Capítulo 71⚓

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Después de cuidar a Natalia y unos intentos fallidos de ignorar a Nick, los chicos del club y yo nos vamos a  presentar hablar con Devon. Queremos tregua, y ahorita no nos conviene estar peleando con él, además, hay que tener cerca a nuestros enemigos.

—¿Vendrá Karla?—pregunta Emilia desde el asiento trasero del auto de Jeremy.

—Sí, ella vendrá. Pero recuerda que las que haremos esa tregua, seremos tú y yo, Emilia—Tania le explica

Como habíamos quedado la otra noche, ellas dos son las que hablaran con él. Ya sabemos que Devon tiene cierta debilidad por Emilia y Tania, aunque es más por la segunda chica. Pero no importa a quien quiere más, igual, tendremos cierta ventaja sobre él, o eso espero. Aún me pone nerviosa toda está situación y no entiendo como yo, una chica de diecisiete años, ha venido a parar a algo como esto. Quizás por mis padres yo ya estaba condenada a una vida así, pero igual, es como mi segunda vida, ya me acostumbre. Aunque no ande metida con la mafia, es inevitable no tener problemas con ellos, creo que las personas de la mafia son muy peligrosas, y para todo buscan un culpable.

Todos llevamos escondidos una pequeña arma, tenemos que estar preparados para lo que vayamos a enfrentarnos.  

—¿Alguien tiene un plan B?—pregunto, no era por ser una pesimista, pero siempre es mejor tener un plan B.

Todos se miran entre sí y es obvio que no, no lo tenemos.

—Sólo tenemos un plan, así que sólo Dios sabe que pasará—dice Jeremy, mientras va conduciendo.

¡Mierda elevada a la décima potencia por mil! Definitivamente sino tenemos un plan B, estamos muertos, o quizás tendremos que improvisar en ese momento.

—Tendremos que decirle a Abraham—sugiere Emilia—. Dylan viene con Karla, deberíamos llamarles, para ver que rayos se les ocurre.

—No, ya no hay tiempo, además ya vamos a llegar—digo. Las casas de este barrio son simples y sencillas, sin nada de lujos, algunas son de dos niveles otras sólo de uno. Por suerte mi casa era de dos niveles, pero es del tamaño de un durazno, muy pequeña, es sencilla y no grita dinero por alguna parte.

Poco a poco nos acercamos a la bodega que utiliza Devon como club, pasamos varios callejones, en donde ninguna alma se atrevería a pasar sola. Por mala suerte, Abraham tiene otras cosas que atender, así que en su representación viene Karla, cualquier cosa que hagamos, ella le dirá a él o puede tomar la palabra por él.

Bajamos del lujoso auto de Jeremy, atrás de nosotros se estaciona el auto de Karla, que comparado con el de Jeremy, se queda mucho más atrás, en lo que al lujo se refiere.

—Bien, tenemos una oportunidad y hay que aprovecharla—dice Karla, mientras se acerca a nosotros.

—Emilia, Tania—las veo a ambas—, ya saben lo que tienen que hacer.

Ambas se suben un poco más la falda para enseñar más de lo que ya estaban enseñando. Las pequeñas trenzas que Emilia tiene en la cabeza, están de un color rojo rosado, dándole un toque de feminidad. Ella está acostumbrada a vestirse como yo, con ropa dos tallas más grande de la que deberíamos usar, pero hoy hizo la excepción, su falda deja ver las piernas bien esbeltas y duras que posee, la blusa que lleva es de tirantes gruesos, pero se amolda bien a su cuerpo, dejando ver su piercing en el ombligo.

Tania va enseñando su espectacular cuerpo con un vestido negro muy tallado, unos tacones de diez centímetros, ambas llevan unas medias de encaje, haciéndolas ver sexys, pero un poco atrevidas. Dá igual, todo lo hacen por nuestro bando.

—¿Adivino que estás pensando, Lud?—Tania me saca de mis pensamientos.

—¿En serio quieres saberlo?—elevo una ceja.

Desastre ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora