Capítulo 45⚓

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Eliana y yo nos acomodamos en la gran habitación, por esta vez había venido conmigo, pero de seguro que el otro fin de semana la dejaría con Tania.

—¿No te sientes incómoda al dormir bajo el mismo techo que Nick?—su pregunta me toma por sorpresa.

Me pienso la respuesta unos segundos.

—No, ¿por qué debería de estarlo?

—Hasta la pregunta ofende—Eliana eleva sus labios en una sonrisa.

—¡No te pases, Eliana!—agarro una almohada de la cama y se la lanzo.

Yo comienzo a morir de risa al ver que acerté al darle con la almohada en la cara.

—Tú te pasas del Océano Pacifico al Atlántico—ella también me lanza una almohada, que con suerte esquivo.

Ambas nos reímos y estoy segura que respiramos un poco de paz y libertad al no estar en el mismo techo que mis padres, pero estaba en la boca del lobo, y eso estaba más que asegurado.

Escucho que tocan la puerta de nuestra habitación. Eliana va a abrir la puerta.

—Hola, cariño—la señora Delacroix entra a la habitación y le da un beso tierno a Eliana—Hola, Ludmila—me saluda y me abraza.

La verdad, la madrastra de Nick no es la típica madrastra malvada, como la mía. Nick tiene mucha suerte, ella es muy cariñosa.

—Nos iremos en unos minutos, Gerard tiene que hacer unas cosas de negocios. Por favor, cuida a mi Natalia, a tu hermana y especialmente a ti—agarra un mechón de mi cabello y lo coloca detrás de mi oreja—Yo sé que si no te cuidas, puedes salir lastimada.—su voz se vuelve muy dulce.

La verdad no entendía a que se refería ¿De qué tendría que cuidarme?

—No sé de lo que habla, señora—le digo y frunzo el ceño.

—Eres una joven, estando en el mismo techo con tres chicos muy atractivos, y sé que será inevitable que tú te enamores de uno de mis hijastros—levanta mi mentón para que la vea.

—Con todo respeto, señora Delacroix, ellos podrán ser demasiado atractivos y ser hasta los mismos ángeles caídos, pero en este momento mi prioridad es mi hermana—la veo y le doy una sonrisa reconfortante—y no creo enamorarme en este momento, creo que podría ser un desastre con efectos colaterales...desastre colateral, lo llamo yo.

Le digo muy segura de mis palabras, y todo era cierto, mi hermana es mi prioridad y quizás no haya mencionado que los problemas con mis padres me mantienen inestable emocionalmente, y eso provoca unas ganas de no enamorarte. No me imagino a una persona a mi lado y mucho menos enamorada de mí.

La señora Delacroix baja a la sala mientras yo voy a buscar a Natalia a su habitación, ambas bajamos, Eliana prefirió quedarse en la habitación, a ella no le gustan las despedidas.

—Adiós, mami—Natalia está al borde  de las lagrimas, la señora Delacroix le da un abrazo—Adiós, papi—el señor Delacroix también le da un abrazo a su pequeña hija.

—Cuídate, mi amor—Aurora le da un sonoro beso a su hija—Ludmila te cuidará muy bien, confío en ella, espero te portes bien, tus hermanos te harán compañía también.

Natalia asiente y las lágrimas no dejan de salir de sus ojos.

—Regresaremos antes de Navidad, te lo prometo, cariño—Gerard le da un beso en la frente a su pequeña—Tus hermanos y Ludmila te cuidarán bien.

La señora Delacroix ve a sus tres hijastros y los abraza, ellos le devuelven el gesto.

—Cuídense mucho, chicos—ella los ve de una manera muy tierna—Y por favor, nada de chicas y de fiestas mientras no estamos su padre y yo.

Desastre ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora