Capítulo 48⚓

393 52 8
                                    

Si antes estaba muy nerviosa, ahora lo estoy más. Además, estoy muy molesta con él ¿Quién demonios se cree para traerme así hasta su habitación? Veo su habitación y la verdad no es nada como yo me la podría haber imaginado, pensé que iba a tener algunos pósteres de chicas semidesnudas o algo así.

Ok, creo que exagere demasiado.

La habitación de Nick tiene las paredes de un color azul oscuro y otros tonos fríos, hay una enorme cama con dosel y muchos almohadas de color blanco, los muebles son de madera fina y hay una gran ventana que tiene de vista el frente de la casa, la habitación es muy grande. En las paredes veo unos cuadros de pinturas, algunas son de paisajes y otras abstractas, probablemente  han de costar miles y miles de billetes de cien.

Por fin dejo de estar en sus brazos, pero lo peor de todo es que ahora estoy en su cama. ¡Mierda! Esto va de mal en peor.

—¿Qué hacías con mi hermano?—él esta sentado sobre mi pequeño cuerpo, la posición en la que está se me hace muy incómoda. Tengo que mantener la mesura.

—Nada que te pueda importar—le espeto.

—¿Qué dices?—sisea muy cerca de mi rostro.

—Pues lo que escuchaste—me pongo más molesta de lo que ya estaba.

—No quiero que te acerques a él y mucho menos que él se acerque a ti o que te toque—sentencia.

Nicholas Delacroix está loco. Él hecho de que yo lo haya besado unas cuatros beses, aproximadamente, no significa que lo haré otra vez. Besarlo me calma, me ayuda a olvidar mis problemas, pero también acepto que es algo retorcido. No quiero perder mi dignidad en el proceso de escapar de mis problemas, y creo que yo ya la estaba empezando a perder.

—Estás loco, Nick—hago una mueca y veo para otro lado que no sean sus ojos azules.

—Demasiado—coloca su cabeza en mi pecho.

Todo su cuerpo se relaja y cae sobre el mío, siento que me está aplastando, pero luego él se acomoda y para distribuir bien su peso sobre mi cuerpo. Mi corazón late frenéticamente y siento que se va a salir de mi pecho en cualquier momento.

—Nick—susurro.

—¿Qué?

—Tengo que ir a cuidar a tu hermana y a mi hermana—respondo.

No pueda descuidar lo que Aurora me había encargado. En este momento me siento una irresponsable de lo peor.

—Neale la puede cuidar al menos por veinte minutos—agarra una de mis manos y la acaricia muy suavemente.

Ludmila Montenegro, recuerda que tienes una dignidad que proteger para después no quejarte por si la pierdes, además estás con el chico que te ha hecho la vida imposible desde el hace algunos años. ¡Despierta, tonta!

—¡No quiero que me toques, bruto!—le digo cuando por fin deseo recobrar la cordura.

—Eres una inmadura—sisea.

—Pues no me importa—intento quitármelo de encima pero el peso de su cuerpo es demasiado para el mío.

No me entiendo, primero quiero olvidarme de mis problemas y todo lo demás cuando lo beso, pero luego recuerdo que tengo una dignidad que proteger y no quiero ser una chica más en su estúpida lista. ¿Acaso quiere vengarse de algo conmigo? En este momento su toque no me gusta, me desagrada y mi subconsciente quiere alejarlo de mí. Ambos nos odiamos, y por eso no entiendo porque me pasa esto a mí, en mí lugar debería de estar Jennifer o alguna otra chica no virgen que desee tenerlo en sus piernas, no yo. De algo estaba muy segura: él solo quiere jugar conmigo o yo soy su distracción cuando no está en las piernas de alguna chica.

Desastre ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora