El equipo del colegio fue el ganador. Todos los presentes estábamos muy felices, además, sabíamos lo que venía después: la fiesta. Cada vez que gana un equipo del colegio se hace una fiesta clandestina, a veces es dentro del colegio, otras veces es fuera de este colegio. Después del partido de fútbol americano Karla se fue, ella decía que tenía que estar muy despierta mañana y que sería muy malo que una empleada del colegio llegara con resaca a trabajar. La verdad tenía razón y yo creo que lo mejor era también irme, probablemente tendría problemas con mis padres, no quería lidiar con nuestras constantes peleas.
—Tengo que irme, chicas—les aviso.
—¡No! No te vayas—chilla Mónica.
—Quédate un rato, vamos por lo menos una hora a la fiesta—pide Sofía.
Lo pienso por un momento, pero la verdad no quería problemas. Quería tener una noche bonancible conmigo.
—Lo siento, chicas pero es lo mejor.
—Te vamos a extrañar—dice Aby, ella hace un puchero
—No exageres Abigail Sevilla, nos veremos en unas horas en el colegio.
—Lo sé, pero la fiesta no será la misma sin ti—dice Mónica.
—Creo que hasta se la pasaran mejor sin mí, chicas.
—No, sin ti nos falta una integrante—dice Sofía.
Veo la hora en mi celular y decido irme, si estoy unos segundos más, ellas terminarán por convencerme y yo me quedaré, llegaré muy tarde a casa y se pondrá horrible para mí.
—Me voy. Adiós, chicas—me despido.
Camino tan rápido como puedo para intentar alcanzar a Karla en la parada del autobús. Tenía miedo, era algo tarde y todo estaba muy solo ya, así que apresuro el paso. No me lleva más de quince minutos llegar a la parada y para mi buena suerte Karla aún se encontraba ahí.
—Que alivio poder encontrarte aún—le sonrío cuando estoy cerca de ella.
—¿Por qué?—ella pregunta.
—Tenía miedo de irme sola, aunque llevas mucho tiempo esperando el autobús—me doy cuenta de ello.
—No logré el último autobús, así que estoy esperando a mi mamá.
—¡Qué!—grito de sorpresa—¿Ya paso el último autobús?
—Sí, por eso es que todavía estoy aquí, pero si quieres puedo llevarte a casa.
—Te agradecería mucho Karla—el alivio recorre todo mi cuerpo.
—No hay problema, Lud.
⚓⚓⚓⚓
Llego a casa cuarenta minutos después. Mis padres están cenando costillas en barbacoa y macarrones con queso, mis favoritos pero en el plato ya no hay nada, sólo unos pocos sobrantes.
—No sabíamos en donde estaban tú y Eliana o si vendrían a casa—se excusa mi madre.
—No hay problema—digo cortante.
Mi padre agarra la poca comida sobrante y me la da en un plato.
—Toma—dice él y me lo entrega de mala manera.
Para evitar problemas yo lo recibo y le agradezco.
—Siéntate a comer en la mesa—ordena mi padre.
Camino hasta sentarme en una silla. Estar a solas con ellos me ponía demasiado nerviosa. Comienzo a comer lo sobrante.
—¿En dónde está Eliana?—pregunta mi mamá. Yo no sabía que decir, probablemente se me había terminado mi momento de paz.
—Ella está con unas amigas.
—¿Con el permiso de quién?—mi papá me ve muy molesto.
—Yo se lo di—bajo la mirada a mi plato, en donde ya no hay comida, tenía demasiada hambre.
—¿Quién te crees tú para darle permiso a tu hermana?—la voz de mamá sale molesta
—Yo...yo pensé que...
No me dejan terminar de explicar. Escucho como las manos de mi padre golpean la mesa y arroja un plato.
—¡¿Qué te pasa por la cabeza Ludmila?! Tú no eres nadie para decirle a ella que hacer—mi padre se acerca a mí y toma mi brazo con fuerza, hace que me ponga de pie.
—Lo siento, pensé que era lo mejor—su mano hace más fuerte su agarre. Jala mi cabello muy fuerte—¡Ay!—exclamo de dolor.
—Escúchame muy bien, Ludmila—acerca su rostro al mío, bajo la mirada—¡Mírame cuando te hablo!—levanto la mirada y en sus ojos solo veo furia—¡Jamás te creas que eres algo más en esta casa! Solo eres hija y no tienes que decirle a tu hermana que hacer, nos tiene a nosotros—su mano jala más mi cabello—¿Entendido?—sus ojos van a un lugar en específico de mi cuello, y el miedo se apodera de mí—¡¿Qué mierda es esto?! Ahora andas de zorra, la verdad no me sorprende.
Me siento al borde de las lagrimas, siento que mi cabello será arrancado de raíz. Me siento tan impotente.
—No, yo no soy ninguna zorra—pienso en que decir—Eso fue a causa de tus golpes, cuando estabas tratando de ahorcarme. Y Eliana se fue con una amiga para descansar de todo esta basura.
Abrí la boca de demás, eso tuvo consecuencias, su mano cae sobre mi mejilla. Un ardor recorre mi rostro, siento que de mi labio sale sangre, lo tocó para verificar. Creo que a mi padre pierde su mesura conmigo.
—¡Deja de decir estupideces! Eres una mal agradecida, eres la causa de nuestras desgracias...y ahora hasta andas de zorra—me empuja y caigo al suelo
—Ya para, por favor—las lagrimas recorrían mis mejillas porque yo sabía muy bien a que se refería.
—Tú no debías estar aquí—dice Brenda, que por desgracia y respeto le digo mamá. Sé porque me dice esas palabras.
—No era mi intención—digo entre sollozos.
—Antes de irte a dormir limpia este desastre, así te pones hacer algo para dejar de ser una inservible—dice mi mamá, sus palabras son algo hirientes.
Yo asiento, con eso se van a su habitación. Me levanta del suelo y comienzo a limpiar. Agarro mi cabeza por el dolor y limpio con mi mano la sangre restante de mi boca. Me tomo dos aspirinas para calmar el dolor.
Termino de limpiar y me voy a mi habitación. Me pongo mi pijama.
Este día no podía ser peor, pienso.
Se suponía que debía estar feliz, por fin había dado mi primer beso, pero no. Este día había terminado muy mal. Veo la hora en mi celular y ya casi va a hacer media noche. Hace demasiado frío en mi habitación y no tengo calefacción, me pongo más sabanas para cubrirme y evitar morirme de frío.
Trato de dejar de llorar, eso me hace sentir demasiado debil, vulnerable, un desastre. A mis padres les sucede algo y yo pago las consecuencias, un daño colateral, un desastre colateral.
Hola, otro capítulo. Estoy preparándome para los wattys, ¿ustedes que piensan?
Los amo, gracias por leerme.
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Booknet: Dinah Lu
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Desastre Colateral
Teen FictionLudmila, ella se definía como un desastre colatetal. Sus problemas son la mayor carga sobre sus hombros. Pero ella tiene un ancla a la vida, su hermana, Eliana. Nicholas, egocéntrico y la competencia intelectual de Ludmila. Un chico que vive entre...