Capítulo 57⚓

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Fuera del club el aire esta muy helado. Disfruto por un momento del frío. Karla viene con su cabello castaño atado en una coleta, y trae en sus manos las llaves de los autos.

—Toma—me arroja las llaves y yo las agarro en el aire—el tuyo es el Mustang negro y el mío es el azul.

Casi siempre que nos poníamos en plan de Rápido y Furioso, yo siempre conducía el Mustang negro y Karla el azul, su novio era mecánico, así que nos arreglo y modifico los autos. Obvio que no eran mis autos, eran de una persona generosa que robaba dinero a todos los corruptos pertenecientes al gobierno.

¿Cómo lo hace? Hasta aquí no sé, sólo sé que era una persona genio al hacer eso.

Veo al otro lado de la calle y entre tanta multitud observo a Devon que está sonriendo feliz de la vida, como sino estuviera a punto de perder esas bellezas que tiene como autos.  Obvio, sí ganaba, ese Camaro modificado tenía que ser mío.

El problema es que lo de Devon eran las carreras y lo mío las peleas. Ruego a todos los Santos, Arcangeles, Serafines y Querubines ganarle a Devon.

Karla me ha enseñado como manejar un auto, pero sobre todo me ha enseñado a correr.

—Vas tu primero, la tienes fácil, es la prima de Devon —le aviso.

—Pero aún así, no me voy a confiar.

Ella entra al auto y lo enciende. Abraham llega justo a tiempo.

—Karla va a ganar—me dice más que seguro.

Ella se pone en la línea de salida. Una chica en uno falda demasiado corta y con una blusa que no deja nada a la imaginación, da la señal de salida.

El auto de Karla sale a toda velocidad, pensé que la prima de Devon iba a ser lenta, pero me equivoque, la muy zorra es rápida, y va por delante de Karla.

—Esa tipa conduce muy bien—puedo ver que Abraham está algo asustado.

—Lo sé, ojalá Karla gane.

—No me preocupa, yo aposte todo a la pelea de Dylan y Jeremy, ese par son muy buenos, y hubo un cambio se planes, Emilia y tú entraran con ellos al ring. Será una pelea de cuatro por cuatro.

—¡Qué!—mis ojos están por salirse de las órbitas.

—Relájate, ustedes pelean bien.

—Ya me estás poniendo nerviosa.

Escuchamos los motores de los autos ya muy cerca, miro ambas chicas vienen igual.

Cerca de la meta, Karla suelta el nitro y ¡pum! ¡Ganó!

Voy hacia ella a abrazarla.

—Eres una diosa de las carreras—digo.

—Lo sé, ahora es tu turno. Dicen que que en tu séptima carrera siempre hay suerte—eleva las cejas.

—Cállate, Karla. De las siete carreras perdí una, y fue un asco porque fue contra el imbécil de allá—señalo a Devon.

—Tú tranquila, que todo lo apostado está en las peleas, incluso los autos.

—¿Qué? ¿O sea que esa preciosidad no va a ser mía?—hago un mohín y señalo al Camaro que me recuerda Bumblubee.

—No, estás carreras son sólo para los apostadores que no están en ninguno de los bandos—me explica Abraham.

—Es bueno saberlo—relajo todo mi cuerpo y me siento tranquila.

—Pero tampoco sería lindo quedar como una idiota en frente de Devon y decepcionar a las personas que apostaron por ti—dice Karla mientras cruza los brazos sobre su pecho.

Desastre ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora