En mi casa, milagrosamente mis padres ya habían llegado. El miedo automáticamente comienza a recorrer cada parte de mi cuerpo. Pienso en Eliana ¿Estará bien? ¿Le habrán hecho algo malo? No debí haberme ido. entro por la puerta, caminando lentamente hacia la pequeña sala, donde ellos están. Espero y no me digan nada malo por andar haciendo tareas en otras casas.
Trago saliva de golpe, no tengo que tener miedo, así que, trato de tranquilizarme. Están bebiendo cervezas y vodka.
—Buena tarde—digo con un tono de voz que sé que tiene un manojo de nervios.
—¿Qué son estás las horas de llegar a casa?—pregunta Brenda, da un chasquido con la lengua—¿Recuerdas tener una responsabilidad, llamada Eliana?
—Vengo tranquila, vengo en paz. Por favor no comencemos a discutir. Sí, sé que mi responsabilidad es Eliana, pero le dije que tenía que ir a hacer una tarea a la casa de una integrante de mi grupo de investigación—digo. Hago ademanes con las manos.
—¡Ahora andas de zorra buscando novio!—grita mi papá.
—No, te juro que no. Es una investigación, si quieres te enseño lo que hemos logrado a hacer.—el miedo se apodera de mi.
No me doy cuenta. Pero cuando intento sacar las cosas de mi mochila para poder enseñarle la investigación a mi padre, agarra mi mano tan rápido que logro dar un brinco por el susto.
—¿Esperas qué yo me crea eso?—aprieta más el agarre en mi mano.
—En serio, no te estoy mintiendo. Por favor, suéltame. Me estás lastimando—le suplico.
—Ve a cambiarte y comienza a preparar la cena—ordena. Siento el olor a alcohol en su aliento.
—¿Dónde está Eliana?.
—Ella está en su habitación. Aunque tuve un pequeño inconveniente con ella—agrega Brenda.
—¿Qué le hiciste?—digo entre los dientes. Mi padre creo que romperá mi mano.
—Nada, sólo le enseñaba a que debe respetar a sus mayores—el cinismo en la voz de Brenda está mas que presente.
—No tienes derecho a hacerle daño. No te creas la gran cosa-le espeto
—Cuidado, o sino yo también te enseñaré a respetar—dice mi padre. El agarre cada vez es más fuerte.
—Iré por Eliana. Por favor, ya basta, que me haces daño—veo ese punto de agarre.
—Cuando bajes comienza a preparar la cena—mi padre me suelta su agarre.
Sólo soy capaz de asentir. Subo los escalones hasta la habitación de mi hermana. ¿Le habrán hecho daño? El miedo da lugar a la preocupación.
Llego a su habitación y comienzo a tocar la puerta. Las lagrimas amenazan con salir por la ira, la rabia y el enojo.
—Eliana—mi voz sale casi como un susurro. Toco la puerta.
—¿Qué paso?—ella contesta en un murmuro.
—¿Puedo pasar?
No responde, pero si escucho los pasos al otro lado de la puerta. La puerta finalmente se abre.
—Pensé que vendrías más temprano—dice ella, en un tono de voz melancólico.
—¿Te hicieron daño?—entro a la habitación y me siento en su cama.
—Algo así—ella me enseña su brazo, tiene una marca roja, como si la hubiesen golpeado con un cinturón. De hecho creo que si fue con un cinturón.
—¿Aún te duele?—le pregunto, hago una mueca—Soy una tonta, no debí preguntarte eso y mucho menos dejarte sola. Lo siento, ya no vuelvo a dejarte sola con papá y mamá.
—No es tu culpa. Tú también tienes que hacer tus cosas, no quiero que siempre estés al pendiente de mi. Tú tienes otras responsabilidades, como hacer tus tareas, estudiar y trabajar—se sienta a mi lado.
—Ya no quiero que tu sufras por mi o que te preocupes por mi. Soy yo la que debo de preocuparme por ti—cada vez mi enojo y rabia aumentaba un poco más.
—Lo sé. Pero también sé que nos queda un año para irnos, recuerda que ya el siguiente año es el último y te puedes ir a la universidad y llevarme contigo—afirma. Es cierto, yo me iba a llevar a mi hermana conmigo, el problema es que aún no sería mayor de edad y no sé si por ser menor de edad, Eliana podría vivir conmigo.
—¡Ya, basta!—le grito, pueda que sea por la rabia y la ira—Estar aquí te hace daño, es mejor que te vayas con Tania o la tía Esther—las ojos se me ponen llorosos, siento que arden por aguantar las ganas de llorar.
—¡No me voy de aquí, si tú no te vas también!—me espeta—No quiero dejarte.
—Sabes que no podría, sabes lo que mis padres y sus amigos son capaces de hacer—recuerdo las malas juntas de mis padres en algunas ocasiones.
—Ya pensaremos en una solución.
—Sólo espero que alguien te saque de aquí, para protegerte—le doy un abrazo a mi hermana.
La calidez que ella me brinda y yo a ella, es lo que nos mantiene unidas. Es lo que hace que siempre tenga ese instinto de protegerla. Amo a mi pequeña hermana. Dejo que se duerma y sueñe con los angelitos.
Tan lindas las hermanas Montenegro. Bueno, un capítulo algo sentimental.
Besos derivados e integrados.
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Twitter: DGLdeLeon
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Desastre Colateral
Teen FictionLudmila, ella se definía como un desastre colatetal. Sus problemas son la mayor carga sobre sus hombros. Pero ella tiene un ancla a la vida, su hermana, Eliana. Nicholas, egocéntrico y la competencia intelectual de Ludmila. Un chico que vive entre...