Capítulo 51⚓

341 52 29
                                    

Estaba en mi casillero, guardando algunos libros y preparando el último libro, para la última materia del día, por supuesto que era con el profesor Kirck. Tenía que aguantar a Ashley, Rob, Ryan y probablemente Jennifer, si es que ella quisiera en su mente disfuncional, asistir a la clase. La última vez que estuvimos juntos, no resulto nada bueno, es decir, para mí solo era el puro compromiso de entregar mi trabajo para unos puntos que suban mi promedio, para ellos, era una oportunidad para molestarme por mi falta de experiencia en cosas que ellos consideran fundamentales como besos y sexo; es patético.

Cierro la puerta de mi casillero pero alguien me asusta por estar detrás de ésta.

—¡Maldita, sea Nick! Deja de hacer eso—lo golpeo en el pecho y comienzo a caminar para el salón de clases.

—Ya me dijo Ryan, lo de la pelea—él comienza a caminar junto conmigo.

—¿Así? ¿Te felicito, te premio o te golpeo por eso?—le suelto con mi habitual sarcasmo, pongo los ojos en blanco.

—Gracias, pero no—detiene sus pasos y me toma del brazo para detenerme—, quiero algo mejor con eso—esos hermosos ojos azules que tiene comienzan a brillar con malicia y algo más que no puedo distinguir.

—No me digas y no me interesa saber—intento zafarme de su agarre—, ahora, suéltame que tengo que ir a mi clase—le digo entre dientes.

Él abre la puerta de un salón que está desocupado y jala de mi brazo para meterme, pero me doy cuenta que es la habitación en donde los conserjes guardan sus cosas de limpieza. Él pone el pestillo a la puerta.

—¡Abre la jodida puerta!—le reclamo. ¡Dios! Llegaré tarde a clases—Idiota, llegaré tarde a clase.

—Eso ya está arreglado.

—¿El qué?—frunzo el ceño.

—El profesor Kirck al parecer está en una reunión de emergencia—él acorta la distancia entre nosotros.

Automáticamente comienzo a retroceder, hasta toparme con una mesa, ¿quién rayos pone una mesa en la habitación de los conserjes?

—Entonces me iré a la bi...blioteca—balbuceo.

Su respiración cae en directamente en mi rostro, en este momento se me hace más interesante ver las escobas, aspiradoras, entre otras cosas se limpieza. Su mano acaricia mi mejilla y la mueve para que mi rostro quede al frente de él.

No, no voy a caer otra vez. Tengo una dignidad que cuidar y proteger.

Hormonas no me traicionen, pienso.

Tengo que aguantar, tengo que respirar tranquilamente e ignorar el hecho de que sus carnosos labios están a centímetros de los míos, el aro que el tiene en sus labios brilla y hace que en el fondo de mí quiera morderlo. Mis labios por una extraña razón comienzan a temblar, tengo que controlarme, no puedo perder la cabeza por un idiota como él, no está bien.

Y si lo pienso, es mejor decirlo.

—Esto no está bien—susurro. Algo en mí decía que esto esta completamente mal.

—No, no lo está—susurra en mis labios.

No me deja responderle porque pone sus labios sobre los míos.

¡Maldición! Amo esa sensación que me provoca al besarlo. Sus manos van hasta mi cintura y como era de esperarse me sube a la mesa, sus manos separan mis piernas para quedar en medio de ellas. En serio, amo esa dosis de tic-tacs para olvidarme de todos mis problemas. Me olvida del desastre que era yo y de los efectos colaterales.

Él profundiza el beso y se vuelve desasperado, salvaje y lleno de deseo. Él me quita la chaqueta del colegio, como ya lo había hecho antes,  yo hago lo mismo. Ambos quedamos con la camisa del colegio, lo cual es un estorbo para él. Con la mirada me pide permiso para desabotonar mi camisa, yo asiento. La verdad nunca sé lo que estoy haciendo, y menos ahora, creo que yo misma estoy haciendo que caiga en un abismo sin fondo.

No sé porque cada vez que nos besamos mis piernas tienen que estar enrolladas en su cuerpo, me parece algo obsceno y vulgar, pero me encanta la sensación que eso provoca en mí. Es como si poco a poco yo adquiriera experiencia en cosas que no tengo.

—Seras mía, eso es más que seguro—susurra encima de mis labios

Sus palabras mandan una corriente eléctrica por todo mi cuerpo, es como si algo en mí se hubiera encendido, es una sensación que quema en mis adentros. Las hormonas en mí, en este momento tienen el control. Pero quiero darle el beneficio de la duda a Nick.

—Vuelas demasiado alto, Nicholas Delacroix—elevo una ceja y niego—, la caída puede doler.

—¿Así?—sonríe maliciosamente—, eso ya lo veremos, Ludmila Montenegro.

Volvemos a besarnos y mierda, se siente tan bien pero sé que esta muy mal. Él muerde mi labio haciendo que se me escape un pequeño gemido.

Él quita mi camisa, así que ahora estoy en top deportivo, eso provoca incomodidad en mí. Mis manos tratan de cubrir esa parte que ahora está expuesta por primera vez a un hombre. Pero él toma mis manos y las aparta.

—Tienes un lindo cuerpo como para cubrirlo—él observa con atención desde mi top deportivo blanco, hasta en donde inicia la falda.

Toca el botón de mi falda para tratar de quitármela. Pero lo detengo, no quiero hacer algo indebido aquí, en la habitación de limpieza y que alguien nos vea. Seria muy vergonzoso y probablemente eso dejaría una gran mancha en mis cartas de buena conducta.  

Soy una jodida bipolar, así que trato de apartarlo de mí, pero él agarra mis manos.

—No, no simplemente puedes ir por la vida provocándome con tu mirada inocente y tu forma tan ingenua de no ver lo que pasa a tu alrededor, para luego dejarme así—me reprocha.

Sé a lo que se refiere cuando él dice que lo dejo así. No tenia intención de dejarlo como los edificios del Times Square. Esas palabras provocan algo en mí. Yo sólo asiento y me bajo velozmente de la mesa, buscando mi blusa y mi chaqueta del colegio.

Tenia que dejar de actuar de una forma muy inmadura, no podía seguir siempre con la misma cosa.

Me coloco la blusa y la chaqueta. Él sólo me ve de una manera que no puedo descifrar.

—Ludmila, no quise decir algo indebido y mucho menos herir tus sentimientos—él rompe el silencio.

—¿Herir mis sentimientos?—frunzo el ceño—¿Crees qué por besarnos cada vez que a tus hormonas se les da la gana voy a tener sentimientos por ti?—niego con la cabeza—Tú si que sabes volar demasiado alto.

Me termino de poner mi uniforme y arreglar partes arrugadas de mi falda y chaqueta.

Me dirijo a la puerta y quito el seguro, abro la puerta y cuando la abro me sorprende ver quien está en el marco. Mis ojos se abren como platos y mi cara ha de reflejar el miedo en todo su esplendor.

¡Oh, mierda por cien elevada a la décima potencia!







¿Que les pareció este capítulo? Intenso.

15 de septiembre, el día de la Independencia en mi país, Guatemala.

Orgullosa de ser chapina🇬🇹💕

Y dejo una frase de la canción Mi País, de Ricardo Arjona:

Mi país, más que mi patria mi raíz
Más que el suelo, la matriz
Que me enseñó a parir pensamientos.

¡Guatemala, tu nombre inmortal! 🇬🇹

Booknet: Dinah Lu
Instagram: dgldeleon
Instagram: Itspandemonium
Twitter: dgldeleon

Besos derivados e integrados.

Desastre ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora