Capítulo 42⚓

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El día en el colegio paso muy rápido, a pesar se de los incidentes que tuve con Eliana y Rita. No sabía lo que en realidad estaba haciendo con Nick, estaba jugando con el demonio, y eso realmente podría quemarme. Solo conocía Nick por lo que decían de él en el colegio y todo se resumía en: dinero, alcohol, chicas, sexo y drogas. En ningún momento se mencionaba cosas buenas, aunque para las demás chicas eso les parecía atractivo, patético ¿no?.

Comencé a ponerme el uniforme del restaurante, le dejo a Eli comida para que pueda cenar y también a mis padres. Admito que dejar a Eliana sola con ellos, dispara mis nervios y miedo en todo el cuerpo. Ella sabe que no tiene que decirles nada de lo que ellos puedan molestarse, creo que ellos tienen más consideración hacia ella por ser la menor, eso me calma pero no del todo.

Llego al restaurante y no hay clientes, al parecer los dueños quieren hablar de asuntos serios y sobre el dinero que genera el restaurante, quizás por eso está vacío el día de hoy. Saludo a Dylan cuando lo veo entrar por la puerta de los empleados.

—Hola, Dylan—nos saludamos como se saludan los hombres, mano y puño.

—Hola, Lud, ¿Lista para atender a los dueños?—pregunta con una sonrisa.

—Sí, lista...pero eso no me quita los nervios, hasta creo que voy a vomitar

—Todo los empleados lo estamos, es normal, son nuestros jefes—se encoge de hombros.

Estaba a punto de responder algo sobre que igual seguía nerviosa pero una Jessica feliz y posesiva nos interrumpió.

—Hola, chicos—besa a Dylan en la boca muy posesivamente; escena que me da mucho más nauseas.

Que hipócrita eres, Ludmila, así besaste a Nick o todavía mucho más apasionadamente, pensé. Sino fuera morena clara, quizás mi cara fuera la de un tomate o una manzana.

—Cuidado que los pueden ver—les digo—, recuerden las reglas para los empleados.

Nosotros los empleados teníamos muchas reglas, pero la que nunca tiene que pasar por desapercibido es la de "No tener una relación amorosa con tu compañero de trabajo".

—Tranquila, Lud—Jessica dice—, hable con Sandy y Francesco, por el momento todo bien.

—Si tú lo dice, está bien—respondo.

Después de eso Jessica y yo comenzamos a ordenar y limpiar la mesa en donde estarían los dueños. Leila llegó a ayudarnos y pasamos charlando de muchas cosas. Leila adorno la mesa muy simple, pero eso le daba un toque de elegancia y autenticidad.

Gracias al cielo, mis marcas en el cuello iban disminuyendo, así que solo las cubrí con poco maquillaje. Todas las chicas que somos meseras nos hicimos una trenza de lado.

Llegaron los dueños del restaurante y no pude ver quienes eran porque estaba ayudando en la cocina. Sandy y Francesco hablaban con ellos.

—¡Ludmila!—Leila llega casi que corriendo a la cocina y dice—De lo que te estas perdiendo.

—¿Por qué?—frunzo el ceño.

—Los hijos de los dueños de este lugar están demasiado guapos, son todos unos ángeles caídos del cielo—ella mueve las manos exageradamente.

—¿Ángeles caídos?—vuelvo a fruncir el ceño—Ese es un nuevo termino para mí. Nunca pero nunca había escuchado que tú le llamaras "ángeles caídos" a unos chicos.

—¡Nooooo! ¡No son simples chico, son ángeles, Ludmila!—Leila sigue exagerando mucho más de lo normal.

—¿Qué almorzaste?

Desastre ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora