Capítulo 12⚓

604 87 0
                                    

Mi padre viene borracho, Brenda viene un poco más sobria que él, pero igual eso no la detiene de comenzar a molestar. Siento mi corazón congelado, pero con miedo. Creo que mi cuerpo entro en modo de paralización y en un pánico total.

¡No! No, no entres en pánico, piensa en Eliana, pienso rápidamente. Me tiemblan las manos.

—Brenda me dijo que tú le faltaste el respeto ayer—dice mi padre acercándose a mi.

—No le falte el respeto, sólo trate de defenderme—soy capaz de decir.

—Es que no tenias por que defenderte—me dice Brenda.

—Yo no iba a dejar que cualquier persona me tratara mal, además tu primero empezaste a insultarme—le replico.

Y creo que fue un gran error.

No lo veo venir, el golpe fue demasiado rápido y duro. Mi cara siente el dolor, creo que me sale sangre de la sien. No me golpeó con su puño, la verdad, ni siquiera me fije con que fue con lo que me golpeó, pero supongo que con cualquier objeto sólido que pueda provocar que me salga sangre en la sien.

Rodeo la mesa para llegar a Eliana.

—Ve a tu habitación, por favor. Y no salgas—le ordenó. Veo que ella está al borde de las lagrimas. Sólo fue capaz de asentir y la veo irse.

—¿Acaso quieres huir?—mi padre sigue hablando.

Yo también estaba al borde de las lagrimas.

—No—le digo. Y sinceramente no quería golpear a mi padre porque sé que me daría un golpe más fuerte. Además él es más alto que yo, estaba en desventaja.

—Entonces ven acá—me agarra tan fuerte de las muñecas.

—No, por favor, no sigas. Te lo pido—algunas lágrimas caen por mis mejillas—por favor, para.

—Tú te lo tienes bien merecido—escuchó como Brenda habla.

—Voy a parar hasta que te portes bien —me dice mi padre.

—Pero si hago todo lo que me pedis, no les he hecho nada malo, a ti y a nadie—digo entre sollozos.

—Te voy a golpear hasta que vea que te salga sangre de la boca—me amenaza.

—No por favor...

Y otro golpe. Esta vez acertó en mi boca como había dicho.

—Estoy harto de ti—creo que va a darme otro golpe, pero no.

Luego me suelta mis muñecas, creo que están con mucho dolor. Retrocede unos cuantos pasos hacia atrás hasta salir de la cocina y llegar a la sala.

—Si lo sé, pero ya para—te lo suplico, papá—sigo hablando entre sollozos.

—Ya te dije que hasta que te portes bien—se acerca lo más rápido hacia mi.

—Por favor—pongo las manos en modo de súplica—no quiero que se den cuenta mis compañeros de trabajo...por favor para—uso esa excusa a mi favor.

—Se me había olvidado. Entonces no quiero que comas nada de esta casa hasta dentro de una semana—y así finalmente se va con Brenda a su habitación.

Subo a mi habitación, dejando que todo fluya, dejando que todos los sentimientos que tenía reprimidos salgan a la luz. Lloro amargamente por la vida que llevo, quiero mandarlo todo a la mierda.

Sentía que la garganta me dolia, por la ira que tenia dentro de mi y porque realmente no podía hacer nada. No podía agarrar el celular y llamar a la policía, realmente no podía. Había cosas que me prohibían hacer eso, no sólo era porque probablemente Eliana y yo por ser menores de edad, nos podrían mandar a un orfanato, habían más razones detrás de todo aquello, razones que nos podían causar daño.

¿Qué estaré pagando en esta vida? ¿Tan mala persona fui antes de esta vida? ¿Qué hice de malo para que me pasara todo esto?

Me siento en mi cama y me acuesto. Agarra una almohada y la pongo encima de mi rostro y grito.

Grito por rabia, por ira, por dolor, por repulsión, porque simplemente quiero gritar. Porque tal vez así se me pase todo lo malo. Sigo llorando amargamente en mi cama, me siento   tan sola, me siento destrozada, me sentía en mil pedazos o más, el dolor que sentía por dentro era más grande que el dolor físico. Empiezo a sollozar más, todo a causa de mi tristeza, porque siento que tengo el mundo encima de mi, aplastando todo mi cuerpo, destruyendo todo de mi.  Y quizás esta sea una de las noches más amargas en toda mi vida.

Veo la  sangre que hay en la almohada a causa de mi herida, y entonces recuerdo de ir a curarme.

Voy al baño y me veo en el espejo. Lo que veo es un completo desastre. Tengo mi cabello negro desordenado, los medios rulos que tengo están por todos lados, mi blusa azul claro tiene algunas manchas de sangre, mis ojos están rojos e hinchados, todo por haber estado llorando; mi herida aún tiene sangre, la observo durante un rato. Creo que mi herida tal vez es de tres centímetros, veo un poco más de cerca y noto un ligero camino de sangre por el labio, tengo un poco inflamada la comisura del labio. Voy por algodón para limpiarme las heridas. Le hecho agua oxigenada a un pedazo de algodón y me lo paso ligeramente por las heridas, hago una mueca de dolor cuando el algodón con agua oxigenada justo la herida de mi sien. Con la del labio también siento dolor, pero no tanto.

Es algo tarde, supongo que todos están dormidos. Bajo hacia la cocina para sacar unos cubos de hielo, agarro una pequeña bolsa plástica y meto los cubos de hielo en la bolsa para ponerla en mi sien.

Subo hacia mi habitación, con la bolsa de hielo en la mano. Me acuesto en mi cama y me ponga otra vez la bolsa de hielo, sólo que esta vez en la comisura de los labios. Así se reduce la inflamación.

Comienzo a llorar, esta vez en silencio, siento que las lagrimas me queman cada ver que bajan por mis mejillas, los acontecimientos de esta noche son un mal recuerdo que me lastima.

Y así entre lagrimas poco a poco mis ojos se cerraron, hasta quedarme dormida.

Despierto unos minutos después recordando que hoy tengo una pelea. Es algo que hago para tener dinero extra, así que me pongo ropa deportiva y me voy al club clandestino de boxeo.

Camino lo más rápido que puedo, hasta que por fín llego al club. Abraham, el dueño del club me espera algo impaciente.

—Pensé que no llegarías, Montenegro.

—Disculpa la demora, pero tuve un inconveniente.

—Date prisa para salir al ring.

—Está bien, sólo me coloco los guantes.

Me voy al vestidor de chicas y me pongo la camiseta sin mangas negra y los típicos shorts de boxeo. Me hago una trenza y me coloco el protector en la boca.

Salgo y Abraham me da unos consejos para pelear. Hay muchas apuestas hoy , así que debo ganar.

Habla el presentador por el micrófono dando a conocer a mi contrincante, Emilia, pertenece a nuestro bando, pero de vez en cuando peleabamos. La veo en el ring y veo que es por lo menos quince centímetros más alta que yo. Nos saludamos de puños y comienza la pelea.

Emilia logra acertar un golpe, y ella esquiva un buen puño que iba directo a su cara. Termina la primera ronda y ella gana.

En la segunda ronda, trato de motivarme, pienso en Eli, y en lo que debo hacer para que podamos comer, saco toda mi fuerza y le doy unos cuantos golpes a Emilia, las personas que me apoyan gritan mi nombre y me animan, Emilia trata de defenderse, pero yo soy más rápida que ella. Y yo gano la segunda ronda.

Esta es la ronda final, Abraham me dice en donde pueden estar los puntos débiles de Emilia. Y comienza la tercera y última ronda. Ella está más atenta que antes y logra esquivar mi puño, yo esquivo el de ella, todo las personas gritan nuestros nombres, ya tengo un poco de sangre en el labio y ella en la nariz, estamos dando un gran espectáculo. No lo veo venir y ella comienza a acertar sus puños en mi cuerpo, siento cada golpe venir, comienzo a debilitarme, trato de protegerme pero se me hace difícil. Pienso en Eliana, otra vez y todo vuelve a mi como una descarga eléctrica, comienzo a darle golpes, y trato de ser rápida hasta que ella cae.

Y termino ganando la pelea.    
 

Desastre ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora