Capítulo 21⚓

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Es sábado. Hoy me tocaba trabajar en la cafetería El Bing Bang, porque a veces cambiamos de lugar, ya que la cafetería y el Restaurante pertenecen a los mismo dueños, aunque a mí me parece raro que estemos de un lugar a otro, ya deberían de dejarnos en un lugar fijo.  El uniforme de la cafetería es muy diferente al del restaurante, jeans negros y una blusa tipo polo color lila, ese es el uniforme para los que trabajamos fin de semana. Para los que trabajan de lunes a viernes, es diferente. Cuando me tocaba el turno del viernes—muy raras veces me tocaba ese turno—usaba un vestido similar al de una camarera en color lila.

El día fue muy ajetreado por ser fin de semana. Muchas personas a las que atender. Tazas de café por aquí, tazas de chocolate por allá, hamburguesas, etc. Con las propinas me fue muy bien para ser una cafetería. A veces miraba a personas conocidas de la escuela o el vecindario.

Al finalizar mi turno, gracias al cielo, Sofía pasa a recogerme en la cafetería. Aún no va vestida para la fiesta.

Eliana se fue a pasar el fin de semana con Tania. Entonces no tenía por qué preocuparme por ella.

—Apuráte, Ludmila, que se nos puede hacer tarde.—dice Sofía, desde su carro, un Mercedes Benz.

—Ya voy, tranquila.—digo mientras abro la puerta del automóvil y me siento en el lugar del copiloto.

—¿Qué tal te fue hoy, querida?

—Pues bien, aunque voy cansada.—me paso la mano por mi rostro—¿Podrías pasar a mi casa? Es que necesito darme una ducha.

—Ya no dará tiempo, ¿traes tu ropa para la fiesta?—pregunta y yo asiento—,pues entonces te duchas en mi casa.

En el trayecto a la casa de Sofía, ella me empieza a contar cada detalle de la fiesta, y como la organizaron Abby y Mónica. Por lo que sabía, también iban a llegar chicos de la Universidad. No quería ir, pero en contra de mi voluntad mis amigas me obligaron, aunque de vez en cuando si iba a alguna fiesta porque yo quería.

Entramos a la residencial donde vive Sofía, ella no vive en la misma residencial que Abby y Mónica.

Como había de esperarse su casa es una mansión al estilo moderno. Color blanco-crema diría yo, tres niveles como máximo y una terraza. He estado algunas veces aquí. De hecho tiene una vista impresionante del atardecer.

Sofía aparca su Mercedez. Comienzo a abrir la puerta del copiloto.

Yo bajo tranquilamente del automóvil, hasta que Sofía comienza a apresurarme:

—Apresúrate, Ludmila. Podemos llegar tarde.—jala de mi brazo para ir más rápido.

—Ya voy, tú tranquila.

Entramos por la puerta de su mansión. Todo adentro es lujuso, algo habitual en cualquier mansión. Las paredes, el mobiliario, las decoraciones, todo es de ensueño. Subimos por los escalones a su habitación.

—Ve a ducharte, Ludmila. Yo empezaré a cambiarme de ropa.—dice Sofía con evidente emoción en la voz.

Sólo me limito a asentir. Me voy a su ducha. Perfumes caros, cremas para el cuerpo y el rostro igual de caros, todo lo que veo es realmente digna de una persona que vive en una mansión. El agua de la tina está tibia, le agregue un poco de algunas cosas que vi al entrar en el baño. El agua tenia mucha espuma.

Recojo mi cabello y me meto a la tina.

Creo que podría pasarme aquí toda la vida. Me relajo un poco, cierro mis ojos y listo. Comienzo a despejar mi mente, siento como mis músculos también se relajan con el agua tibia. Me permito apartar por unos minutos los malos recuerdos con mis padres, no quiero pensar en ello, aunque a veces es inevitable, al igual que pensar en mi hermana menor. Me paso un poco de agua en el rostro, según yo para apartar los malos pensamientos, y entonces recuerdo la conversación que había tenido con Karla ¿Cómo Nick se había atrevido a andar husmeando mi vida o cosas por el estilo? Total, él es un completo idiota.

Creo que no pasaron más de veinte minutos, hasta que escucho que Sofía comienza a golpear la puerta.

—¡Ludmila, sal rápido!—Sofía golpeaba la puerta muy seguido.

—¡Ya voy!—le respondo, mientras me quito los restos de jabón y espuma.

Rápidamente me pongo un short de algodón y una camiseta que yo traje por si acaso, aunque esa ropa sea sólo para salir de la ducha.

—¡Hasta que al fin!—Sofía estaba apoyada en la pared. Ya iba vestida y realmente se veía muy bien.

Una falda en color azul, que le quedaba muy bien a su figura, la falda tenia algunas flores, como para "no perder el estilo de la fiesta" de hoy. La blusa de tirantes rosada, también tenía de estampado algunas flores. Tenía el estilo de la fiesta combinado con su propio estilo.

—Realmente te vez fenomenal.—le digo, viéndola de pies a cabeza.

—Gracias, cariño. Pero ahora te toca que ir a cambiarte, así que vamos.—me jala del brazo hasta su habitación.

Las paredes de su habitación son de un color crema al similar al de su casa. Una linda lámpara está en la mesita de noche, su armario parecía ser como una segunda habitación. Tenía bolsos y ropa de Chanel, Louis Vuitton,  Dior, entre otras marcas de diseñadores muy exclusivas y ni que decir de todos los pares de zapatos que tiene.

Mi vestido y demás ropa estaban en su cama, creo que me voy a arrepentir de usar ese vestido. Me voy a cambiar.

El vestido se ve muy lindo, el color rojo y las flores blancas le dan un toque del estilo que pide Mónica para la fiesta.

Salgo de cambiarme, y como no traje otros zapatos me iré con mis Converse negras, que por cierto me gustan. Las Converse bajas le dan mi toque de estilo a ese vestido "Hawaiano".

Siempre llevo una tobillera de color azul y negro. 

—Tú te ves muy bien.—Sofía dice, luego ve mis Converses—¿Y eso?

—Digamos que también le voy a dar mi toque a este atuendo.—le doy un guiño.

—Suelta tu cabello—Sofía agarra la trenza que me había hecho y la comienza a deshacer.

—¿Por qué lo hiciste?.—hago una mueca.

—Así te luce mejor. Incluso las mechas azul oscuro te hacen ver muy ruda.extiende todo mi cabello en ondas, el cual llega a la mitad de mi espalda.

—Creo que has leído demasiado libros.

—Al igual que tú, pero ahora vamos que ya estás lista.

—Sólo voy por mis cosas, así que esperame diez segundos.—voy rápidamente a su habitación a por mi mochila, dónde traía mis cosas.

—¿Ahora sí?.—Sofía está desesperada.

—Ahora sí.—paso rápidamente en frente de ella y ambas corremos hacia su carro.

Me subo en la parte del copiloto y Sofía rápidamente enciende el autómovil y enciende la radio, con el celular pone una cancíon: No Woman, No Cry de Bob Marley.

Le iba a decir que cambiara la canción, pero decido sumergirme en la letra de la canción. Cierro los ojos y apenas muevo mis labios para tratar de pronunciar la letra de la canción.

No woman, no cry.

Aquí un nuevo capítulo. Gracias por leerme.

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Twitter: dgldeleon

Besos derivados e integrados.

 

Desastre ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora