En la cafetería, Sofía no dejaba de hablar sobre una fiesta que quería hacer, según ella, ya teníamos "mucho tiempo" sin ir a una fiesta. Y la verdad yo tenia demasiadas ganas de ir, el problema es que yo cuidaba a Natalia por las tardes y fines de semana completos, y tenia que hacer un tiempo para ir a la pelea.
—Quiero que mi fiesta sea la mejor de este año—ella hacía ademanes con las manos—, pero no quiero que lleve una tématica, solo será para ir emborracharse, conocer chicos y quizás...tener una buena noche con alguien. Exceptuando a las vírgenes del grupo.
Mónica se percata de lo que ella dice, y sale en nuestra defensa.
—¡Todas aquí aquí somos vírgenes!—hace una mueca—Esperaremos al matrimonio o hasta que llegue el chico correcto, aunque tú—señala a Sofía—mi querida amiga, ya no lo eres.
—Sí, recuerdo cuando nos dijiste que habías perdido tu virginidad—Abby habla con emoción.
Aún lo recuerdo, ese día Sofía venía con una cara de felicidad, fue en la vacaciones. Nos llamó y juntas fuimos a comer un helado y nos dijo con todo y detalles. Yo quedé más que traumada con eso, y aún pienso que necesito un psicólogo. No nos dijo quien fue su primera vez, pero aseguro que nos lo iba a decir, cada vez que hablaba de eso, podía notar como sus mejillas se ponían de un color rojo tomate. A mí, de lo contrario me pone muy incómoda que ella hable de eso, es nuestra amiga, y está bien que nos diga algunas cosas, pero también tiene que ser reserva con otras cosas. Pienso que perder algo tan valioso como la virginidad, es un momento indeleble, y yo sé que para ella lo es.
—Necesite ir al psicólogo—digo mientras me meto una fresa a la boca—, quede muy traumada, Sofía. Fuiste muy específica, para ser honestas.
—Cuando te pase no necesitarás ir a un psicólogo, sino a un traumatólogo para que se te quite el dolor de piernas—Sofía se hecha a reír como toda una foca. Y no digamos de Abby y Mónica, que también están que mueren de risa.
—Eso no fue gracioso—pongo los ojos en blanco.
—Bien lo fue—Mónica dice entre risas.
No, no fue nada gracioso. Y además me da pena hablar de esos temas, no, seguiré diciendo que no fue nada gracioso. Gracias al cielo Anthony no estaba aquí, porque creo que yo hubiera muerto de pura vergüenza.
—Hola—una voz masculina habla detrás de nosotras.
¡Oh, joder! ¿Desde cuándo Ryan le habla a mis amigas cuando yo estoy con ellas?
—Hola, Ryan—Sofía dice muy embobada.
¿Será que Ryan fue su primera vez? ¡Joder, Ludmila! Estás demasiado paranoica.
—¿Tus séquito de zorras te abandonó, Ryan?—mis palabras destilan amargura pura.
—Ludmila, tranquila—pone ambas manos un poco arriba de sus hombros, y luego dice:—Vengo en son de paz. No estés asi, niña.
—Si tú lo dices—ruedo los ojos. No me creo ese cuento de Ryan, es tan patético. Sé que algo busca con mis amigas, algo que Ashley no quiere darle en este momento—Nick andaba buscándote, quiere hablar contigo—por el rabillo de mi ojos vi que en su mirada había algo, perverso y perturbador. ¡Qué horror!
¿Qué querría hablar él conmigo? Yo no quiero hablar con él, ahora estoy en modo: defender y proteger mi dignidad.
—Yo no tengo nada que hablar con él—le espeto.
Por la mirada de mis amigas, sé que se han de imaginar algo que no es.
—¿Desde cuándo tú, Ludmila Montenegro, le hablas a Nick?—Abby tiene una mirada de esas que hacen los detectives de algún programa de televisión.
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Desastre Colateral
Genç KurguLudmila, ella se definía como un desastre colatetal. Sus problemas son la mayor carga sobre sus hombros. Pero ella tiene un ancla a la vida, su hermana, Eliana. Nicholas, egocéntrico y la competencia intelectual de Ludmila. Un chico que vive entre...