lagrimas siguen cayendo poco a poco. Cada lágrima iba cargada de dolor, con mis dieciséis años he tenido que aguantar mucho, incluso que mi padre me culpe por la muerte de mamá. ¿Será que sí ella estuviese viva todo seria diferente? ¿Si ella estuviera viva seríamos por fin la típica familia feliz? La verdad no lo sé, siempre me quedaré con las ganas de saber lo que hubiera sucedido.

La música en mis auriculares debe de haber estado a todo volumen, que no me fije en el momento en que Nick y otra chica, entraron apresuradamente a la habitación, dándose besos y caricias demás. La verdad esto es totalmente incómodo y vergonzosa

No pasaron más de diez segundos, hasta que la chica se percata de mi presencia y a pesar de eso la chica aún sigue acorralada entre los brazos de Nick y la pared, y es en ese momento en que me levanto de la cama.

—¿Qué haces aquí?—la chica está molesta. Pensé que era Jennifer, pero me equivoqué. Una mueca de total desagrado pasa por su rostro.

Los ojos probablemente los tenga rojos y llorosos, y siento como una última lagrima cae rápidamente, ya que este par de idiotas hormonados interrumpieron la privacidad de mis pensamientos. La chica chica descaradamente acaricia a Nick, él me ve directamente y creo que nota algo en mí, la lágrima aún sigue en mi mejilla, así que la limpio rápidamente y disimuladamente.

Desastre ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora